Lourdes Chávez
Chilpancingo
Académicos criticaron que las decisiones sobre la reconstrucción de Acapulco por la devastación del impacto del huracán Otis, se realicen a puerta cerrada, sin participación de la sociedad civil, y que autoridades de los tres niveles de gobierno mantengan los planes y programas de inversión sin considerar qué fenómenos con esa intensidad se prevén más frecuentes.
En el seminario virtual Capital y Derechos de la Naturaleza y de la Humanidad en México y Nuestra América, el doctor Octavio Klimek Alcaraz señaló que la información oficial destaca que el Centro de Convenciones no fue dañado por el huracán, que implica la permanencia del proyecto para convertirlo en un hospital del ISSSTE, pese a los daños que tuvieron otros hospitales, y que éste se encuentra en la primera línea costera.
El investigador de Ciencias Socioambientales en UACM, Iván Azuara Monter, confirmó que “hasta cierto punto es insultante para la comunidad que continúen como si nada, con los planes y programas de inversión”.
Compartió con la universitaria Dulce Quintero Romero, en que se banaliza la tragedia cuando se educa a la sociedad a través de consumos mediáticos, cuando se destaca la rapiña sobre los actos solidarios que ayudar a construir el empoderamiento social y la solución en que debe trabajar Estado y sociedad, la cual no se está dando.
Aunque, aclaró que la participación social sí está es discurso “porque finalmente se hacen reuniones a puerta cerrada”.
Aclaró que la actuación institucional no ayuda a una atención del desastre y mucho menos a una perspectiva de prevención y de discusiones abiertas con todos los sectores.
Añadió que la academia puede trabajar rutas de prevención de cambio de las políticas de uso de suelo, para restaurar lo que se ha perdido y, al menos frenar las tendencias.
Precisó que será muy difícil revertir las tendencias de daños ambientales, “a menos que haya un cambio de paradigma que implican acciones contra el extractivismo, de destrucción, de apuntalar ciertos sectores, por encima de los más vulnerables, que no están en la agenda”.
De la Universidad Autónoma de Tabasco, Lilia María Gama Campillo, reconoció que en su estado fueron necesarias muchas inundaciones para que las personas comenzaran a entender la necesidad de que las alcantarillas deben permanecer limpias de basura para que sus casas no se inunden.
Pero antes experiencias como a de Acapulco y otros estados, añadió que ya no es tiempo para continuar la vida tal y como estaba, “es el momento de seguir el camino con estos cambios que nosotros hemos hecho, para tener la posibilidad de una mejor situación con las experiencias que estamos viviendo, y creo que es momento de que investigadores, académicos, universidades sean el paradigma que apoye estos cambios, (pero) no siempre hay apertura (del gobierno) para poder hacer su aporte”.
Ante la vulnerabilidad en las zonas costeras, el profesor Daniel Rodríguez Vázquez, propuso acompañar la agenda política con la agenda científica, “la cuestión es, si hay apertura al trabajo de las universidades”.
Propuso elaborar un plan a partir de una convocatoria amplia a las universidades, de carácter integral, y para ello se tiene que democratizar la gestión del territorio, es decir, “que la economía de enclave, como es el turismo en este caso, sirva a las comunidades, no en las dinámicas de dependencia de devastación y destrucción, así no puede haber integralidad”.
Pero, aclaró que la vinculación social está muy descuidada, “está en el discurso muy retirado, pero desde la lógica de “ustedes dependen de lo que hagamos nosotros’, a propósito de la visita presidencial. Se busca a la sociedad más como un soporte a la legitimidad que para determinar cómo decidir, para decir en nombre dé y a pesar de la sociedad misma”.
Llamó a repensar los rubros de atención en un plan de recuperación, que tendría que ser a partir de discusiones abiertas, con todos los sectores, en el sentido no solo de necesidades, sino de los derechos civiles y políticos a participar, a manifestarse, a organizarse que hay todo
Sin embargo, denunció el gobierno tiene una interpretación de los derechos humanos como una gama de necesidades, y no parte en que hay que decidir y participar, y en Acapulco, tendríamos que “trascender del nihilismo de solo proteger al turismo, para poder reactivar la economía”.
Del Instituto Tecnológico de Acapulco, el profesor Manuel Ignacio Ruz confirmó que falta voluntad política del Estado para poder generar proceso cambios, que pasan forzosamente por la democratización de las políticas públicas “porque el riesgo (climático) no es estático, es dinámico”.
Señaló la necesidad de incorporar la gestión de riesgo al desarrollo urbano, porque las autoridades no han aceptado aún que el desarrollo urbano va ligado con el Ordenamiento Ecológico Territorial y con el Atlas de Riesgo.
Enfatizó que el Atlas de riesgo no solo tiene que ver con la topografía, “lo importante son quienes que viven ahí, y no una política de palpación adecuada, con censos de población vulnerable, con edades y las enfermedades crónico degenerativas. Eso es fundamental para poder generar ese tipo de proceso de adaptación ante la gestión de desastres”.
Indicó que otro aspecto inevitable, es repensar el desarrollo económico de la ciudad. “Acapulco debe tener una visión más diversa del turismo, nuestro pasado nos vincula como un lugar comercial, un sitio que no ha sido explotado de manera adecuada, con todo este fondo que es el océano pacífico para reactivar la economía”.
Por otro lado, indicó que no hay política de transparencia que indique en qué se usan los recursos públicos, pero sí actuaciones arbitrarias. Aseguró que un secretario de Protección Civil Municipal fue removido por la autoridad estatal por cuestionar la construcción de una unidad habitacional ‘porque estaba espantando la inversión’”.
La doctora Dulce María Quintero Romero que el Otis debería servir para la elaboración de una agenda pública, para saber qué hacer antes, durante y después del desastre.