21 septiembre,2017 6:39 am

No tienen ayuda de autoridades, se quejan vecinos de Playa Encantada afectados por Max

Familias y restauranteros de San Andrés Playa Encantada, Barra Vieja y Lomas de Chapultepec, afectados por el huracán Max el 15 de septiembre pasado, no han recibido ayuda de ninguna autoridad.

Las hermanas Osvalda y Trinidad Olea Reza, vecinas de Barra Vieja, desayunaban ayer con sus hijos en un espacio sin techo.

Ambas son madres solteras y viven en casa de su madre, Andrea Guzmán Reza, quien fue enviada al poblado de La Sabana con otro familiar porque el riesgo de quedarse en su vivienda es alto.

El sismo de 7.1 grados en la escala de Richter que se registró el martes, movió parte de las láminas que habían logrado acomodar en sus techos con la ayuda de un sobrino. Además de que la lluvia de ayer en la madrugada mojó nuevamente la poca ropa que habían logrado secar con un par de días de sol.

En una visita de ayer en la mañana, se observó que, en la orilla de la calle, afuera de la casa de doña Andrea Guzmán, había una pequeña mesa de madera y sobre ésta zapatos de niños que habían sacado para que el sol los secara un poco.

Apenas había sido escombrado uno de los tres cuartos que tiene la pequeña casa, techada con láminas galvanizada y de cartón pero que con los vientos de Max quedó al descubierto.

Osvalda vendía cena en las noches en la cocina de esa casa, pero el mal tiempo –pues llueve todas las noches– no le ha permitido trabajar una sola noche. Ella debe mantener a su pequeño hijo que no rebasa los 9 años de edad, pues es madre soltera.

Mientras que Trinidad trabaja en un condominio en el Mayan Island desde hace 17 años, y hace unos días recibió la visita de sus patrones que le ofrecieron ayuda para comprar algunos materiales.

Las mujeres afirmaron que esperarían la ayuda de las autoridades, porque confiaron en que las visitas, tanto del gobernador Héctor Astudillo Flores, como del alcalde Evodio Velázquez acelerarían los trámites. Nadie las ha vuelto a visitar y ahora limpian entre las dos con sus hijos la casa sin techo.

En el recorrido también se observó que la cabaña del restaurante La Perla quedó colapsado, y ayer tres trabajadores desmontaban la palma que una vez cubrió la enorme palapa que albergó sombra de al menos una treintena de mesas.

Ayer sólo se mantenían de pie las columnas que erigieron el negocio, pues bajo las palapas estaba destrozado todo el mobiliario.

Otro negocio, el Playa Ventura, aunque más limpio, continúa con la basura en su estacionamiento.

Las familias que fueron afectadas con el derribo de árboles (que el Ejército y Protección Civil retiraron el 16 de septiembre), señalaron que sólo fueron censados, pero no han recibido apoyo u otra visita.

Otros faltantes para los afectados, quienes se alojan en casas de vecinos o familiares pues no hay un solo refugio, son colchonetas, ropa seca y alimentos.

Los entrevistados coincidieron en que las afectaciones son mayores ahora que hace cuatro años con la tormenta Manuel, pues ahora tampoco llegaron turistas.

La señora María del Carmen Ozuna, del restaurante Playa Ventura, dijo que los trabajos de limpieza continúan, pues en su negocio y el de su vecina colapsaron los techos debido a los fuertes vientos de Max.

Virginio Bailón Villanueva terminó de reparar el techo de su casa dos días después de que los vientos lo arrancaron. Tres recámaras quedaron al descubierto y sus muebles, camas, colchones y enseres se mojaron.

Dedicadas a la elaboración y venta de pulpas de tamarindo, en la familia de Virginio se ayudaban unos a otros para limpiar su casa.

Mientras los hombres sustituían las láminas quebradas por nuevas, las mujeres sacaban la ropa mojada de los roperos, intentaban secar los televisores y colocaban los colchones al sol.

“No vamos a ir detrás de los funcionarios porque si vuelve a llover no vamos a poder dormir aquí”, comentó sobre la visita durante dos días seguidos de funcionarios del Ayuntamiento, quienes se dedicaron a censarlos y a ofrecerles ayuda.

Karla Galarce
Foto: Jesús Trigo