Comenzó su parto horas después de Otis, relata vecina de la Ampliación 5 de Mayo

Daniel Velázquez

Sarahí Lizbeth Godínez Hernández parió el 26 de octubre, a la 1 de la tarde, los dolores de parto le comenzaron a las 10 de la noche del miercoles 25 de octubre, unas horas después del paso del huracán Otis.
Vive en la calle Profesor Juan Matías, de la colonia Ampliación 5 de Mayo, la parte alta, por lo que salir de su casa después del paso del huracán fue difícil, porque tuvo que hacerlo caminando, pues no había transporte. Fueron dos horas a pie, hasta llegar a la avenida Lázaro Cárdenas, la avenida principal, acompañada de su mamá y su hermana. Estuvieron hasta la medianoche esperando transporte, sin éxito, por lo que pidieron ayuda a una patrulla, no saben si era de la Policía Municipal, Ejército, Marina o Guardia Nacional.
La patrulla las llevó al hospital Donato G Alarcón, donde no las quisieron recibir. Un guardia que estaba en la puerta les dijo que se fueran, que ahí no había nadie, “estaba todo oscuro”. La misma patrulla las llevó al hospital El Quemado y allá “tampoco había luz, ni doctores, sólo estaban dos pasantes” y les dijeron que se fueran que no las podían atender, pero después de insistir, recibieron a Sarahí Lizbeth Godínez.
Fue hasta la 1 de la tarde del 26 de octubre que nació su hija, y a las 5 de la tarde de ese mismo día, la dieron de alta, “no querían tener a nadie en el hospital, no tenían luz ni agua”, contó su mamá Agustina Hernández Romero.
El regreso a su casa fue más complicado, la dieron de alta recién parida y no había transporte. Tardó siete horas en llegar, al salir del hospital de El Quemado, caminó un poco con su hermana pero luego pidieron aventón, pero debido al intenso tráfico que había en la zona sólo avanzaron un tramo y después volvieron a caminar.
Después las auxilió una patrulla, que las acercó hasta el bulevar Vicente Guerrero, y ahí encontraron un taxi que las trajo hasta el monumento a Lázaro Cárdenas y a partir de ahí todo el trayecto fue a pie, “veníamos despacio, pues ella acaba de dar a luz y no podía caminar recio”.
Llegaron a su casa a medianoche. Sarahí Lizbeth Hernández no ha decidido qué nombre ponerle a su hija. Ella permanece dentro de un pabellón, donde amamanta a la bebé.
La casa de doña Agustina Hernández también fue afectada por el huracán Otis, pues el viento se llevó las láminas de su casa. Lo que hicieron fue recuperar láminas de las que arrastró el aire, para reutilizarlas y contar con sombra para refugiarse del sol. Fueron dos días buscando láminas y dos días para colocarlas.

 

Luego de 49 años de vivir entre árboles, hoy doña Merenciana sólo ve casas sin techo

 

Daniel Velázquez

Merenciana Pantoja Zúñiga vive en la parte alta de la colonia Ampliación 5 de Mayo, desde hace 49 años. Fue de las primeras en llegar a la zona, el lugar para vivir fue seleccionado por su esposo, cerca de un arroyo para tener agua y cerca del bosque, para tener leña y por estar en un cerro sin riesgo de inundaciones.
Es originaria de Costa Chica, de Ayutla, en enero cumple 80 años. Este domingo, uno de sus nietos agarró una iguana y ese fue su almuerzo. La guisó en caldo porque no hay más para comer.
Contó que pasó casi dos semanas como “ida”, “sin hambre”, al ver lo que hizo el huracán en su casa y en las casas de sus vecinos. Dijo que tuvo miedo al ver volar los techos de las casas.
Recordó que durante el huracán Paulina, en 1997, el viento también se llevó el techado de su casa, pero que llovió mucho y en este huracán, Otis, fue puro viento y poca lluvia.
La iguana, contó, la guisó en caldo porque no tiene chile guajillo para hacerla en un molito, así que fue preparada con lo que tuvo a la mano: jitomate, cebolla, sal y algunos condimentos.
Uno de sus hijos, que vivía en Tamaulipas, falleció en julio y por esa razón sus nietos vinieron ese mes y tomaron fotos de los cerros, porque estaban verdes y llenos de árboles, “les gustó mucho, porque allá donde viven es desierto”. Dijo que en toda la colonia se veían árboles y muy poco las paredes de las casas, pero ahora ya no hay árboles sólo casas sin techo.
La casa de doña Merenciana está en lo alto de un cerro, desde su casa se ve todo el valle de La Sabana, el río, las huertas, la carretera principal y el desastre causado por Otis.
El caldo de iguana, doña Merenciana lo acompañó con dos memelas, pues su familia le mando maíz y así es como tiene tortillas para comer. Cocina en un anafre con carbón, porque no tiene gas.
Después del caldo, se tomó un atole de avena, de una bolsa que encontró en su cocina cuando andaba haciendo limpieza después del huracán. El kilo de avena se lo llevó una de sus hijas en julio, no se acordaba que lo tenía hasta que lo encontró después de Otis.
Despensas y agua potable, dice que no ha recibido ninguna, y que por ser adulto mayor no puede andar esperando el carro que trae despensas y meterse en la fila, porque no puede estar mucho tiempo de pie y tiene miedo de que la vayan a tirar, pues dice que la gente se amontona y empuja. Sugiere que lo mejor es que las entregarán casa por casa, como se hizo el censo, porque así aunque sea poquito a todos les va a tocar, pero en las filas se meten hasta dos o tres de una misma familia y por eso no alcanzan.

 

De milagro se salvaron nueve vendedores de artesanías en la plaza Politécnica, relatan

Afectaciones en la plaza Politécnica ubicada en la Costera tras el impacto del huracán Otis Foto: Argenis Salmerón

Argenis Salmerón

“Nueve personas se quedaron adentro del mercado de artesanías. Dios hace milagros, una ventana volando cortó la cadena de una puerta y ahí se refugiaron los compañeros”, relató la comerciante de la plaza Politécnica, Inocencia Tapia Celso, tras el impacto del huracán Otis.
Añadió que los nueve comerciantes, entre ellos dos veladores, se salvaron de los fuertes vientos debido a que se refugiaron en una bodega del hotel Ritz.
La plaza Politécnica se ubica en la avenida Costera, entre los hoteles Kristal Beach y Ritz, frente a Galerías Acapulco.
En la plaza Politécnica ofrecen artesanías, como pulseras, collares y objetos de barro. Son 70 comerciantes originarios de las regiones Costa Chica y Montaña.
Este lunes se observó que los artesanos siguieron con la limpieza de su espacio y les ayudó una brigada de trabajadores del Ayuntamiento.
En el lugar solamente quedaron las mesas donde mostraban la artesanías a los turistas. Ahí había tierra suelta que desprendía polvareda.
En declaraciones a El Sur, la comerciante aseguró que hubo pérdida total en sus mercancías, debido al huracán Otis.
Dijo que el mercado de artesanías tiene 18 años funcionando y la mayoría de los comerciantes hablan los dialectos como náhualt y mixteco.
“No hubo tiempo de amarrar el producto. Fueron algo bien tremendo los vientos del huracán, yo alcance a irme en el taxi cuando se ponía feo”, manifestó.
Agregó que “las olas del mar se metieron al hotel Ritz y salían a la plaza, todo fue terrible, Nunca había vivido algo tan horrible, todo lo grabaron los compañeros”.
Comentó que ya los fueron a censar los “Servidores de la Nación” del gobierno federal, sin embargo, no todos fueron beneficiados, porque “quieren que estés presente y no todos estaban”.
Pidió a los tres órdenes de gobierno construir un techo general para la plaza Politécnica para reactivar su economía.
Declaró que los comerciantes perdieron su mercancía y tienen préstamos en diferentes bancos, “no hay manera de tener dinero, pero sí las ganas de salir adelante”.
Afirmó que los comerciantes están contribuyendo en la limpieza de su espacio, “todos tenemos que poner nuestro granito de arena para sacar adelante a Acapulco”.