24 septiembre,2020 5:11 am

Operación bandera quemada. Ayotzinapa, la infamia

Anituy Rebolledo Ayerdi

 

Tres amigos muy queridos se nos adelantan en el viaje sin retorno: Gilberto Merlín Gómez, maestro de varias generaciones acapulqueñas, Octavio Navarrete Gorjón, hombre de grandes talentos, periodista, escritor, economista y cronista de Coyuca de Benítez y el doctor José Beltrán Cuevas, brillante maestro universitario, mi dentista. Que ellos descansen en paz y los suyos encuentren pronto consuelo.

La familia Rebolledo Zúñiga hace llegar las expresiones de su profundo dolor a la doctora  Lety Mastache, hoy viuda de Beltrán, y a sus tres muchachos. De igual manera a los padres de Pepe, profesor Alfredo Beltrán Cruz y señora Cuevas.

Exaltación peligrosa  

El estado de Guerrero será piedra de escándalo e indignación nacional cuando se acuse a estudiantes de la escuela normal Isidro Burgos de Ayotzinapa de haber “desgarrado y quemado la bandera mexicana para luego izar en su lugar la bandera rojinegra comunista”. Todo había empezado con la narración de un comunicado difundido a los medios nacionales por un corresponsal “borracho y dinerero”.  (¡Dios!, ¿pero será posible tal dualidad?).

Corren los últimos días del mes de abril de 1941. España ha sucumbido pisoteada por las hordas falangistas y toda Europa está a punto de ser avasallada por el nazifascismo. En México, el relevo del presidente Lázaro Cárdenas, general Manuel Ávila Camacho, ha pintado su raya con el pasado reciente declarándose “católico por origen y sentimiento moral”. Ha advertido, por si hiciera falta, que ningún comunista colaborará en su gobierno porque “estos no han encajado ni pueden encajar en México”.

Medios de comunicación manipulados tradicionalmente por el gobierno pero en aquellos momentos también por la quinta columna nazifascista, moverán los resortes de un nacionalismo patriotero hasta llevar a la opinión pública a estados de exaltación peligrosa. Del estupor a la incredulidad y de la rabia nacionalista a la irritación cívica.

Más que simpatías por Hitler

Las amplias simpatías y admiración por Hitler y su “milenario” Tercer Reich son alimentadas aquí por varios medios escritos y radiofónicos afines a la causa. Todos apoyados por un bien montado aparato de propaganda y recursos sobrados. La XEW, por ejemplo, la más potente radiodifusora de América Latina, alimenta sus muchos espacios informativos con noticias proporcionadas “gratuitamente” por la agencia germana Trasocea, dirigida por el mismísimo Joseph Goebells. (“Si el petróleo nos llegara a faltar, ahí tenemos el de México”).

El periodista José Pagés Llergo –otro ejemplo–, es enviado a Europa por la revista Hoy como corresponsal en Alemania, Italia y Japón. El reportero tabasqueño logrará, antes que ningún otro periodista latinoamericano, entrevistar a Adolfo Hitler y a Benito Mussolini, obteniendo incluso las opiniones del papa Pio XII, acusado más tarde de simpatías por el Führer. Estando Pagés en Tokio se produce el ataque nipón a Pearl Harbor y entonces, eufórico, fuera de sí, el reportero declara las simpatías mexicanas por los nipones.

Las declaraciones del futuro director de la revista Siempre (hoy en manos de su hija Beatriz, priista) le dan la vuelta al mundo poniendo en serios aprietos al gobierno mexicano. Acosado por el propio presidente de la República y los gringos que lo subvencionan, Regino Hernández Llergo, director de la revista Hoy, niega que su primo y socio sea corresponsal de su publicación. Lo rechaza en un desplegado en el que afirma   que todo lo dicho por el Güero Pagés ha sido a título personal. Sugerirá, incluso, que su viaje ha sido pagado por las embajadas de Alemania y Japón en México.

¿Cómo dicen que dijo?

La Operación bandera quemada es parte de la efectiva propaganda nazi desplegada en todo el país, de tal manera penetrante que propiciará eventos como el siguiente: La radio transmite en 1945 la declaración de guerra del presidente Ávila Camacho contra de las potencias del Eje –Berlín-Tokio-Roma–. En algunas poblaciones del norte la señal es tan mala que no se escucha bien a bien la identidad del enemigo. Entonces se formarán grupos armados “para ir a cazar gringos”, los únicos enemigos que ellos conocen.

A otros niveles. El Colegio Alemán de la ciudad de México, con matrícula de 620 alumnos en 1940, la incrementará el año siguiente hasta sumar más de 2 mil jóvenes. ¡“Por si Alemania llegara a ocuparnos!”, una previsión familiar.

¿Qué ocurrió en Ayotzinapa?

La histeria anticomunista desatada a partir de la que será alma mater de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, pero también de Álvaro Carrillo, se propagará como yesca ardiente por todo el país. Los estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, fundada por los maestros Isidro Burgos y Rodolfo Bonilla (padre del actor Héctor Bonilla), mantenían  una huelga contra su director, Carlos Pérez Guerrero. Exigían su salida bajo el cargo de ser un feroz represor anticomunista. Y lo era, pues le bastó la presencia en la institución de una bandera rojinegra de huelga para armar la insidia.

–“¡Un grupo de estudiantes comunistas arrió la enseña patria para luego desgarrarla y quemarla e izar enseguida la bandera roja comunista!, plañirá enloquecido Pérez Guerrero. Cumplía eficazmente su rol en la Operación bandera quemada.

Un grueso sector de los medios nacionales repetirá la falacia una y otra vez atendiendo seguramente la consigna. México arderá con el fuego atizado por el más peligroso de los nacionalismos. Ningún mexicano, se dirá en la calle, en los centros de trabajo, en todas partes, “puede permitir que un puñado de comunistas hijos de la chingada agravien de esa manera al lábaro patrio. “¡Y mucho menos en un pueblo tan cercano a Iguala, la ciudad donde fue creado por el emperador Agustín de Iturbide!”, repicarán clérigos y beatas. ¡Tampoco faltarán grupos porriles anunciando viajar a Guerrero “para vengar el agravio dando su merecido a   los putos rojos antipatria!”

(Una provocación perversa semejante a la que usará el presidente Díaz Ordaz en 1968. Cuando los estudiantes en huelga icen efectivamente la bandera rojinegra en el asta monumental del Zócalo de la Ciudad de México. El genocida no podrá insinuar algo parecido a lo de Ayotzinapa, pues la acción había sido cubierta por la televisión. Ordenará en cambio multitudinarios actos de “desagravio” al pendón de Iguala en todo el país, haciendo aparecer a los jóvenes y a su movimiento como traidores a la patria).

“Otra bandera quemada”

El coahuayutlense profesor Carlos F. Carranco Cardoso, gobernador por cuatro meses en sustitución del defenestrado general Alberto J. Berber, organiza en la propia institución un acto de desagravio a la bandera nacional. Uno de los oradores, un profesor conocido por su hablar “físico”, pedirá enérgico la emasculación de los autores del atentado.  Serán pocos los asistentes que se lleven las manos a la entrepierna, en tanto que la mayoría ignorará que se pedía capar a los culpables. De otra forma hubieran salido a relucir los cuchillos cebolleros, los bolos y las charrascas. El mandatario viajará de ahí a la Ciudad de México para una reunión urgente con el presidente Ávila Camacho.

El Frente Revolucionario de Maestros de México (FRMM) denuncia que también en la Normal Rural de Tenería, Estado de México, se había quemado un lábaro patrio, insinuando una consigna en ese sentido procedente de Moscú. Demanda la expulsión de la SEP de los funcionarios de filiación marxista o simples simpatías y encarga a la FSTSE a elaboración de “listas negras”. La Secretaría de Educación Pública anuncia el cese de siete maestros de Ayotzinapa, cuyos expedientes entrega a la PGR.

La infamia

El titular de la Secretaría de Educación Pública, maestro Luis Sánchez Pontón, entrega al presidente Ávila Camacho un reporte preliminar de lo sucedido realmente en Ayotzinapa: “Continuando con la investigación del incidente de Ayotzinapa, el inspector general Ramón García Ruiz ratifica su informe del día 7. Desmiente rotundamente que el pabellón nacional haya sido rasgado, quemado o sufrido ultraje alguno, según lo informado por la prensa”

Por su parte, el Sindicato de Trabajadores de la Educación de la República Mexicana (STERM), se suma al desmentido de la SEP: “Ni en Ayotzinapa ni en Tenería sucedieron los hechos deleznables narrados por los periódicos”, precisa.

La renuncia del secretario

Frente al clamoreo que demanda la desaparición de las escuelas normales rurales del país, “por ser nidos de comunistas antipatria”, el titular de la SEP declara: “La nueva escuela mexicana es una institución exenta de toda doctrina y de toda tendencia que no sean las que constituyen la raíz misma de nuestra nacionalidad y los más caros ideales perseguidos por nuestro pueblo a través de sus luchas libertarias”.

Finalmente, abatido, pero no por los denuestos que recibe cotidianamente sino porque el presidente Ávila Camacho no cree en su palabra, el secretario Sánchez Pontón renuncia a la SEP.  Lo sustituye el señor Octavio Véjar, señalado inmediatamente como “profascista”.

Normalistas presos

La Operación bandera quemada triunfa. La policía secreta arresta a ocho estudiantes normalistas de Ayotzinapa, acusados “de haber quemado la bandera nacional”. Son ellos Miguel Alonso, Estanislao Córdova, Efrén Hernández, Modesto Álvarez, Rafael Añorve, Pablo Añorve y Daniel Ramos González, los tres últimos de Ometepec, Guerrero.

Histérico, un editorialista llama a los jóvenes normalistas “Miserables renegados, salvajes a quienes el gobierno deberá darles la sanción única que merecen, esto es, devolviendo violencia por violencia y golpe por golpe”.

Los calabozos del Fuerte

La hez de la sociedad novohispana tuvo su castigo ejemplar en los siniestros calabozos del fuerte de San Diego de Acapulco, ello a   partir de su construcción en 1617. A las mismas mazmorras diseñadas por la Santa Inquisición, destino inexorable de opositores a la corona española, serán enviados tres siglos más tarde los siete muchachos de Ayotzinapa. El cargo único: haber quemado la bandera nacional. Así lo narra el uno de ellos, el profesor Daniel Ramos González:

“Al calabozo del ‘pentágono’ del fuerte de San Diego llegué empujado por gente armada que lo había creído todo, pues la prensa nacional fue sorprendida y la publicidad en torno a la calumnia abundaba. Por una angosta puerta penetré en un diabólico recinto. Madera gruesa recubierta de fierro, los barrotes hacían imposible todo intento de alcanzar la libertad. En la parte media de la cúpula un pequeño orificio tragaba luz para nosotros, mientras abajo la humedad, la falta de aire y la oscuridad hacían de cada preso un candidato seguro a la tuberculosis”.

“Calumniado por un delito de lesa patria, para satisfacer a una opinión pública enardecida de patriotismo, se me declaró auto de formal prisión y como tal estuve, al igual que otros compañeros y estudiantes, recluido en ésta y otras prisiones por más de seis meses”.

Periodista y poeta

Además del magisterio (Primaria Benito Juárez y Secundaria Federal Uno), el profesor Ramos González, de Huajintepec (Ometepec), ejerció el periodismo (jefe de redacción del Diario de Guerrero de Chilpancingo), fue ameno escritor e inspirado poeta. Un pequeño libro, editado por él mismo, contiene relatos, leyendas, cuentos y poemas de su terruño en la Costa Chica. Texto del que nos hemos servido   para armar esta crónica, ello gracias a la gentileza de uno de los hijos del maestro, el arquitecto José Rubén Ramos Osorio, constructor de la Universidad Americana, a quien le reiteramos nuestro agradecimiento.

Explicable sin duda la brevedad del maestro Ramos González al referirse al dramático suceso del que fue actor involuntario y al cual dedica únicamente 25 líneas de las 150 páginas del texto. Una experiencia juvenil traumática que seguramente pudo exorcizar a tiempo. Estas son sus últimas palabras

“La prensa nacional a ocho columnas, lo tabloides con gordos titulares se regocijaban narrando hechos jamás ocurridos y por lo tanto nunca comprobados. Sin embargo, sin línea doctrinaria definida, tendríamos que pagar las reformas al cardenismo que el presidente Manuel Ávila Camacho debía realizar ante las presiones del momento. Suprimir la educación en las escuelas normales rurales, reformar el artículo Tercero Constitucional que era marcadamente socialista y lanzar a la ilegalidad el Partido Comunista. Todo realizado posteriormente, como también después el mismo presidente Ávila Camacho ordenará nuestra libertad, por conducto del gobernador Gerardo Rafael Catalán Calvo”.

Ayotzinapa, la provocación

Para el investigador Gerardo Peláez Ramos fue esta la primera acción anticomunista de proyección nacional durante el sexenio de Ávila Camacho. De su libro 1941: La provocación de Ayotzinapa, nos hemos servido para esta entrega. Gracias a él.