Participan 40 elementos en la búsqueda de la familia desaparecida en la Nueva Era

La búsqueda de los integrantes de la familia que fue arrastrada por un deslave provocado por el huracán Otis, en la colonia Nueva Era Foto. Carlos Carbajal

Ramón Gracida Gómez

Unos 40 elementos de la Fiscalía General del Estado (FGE), Secretaría de Marina (Semar), la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (Ceav), la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) y la Comisión de Derechos Humanos del Estado de de Guerrero (Codehum) buscaron este jueves, sin éxito, a los tres integrantes de la familia de la colonia Nueva Era, cuya casa fue arrastrada por un arroyo.
A las 2:30 de la tarde, se observó que varios integrantes de estas instituciones escarbaban en un punto específico, del lodo acumulado antes del túnel, en el que corre el agua, atraviesa la avenida Pie de la Cuesta y desemboca en el mar.
Son ya tres metros de profundidad de tierra y piedras amontonadas, que removieron para buscar los cadáveres.
En la edición de El Sur del 3 de noviembre se informó que el cuerpo de Fany, amiga de la desaparecida Yanet Ortega González, fue hallado en la playa Icacos.
Cándido Trinidad de Jesús, el padre de familia que sobrevivió al siniestro, especificó este jueves que la mujer hallada se llama Estefanía Baez. La otra víctima que ya fue encontrada es Areli, nuera de Cándido, el jueves 26 de octubre, dos días después del huracán. La joven de 16 años sí fue hallada donde buscan a las otras víctimas.
Cándido sigue recuperándose de su herida en el patio de sus familiares. Son tres viviendas endebles, madera y láminas, dos de ellas que quedaron totalmente destruidas.
El sobreviviente del deslave en el que murió su familia, destacó que desde hace tres días empezó la búsqueda intensa de su esposa Yanet, su hija Camila de Jesús Trinidad Ortega, de 13 años, y su hijo Ángel Trinidad, de 16 años.
Platicó recostado en una silla de mimbre, a unos 100 metros más arriba donde los funcionarios y los marinos buscaban con palas los tres cadáveres. Una unidad canina de la FGE también husmeaba en la zona e integrantes de la Cepb enterraban sus varillas, como lo hacen durante la búsqueda de los desaparecidos de la narcoviolencia.
Lo que queda de la casa de las víctimas sólo son tabiques dispersos sobre la tierra, y láminas y madera tiradas. Un pequeño altar de una mesa con sopas Maruchan, naranjas, vasos de agua y flores, recuerda a los cinco fallecidos del deslave del arroyo.
A las 3 de la tarde, el convoy de varias camionetas de las dependencias federales y estatales se retiraron de este punto de la colonia Nueva Era, frente al supermercado Soriana. A orilla de la carretera, vecinos mostraban una manta para pedir medicamentos, comida y agua.
Un vecino, cuyo patio con piso de cemento está justo sobre el túnel que atraviesa la vía que conduce a Costa Grande, dijo que la búsqueda de este jueves empezó un poco después de las 12 de la tarde y llegaron primero a buscar del lado de los riscos a orilla del mar.

Luego de 49 años de vivir entre árboles, hoy doña Merenciana sólo ve casas sin techo

 

Daniel Velázquez

Merenciana Pantoja Zúñiga vive en la parte alta de la colonia Ampliación 5 de Mayo, desde hace 49 años. Fue de las primeras en llegar a la zona, el lugar para vivir fue seleccionado por su esposo, cerca de un arroyo para tener agua y cerca del bosque, para tener leña y por estar en un cerro sin riesgo de inundaciones.
Es originaria de Costa Chica, de Ayutla, en enero cumple 80 años. Este domingo, uno de sus nietos agarró una iguana y ese fue su almuerzo. La guisó en caldo porque no hay más para comer.
Contó que pasó casi dos semanas como “ida”, “sin hambre”, al ver lo que hizo el huracán en su casa y en las casas de sus vecinos. Dijo que tuvo miedo al ver volar los techos de las casas.
Recordó que durante el huracán Paulina, en 1997, el viento también se llevó el techado de su casa, pero que llovió mucho y en este huracán, Otis, fue puro viento y poca lluvia.
La iguana, contó, la guisó en caldo porque no tiene chile guajillo para hacerla en un molito, así que fue preparada con lo que tuvo a la mano: jitomate, cebolla, sal y algunos condimentos.
Uno de sus hijos, que vivía en Tamaulipas, falleció en julio y por esa razón sus nietos vinieron ese mes y tomaron fotos de los cerros, porque estaban verdes y llenos de árboles, “les gustó mucho, porque allá donde viven es desierto”. Dijo que en toda la colonia se veían árboles y muy poco las paredes de las casas, pero ahora ya no hay árboles sólo casas sin techo.
La casa de doña Merenciana está en lo alto de un cerro, desde su casa se ve todo el valle de La Sabana, el río, las huertas, la carretera principal y el desastre causado por Otis.
El caldo de iguana, doña Merenciana lo acompañó con dos memelas, pues su familia le mando maíz y así es como tiene tortillas para comer. Cocina en un anafre con carbón, porque no tiene gas.
Después del caldo, se tomó un atole de avena, de una bolsa que encontró en su cocina cuando andaba haciendo limpieza después del huracán. El kilo de avena se lo llevó una de sus hijas en julio, no se acordaba que lo tenía hasta que lo encontró después de Otis.
Despensas y agua potable, dice que no ha recibido ninguna, y que por ser adulto mayor no puede andar esperando el carro que trae despensas y meterse en la fila, porque no puede estar mucho tiempo de pie y tiene miedo de que la vayan a tirar, pues dice que la gente se amontona y empuja. Sugiere que lo mejor es que las entregarán casa por casa, como se hizo el censo, porque así aunque sea poquito a todos les va a tocar, pero en las filas se meten hasta dos o tres de una misma familia y por eso no alcanzan.

 

De milagro se salvaron nueve vendedores de artesanías en la plaza Politécnica, relatan

Afectaciones en la plaza Politécnica ubicada en la Costera tras el impacto del huracán Otis Foto: Argenis Salmerón

Argenis Salmerón

“Nueve personas se quedaron adentro del mercado de artesanías. Dios hace milagros, una ventana volando cortó la cadena de una puerta y ahí se refugiaron los compañeros”, relató la comerciante de la plaza Politécnica, Inocencia Tapia Celso, tras el impacto del huracán Otis.
Añadió que los nueve comerciantes, entre ellos dos veladores, se salvaron de los fuertes vientos debido a que se refugiaron en una bodega del hotel Ritz.
La plaza Politécnica se ubica en la avenida Costera, entre los hoteles Kristal Beach y Ritz, frente a Galerías Acapulco.
En la plaza Politécnica ofrecen artesanías, como pulseras, collares y objetos de barro. Son 70 comerciantes originarios de las regiones Costa Chica y Montaña.
Este lunes se observó que los artesanos siguieron con la limpieza de su espacio y les ayudó una brigada de trabajadores del Ayuntamiento.
En el lugar solamente quedaron las mesas donde mostraban la artesanías a los turistas. Ahí había tierra suelta que desprendía polvareda.
En declaraciones a El Sur, la comerciante aseguró que hubo pérdida total en sus mercancías, debido al huracán Otis.
Dijo que el mercado de artesanías tiene 18 años funcionando y la mayoría de los comerciantes hablan los dialectos como náhualt y mixteco.
“No hubo tiempo de amarrar el producto. Fueron algo bien tremendo los vientos del huracán, yo alcance a irme en el taxi cuando se ponía feo”, manifestó.
Agregó que “las olas del mar se metieron al hotel Ritz y salían a la plaza, todo fue terrible, Nunca había vivido algo tan horrible, todo lo grabaron los compañeros”.
Comentó que ya los fueron a censar los “Servidores de la Nación” del gobierno federal, sin embargo, no todos fueron beneficiados, porque “quieren que estés presente y no todos estaban”.
Pidió a los tres órdenes de gobierno construir un techo general para la plaza Politécnica para reactivar su economía.
Declaró que los comerciantes perdieron su mercancía y tienen préstamos en diferentes bancos, “no hay manera de tener dinero, pero sí las ganas de salir adelante”.
Afirmó que los comerciantes están contribuyendo en la limpieza de su espacio, “todos tenemos que poner nuestro granito de arena para sacar adelante a Acapulco”.