23 junio,2020 8:45 am

Pasan de elaborar ropa a confeccionar cubrebocas para sobrevivir económicamente a la epidemia

 

Chilapa, Guerrero, 23 de junio de 2020. La epidemia de Covid-19 cerró las puertas de la tienda de ropa y el local del tianguis dominical de Chilapa a Arturo Benítez, pero él se abrió otra: confecciona cubrebocas artesanales que ha exportado hasta los Estados Unidos y, puso a salvo el empleo de 20 personas.

Hace 19 años, Arturo Benítez comenzó a confeccionar vestidos, faldas, camisas, blusas y rebozos con detalles bordados; la idea fue de su amigo Gabriel Díaz García, quien murió en septiembre de 2018.

Los bordados son similares a los que utilizan para el tradicional traje de comunidad de Acatlán, que también es representativo de Guerrero: de hilos brillantes y matizados de un arcoíris de colores que ilustran flores y animales de la región.

A estas figuras Arturo le imprimió su propio estilo, incluyó cristales y perlas. También rescató la producción de tela de algodón para rebozo hecho a mano por Emilio Barrera en telares de madera, en uno de los últimos talleres que quedan en la ciudad.

Con los años, Arturo formó un equipo de trabajo con unas 20 personas. Nunca habían visto amenazado su labor como a principios de mayo, cuando el tianguis y las tiendas de ropa fueron cerradas como medida preventiva a la propagación de la nueva enfermedad.

De inmediato vino el declive en las ventas por la cancelación de bodas y fiestas de XV años; tenían encargados 16 vestidos de quinceañeras hasta antes de que se ordenará el confinamiento; las prendas permanecen en una bodega en espera de que pase la pandemia.

Sólo una adolescente, cuyo padre canceló definitivamente la fiesta, fue a recoger su vestido para hacer una sesión de fotos. Los vestidos de este tipo cuestan de 5 mil a 20 mil pesos, cuando incluye el ramo, tocado, cojín y un álbum fotográfico con la carátula decorada.

“Para mí fue muy difícil decirles que ya no había trabajo y que nos veíamos después, hemos trabajado 15 años juntos para que en una de malas se tengan que ir”.

Arturo no dejó que se fueran. Le surgió la idea de los cubrebocas, les explicó que son productos pequeños, a bajo costo, pero con mucha demanda.

El 30 de abril, Arturo y su equipo, formado por mujeres y jóvenes, elaboraron como prueba 24 cubrebocas y los ofrecieron en Facebook. La respuesta fue favorable: ese mismo día vendieron todos.

La segunda venta fue de 50 cubrebocas que enviaron a Iguala; luego enviaron a Tlapa, Tixtla y Chilpancingo; de ahí vinieron pedidos de 250 piezas para Sinaloa y a los estados de Tennessee y Florida, en Estados Unidos.

En el proceso de elaboración de los cubrebocas, además de Arturo, participan 13 mujeres y dos jóvenes que bordan a mano, cinco mujeres más que los cortan y ensamblan en máquinas de coser y una joven que se encarga de la administración y la atención del taller y la tienda.

“El trabajo ha incrementado porque le dimos un nuevo enfoque al bordado, al suspenderse los vestidos de XV años y bodas y para no dejar sin trabajo a las señoras se les dio un giro a los cubrebocas para que vayan bordados con unos cristales. Las señoras siguen trabajando de manera normal”.

Para la elaboración de una unidad se invierten dos horas de bordado, más 10 minutos de recortar y coser la tela.

Son hechos con dos capas de manta de algodón, una de ellas bordada, y en el interior un filtro quirúrgico, como lo recomiendan las autoridades sanitarias.

Son de tamaño estándar para niño y adulto; en presentación básica y la de 3 dimensiones, con espacio para la nariz; así como con el elástico a las orejas o a la cabeza.

Con la tela ya bordada se llegan a realizar unas 60 piezas por día y trabajan los siete días de la semana.

Este domingo, Arturo trabaja en su tienda que también es su taller de diseño y costura, “la he mantenido abierta” y por eso inspectores del Ayuntamiento pasan casi a diario.

El domingo pasado, desde afuera, un inspector observa las vitrinas para verificar que no haya ropa exhibida. Arturo le confirma que la ropa la guardó en su domicilio.

“El 30, esperamos que ya, sólo nueve días”, dice el inspector sobre la probable fecha de reapertura de los negocios considerados no esenciales en esta pandemia.

Arturo espera que así sea, pero si no sucede, dice, tendrá que acatar las instrucciones. Por ahora continuará en la elaboración de más cubrebocas, porque los pedidos siguen.

Texto: Luis Daniel Nava