Llama el arzobispo a los ciudadanos a una nueva actitud ante el cambio climático

Vacacionistas el primer día de 2024 frente al hotel Princess en playa Revolcadero en Acapulco Foto: Jesus Trigo

Daniel Velázquez

El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, llamó a dejar ir en paz el 2023, a tomar con sabiduría lo aprendido y agradecer por los días vividos. Para concluir el año, dijo: “dos cosas ayudan, dejar ir en paz este año que termina y hacer sabiduría de los acontecimientos que hemos vivido”.
El domingo 31 de diciembre, en su mensaje dominical, el arzobispo habló de lo ocurrido el 25 de octubre luego del huracán Otis y señaló que muchos comercios e instituciones no se salvaron de “la otra destrucción”, la que causaron los saqueadores.
Consideró que la experiencia del huracán debe servir para mejorar la prevención en cuanto a qué hacer ante un fenómeno natural, pues para muchos era impensable lo que podría provocar un huracán categoría 5, e invitó recapacitar sobre qué responderán a sus nietos cuando les pregunten qué hicieron después del huracán.
Dijo que habrá respuestas “luminosas” sobre lo que se hizo después del meteoro, como la ayuda, la solidaridad y el acompañamiento entre los vecinos para superar la adversidad.
En un mensaje además de desear un feliz año 2024, el arzobispo oró porque todas las familias que están en proceso de reconstrucción de sus viviendas puedan conseguirlo este año.
El huracán, razonó el arzobispo, es resultado del cambio climático, lo que hace necesario cuidar la casa común, la tierra, con acciones que se pueden hacer desde el hogar como contaminar menos, reducir los desperdicios y consumir con prudencia; crear una nueva cultura y generar conciencia en los sectores políticos y la indignación ante el desinterés de los poderosos, “evitar entre todos, el aumento de una décima de grado la temperatura global ya puede ser suficiente para evitar el sufrimiento a muchas personas”.

La reconstrucción

“El inicio de este año encuentra entre nosotros a muchas personas en el esfuerzo de la reconstrucción luego de la destrucción causada por el huracán y muchas más en el urgente anhelo de seguridad, de justicia, de paz en nuestra patria, que el señor nos ayude a construir la paz y a llevar la paz a cada casa”.
“Dejar ir en paz el año que termina, agardezcamos a Dios los días que nos ha regalado y el bien que nos ha conseguido realizar, ese bien ha hecho luminosa nuestra vida”, y así fueron la mayoría de los días del año que terminó.
Luego, para tomar con sabiduría la experiencia de 2023, el arzobispo señaló que el huracán Otis es un ejemplo de lo que se puede aprender en la ciudad ante los fenómenos naturales. “Muchos no teníamos ni idea de lo que significaba un huracán categoría 5 y no tomamos las medidas oportunas para aminorar sus estragos; luego de lo vivido comprendemos que el protocolo de advertencia de riesgos ha de reforzarse y que todos hemos de estar más atentos y ser mas dóciles”.
También llamó a recordar con afecto a las víctimas del huracán, los que estuvieron en el mar y en sus viviendas, “no estuvieron solos, Cristo resucitado estuvo con ellos, los llamó a ir a la casa del padre”, y abogó por tener cercanía con los deudos que no tuvieron la posibilidad de hacer el duelo con los cuerpos de sus familiares” .
Habló de “mirar” la reacción personal que se tuvo luego de los estragos y desprotección causada por el huracán, “percibimos muchas conductas luminosas de gran humanidad y fraternidad” de personas e instituciones cercanas y de pueblos lejanos.
“Al paso de los años, imaginen a sus nietos con ustedes: ‘abuelito, pláticanos de ese huracán’, y luego les preguntan: ‘¿tú, qué hiciste en esos días?’. ¿Habría en su respuesta muchas conductas luminosas de cuidado y unidad en la familia, de hospitalidad y asistencia, de organización con los vecinos?”.
“No podemos cerrar los ojos a la otra destrucción que siguió al huracán, la causada por los saqueos a muchas tiendas y negocios y los robos a muchas casas e instituciones”.
“Avanzar hacia la humanizacion de nuestro sistema económico, hacia la transparencia y honestidad en la administración pública, hacia la erradicación de la extorsion, del cobro de piso o de cuota, hacia el respeto de los bienes ajenos es tarea de todos, de cada uno desde su responsabilidad, cargo o visión, algo está en nuestras maos hacer, sin justicia no hay paz”.

“Un flagelo muy doloroso
y pesado”

En su reflexión de fin de año, el arzobispo Leopoldo González también se refirió al problema de la violencia e inseguiridad en la entidad y señaló que “las estrategias utilizadas no han sido suficientes para liberar a la sociedad de esta opresión y darle seguridad y paz”
Sostuvo que la violencia e inseguridad del crimen organizado y de la delicnuencia común, la que asesina o ejecuta a las personas, la coarta la libertad de las comunidades, la que sangra de manera permanente la economia de muchas familias, “sigue siendo un flagelo muy dolorosa y pesado”.
Indicó que aunque cada persona es responsable de construir la paz en la entidad, eso no disminuye la responsabilidad de las autoridades.