18 septiembre,2018 7:08 am

Sociedad crítica y gobierno comprometido

Eduardo Pérez Haro
Para Alejandro Encinas
Existe un compromiso y hay que hacer todo por cumplirlo. No hay lugar para sorpresas. No mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Sabemos de la diferencia entre postular un rumbo y tomar las riendas. También sabemos que no es suficiente advertirlo, hay que vivirlo, y desde ahí asumirlo, es encargo a los elegidos mas no es tarea exclusiva de la clase política, es asunto de todos.
Más aún, principalmente de las sociedades de base, que a fin de cuentas somos quienes, desde la fábrica o el ejido, desde la oficina o la escuela, desde la gerencia de la empresa o desde la colonia y el vecindario, hacemos la realidad del trabajo, el estudio, la seguridad, la convivencia, la deliberación y el despliegue del día a día y en ello, y con ello, la realidad nacional.
Paradójicamente, a las sociedades de base les asiste el rol estratégico principal en los procesos de cambio como también su antípoda en el estancamiento o el retroceso cuando se filtran conservadores y déspotas en el mando de gobierno; por tanto, sería un error de gobernantes y gobernados suponer que detrás del voto por la transformación de México hay un cheque en blanco o una práctica molestosa sobre los desempeños del gobierno.
Muy por encima de ello subyace un compromiso social de gran envergadura y su correlato en la clase gobernante.
Las sociedades de base deben abrirse paso en la ampliación de sus libertades y derechos, construyendo un aumento reconocible de sus capacidades y compromisos de cara al desafío educativo, cultural, organizativo y político. Hay rumbo en sus trazos generales, hay oportunidad, pero todo está por hacerse.
Los estudiantes vuelven a pautar el proceso. Desvelan estructuras corruptocráticas y problemas de fondo en el ámbito educativo. Es menester cimbrar formas y contenidos anquilosados y arribar a buen puerto en la coyuntura a la vez que trazar el sendero estratégico del mediano y largo plazos, ahí donde se comprende un baluarte de la transformación. Sin educación no hay transformación. No es lo único, pero es lo fundamental.
La diferencia entre el desarrollo y el atraso de una nación pende de sus variables económicas, políticas y culturales en un contexto determinado de la historia. Se trata de un tejido complejo de variables que corresponden a estos ámbitos en sus planos interior y exterior, pero a pesar de que esto se convierte en una complejidad que requiere de muchas artes para desenmarañar el tema, no podemos evadir el asunto de la educación como punto de apoyo angular para edificar las capacidades económicas, políticas y culturales.
En gran parte, de ahí emerge la ciencia y la conciencia, ahí se soporta la destreza y la posibilidad. Debilitemos la educación y veremos cómo se derrumba el proyecto del cambio, el país y nuestros sueños. No hay factor o valor que le sustituya. Entonces, estamos hablando de sociedad abierta y dispuesta, organizada y actuante. Educación y movimiento, acción política y rumbo, echando cimientos y consolidando etapas, partiendo desde rezagos acumulados por décadas 1968-2018, en un mundo atosigado por desequilibrios y tensiones.
En el plano interno insuficiencias tecnológicas, de infraestructura, calificación de la mano de obra y estructuración de la producción y en el plano externo deuda y sobrevaloración accionaria sobre estrechamiento de mercados y control de monopolios, concentración de la riqueza y centralización del capital, con ensanchamiento de la desigualdad, la pobreza y la marginación, éxodo ante la violencia y destrucción incontenida del medio natural y, en medio de todo ello una sociedad que ya tiene al alcance los medios tecnoproductivos para resolver las necesidades materiales de todo mundo y ambiciones de vivir y vivir mejor.
Nos tenemos que agarrar de ahí, del deseo y el aprendizaje, de la organización y el accionar político. Desde la gestión de acuerdos y el alcance de compromisos de las partes, ¿cuáles?, las que estén en juego, no hay que levantar demandas sin destinatario, sin interlocutor y hay que distinguir los plazos, los alcances según la correlación de fuerzas, cero quimeras, y no dejemos pasar la oportunidad de avanzar sin perder los sueños de un mundo libre de fetiches, ataduras y dominios.
Por ahora, el gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador se organiza a partir de responder a la atención de grupos vulnerables y apuntalar la infraestructura y energía como acciones inmediatas para darle un sitio inicial al cumplimiento de compromisos de campaña en una perspectiva de abatimiento de la desigualdad social y atracción de la inversión para el crecimiento económico.
El punto de apoyo se define, por una parte, en la racionalidad del gasto público mediante el redimensionamiento de la estructura de las áreas delegacionales y la descentralización de las Secretarías del poder Ejecutivo, así como el recorte del personal de confianza y la disminución de sueldos y salarios en la capa superior de los trabajadores burocráticos. Y, por otra parte, el aumento de la inversión en infraestructura y energía para corregir el desequilibrio de esta balanza comercial. Inversión pública para atraer inversión privada con lo cual apalancar el financiamiento de sustitución de importaciones como elemento ordenador de la política industrial.
Un plan orientado a fortalecer el mercado interior sin renunciar al comercio exterior. Un plan que, en su sentido general, hace sentido de cambio. Fortalecimiento de la política de ayuda social y de la capacidad y desempeño de los pequeños productores del campo con precios de garantía en una perspectiva de autosuficiencia alimentaria a la par de la infraestructura que anima la inversión productiva en el sector industrial.
Un trazo que nos permite visualizar una corrección sustantiva respecto de los regímenes de gobierno precedentes que se olvidaron, de la política social sustantiva, de la inclusión productiva y del montaje industrial interno tras la voracidad de los negocios rápidos del comercio de exportación a Estados Unidos basado en la importación de insumos y partes chinos, o en su caso negocios rápidos en el interior articulados en complicidad con el Estado trayendo como consecuencia, alta concentración y centralización de las actividades y de sus beneficios.
El trazo es controvertido pues se alega un compromiso social que pareciera rebasar la disponibilidad de recursos y obliga medidas de ahorro que conllevan riesgos y dificultades, sin duda existe la contrariedad, y eso obliga el recorte de metas y compromisos, no es lo mejor desde donde se vea. Pero el asunto principal está en no cambiar el rumbo, pues mientras este se mantenga, la posibilidad del cambio y su perspectiva convocan al despliegue de capacidades de las sociedades de base, siempre que no se pierdan las puntas de la madeja de nuestra realidad socioeconómica. Educación, ciencia y tecnología de un lado y del otro, reindustrialización vis a vis el desarrollo industrial endógeno y el reposicionamiento de México en el mundo glob@l. Asuntos de nuestra próxima entrega para retomar nuestra reflexión sobre insuficiencias y requerimientos en el trazo de la Cuarta Transformación bajo los términos del cambio comprometido.
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