Reúne la iglesia de Costa Azul los servicios de atención a damnificados en esa zona

La iglesia del fraccionamiento Costa Azul que es utilizada como refugio y comedor comunitario para los ciudadanos Foto: Jesus Trigo

Ramón Gracida Gómez

La iglesia de Costa Azul funciona, después del impacto del huracán Otis, como centro de atención para damnificados, principalmente de las colonias de alrededor de este punto de Acapulco, con los servicios de comedor, orientación médica y planta purificadora.
La concentración de la atención genera un gran movimiento de personas, entre damnificados, voluntarios, feligreses y vecinos de clase medía y media alta, que también satisfacen sus necesidades de agua y luz en este punto de la colonia.
El párroco de la iglesia de Costa Azul, Leonardo Morales Gutiérrez, contó que al otro día del huracán el gobierno estatal lo contactó para convertir las instalaciones en un albergue y centro de atención para damnificados.
Los primeros usuarios fueron turistas varados en los hoteles, que luego se fueron a Chilpancingo o Ciudad de México con camiones que dispuso el gobierno estatal.
“Hemos tenido población itinerante, pero también hemos tenido el aspecto de los damnificados en torno aquí, a la parroquia de Costa Azul, que sigue viviendo en la casa parroquial, porque han perdido sus casas”.
Personal del albergue contó que este viernes iban a dormir unas 10 personas, entre ellas Rocío López Aguilar, de 53 años, y que vivía en una casa de Joyas de Brisamar, unas de las colonias de los ricos de Acapulco, donde era empleada doméstica.
Sin embargo, el dueño de la vivienda la corrió junto con su hija de 14 años, al segundo día del huracán, y deambulando elementos de la Secretaría de Marina la guiaron a la iglesia de Costa Azul. Rocío y su hija no han regresado a la casa que rentan en Tunzingo, pero la damnificada augura que perdió todo, por lo que pidió un trabajo para reiniciar su vida laboral y poder buscar un lugar dónde vivir.
A unos metros de Rocío estaban varias prendas de vestir, de hombre y mujer, pantalones, camisas y blusas; también calzado, en el piso y varias mujeres escogían qué llevarse.
Frente a las escaleras de la entrada de la iglesia está una camioneta de Farmacias del Ahorro, que ofrece “orientación médica gratuita”. Al otro lado de la calle, en la glorieta, está la planta purificadora de la Marina.
Detrás de la iglesia hay un gran cuarto, donde está instalado el comedor comunitario. A las 2 de la tarde iban a empezar a entregar comida, pero varios damnificados ya disfrutaban de los tacos al pastor que ofreció gratuitamente el restaurante Tarascos, en su sucursal de Costa Azul, cerca de la glorieta.
Dentro de la iglesia, que no sufrió daños importantes, indicó el padre Leonardo, hay unas seis computadoras en las que hay internet de Telmex. Los conectores de luz se llenan por los celulares de los damnificados y de los vecinos de Costa Azul, porque aún no hay luz en la colonia de la clase media y media alta.
“Hemos recibido apoyo de unidad médica móvil, sin costo, Dif nacional, Dif Aguascalientes y Dif del gobierno estatal. Nos han enviado baños móviles, regaderas, también despensas, agua para poder, de una u otra manera, asistir en las necesidades de todos los albergados aquí”, contó el padre Leonardo.
Indicó que los usuarios de los servicios son afectados que viven “son, sobre todo, de la parte alta de Praderas de Costa Azul, Barrio Negro, Poblado Vista Hermosa, colonia Galeana, San José de la Montaña y Balcones de Costa Azul”.
A mediodía de este viernes se notó mucho movimiento de personas, por todos los servicios que se concentran en esta glorieta, donde se mezclan afectados, autoridades, feligreses católicos y voluntarios.
Pero “por la noche disminuye todo y pues sí se vive con un poquito de miedo. Se vive el resguardo de ciertas colonias, de ciertas casas, por miedo a los saqueos que se dicen”, dijo el párroco.
“Hasta ahorita, en Costa Azul no hemos escuchado, nosotros como Iglesia, que exista ello, pero sí muchas familias tienen sus casas resguardadas por miedo a los saqueos”, señaló el padre y negó que hubiera barricadas en la colonia.
El padre Leonardo Morales es acapulqueño de nacimiento, lleva ocho años al frente de la iglesia de Costa Azul y tuvo miedo el día del huracán, “pero no hemos tenido la oportunidad de asimilarlo completamente, porque estamos en responder primero a la urgencia, a las necesidades de la iglesia y del pueblo de Dios que necesita”.