Son necesarios memoriales públicos para los desaparecidos, plantea un nieto de Rosendo Radilla

Jacob Morales Antonio

Chilpancingo

En la inauguración de la exposición Huellas, pasos por la memoria, la verdad y la justicia, el nieto del líder campesino desaparecido por el Ejército en 1974, Rosendo Radilla Pacheco, Roberto Arellano Radilla expresó la necesidad de tener memoriales de las víctimas y desaparecidos en zonas públicas, para no olvidar y para la lucha política.
Previo a la inauguración de la exposición en el museo José Juárez de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), el nieto de Radilla Pacheco participó en una mesa con el tema Memoriales para la lucha política, donde dijo que son necesarios para recordar a las víctimas, como el recuerdo que las familias tienen en casa de ellos, una foto u otros objetos.
“La ciudad debería tener estos espacios de conmemoración, no igual como los tiene el hogar, tener sobre todo el apego y la apropiación de los espacios en la ciudad”, propuso.
Dijo que en América Latina hay cinco sitios públicos distintos, pero ninguno en México pese a la situación y las historias de las víctimas, destacó el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado en Buenos Aires, Argentina, que se creó en 1998 para “conmemorar a los detenidos y desaparecidos del periodo de 1969 al 1983. Un espacio abierto que contiene placas de mujeres, hombres, niñas, niños, víctimas de la violencia ejercida por el Estado, donde se reconocen estos hechos.
Otro es el memorial del Ojo que Llora, uno de los más famosos que está en Lima, Perú, que también es un espacio abierto en un parque convertido en un lugar escultórico. Otro es el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile construido en 2010, que da visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura de 1973 a 1990.
El Museo de la casa de la memoria de Medellín fue creado en 2006, es un espacio cerrado y también en el exterior, otro es el Museo de la Memoria y la Tolerancia de México pero está en un espacio cerrado y financiado desde el extranjero.
Se preguntó “¿por qué en Guerrero no tenemos todavía estos espacios consolidados?, en primera porque tiene que venir desde la sociedad, de los colectivos, difícilmente va a venir desde un proyecto de Estado por su condición de ser Estado, pero que en el caso de estos países ha sido muy benéfico también para el mismo Estado reconocer su culpabilidad”.
Consideró que estos memoriales también ayudarían a tener mayor empatía entre la sociedad, “que es el objetivo principal de estas exposiciones y sobre todo de estos lugares. Es ponernos en los zapatos del otro”.
El nieto de Radilla Pacheco mencionó que en el caso de Guerrero de las mil 200 personas que fueron víctimas de desaparición forzada en México, 473 eran de Atoyac, el 40 por ciento, “tenemos que tener este tipo de espacios no sólo en Atoyac, también en la capital de Guerrero porque por todos lados nos está pasando esto”.
Agregó que la creación de estos espacios de conmemoración de los familiares de desaparecidos posibilita la transmisión intergeneracional de la memoria, en este caso del periodo de terrorismo de Estado o guerra sucia, el acceso público a un archivo histórico, la creación de un espacio museográfico y la construcción de un monumento en la plaza pública de Atoyac para recordar a los a los desaparecidos. “Un Memorial puede convertirse en un catalizador del diálogo político”.

Sin las familias no

En la mesa estuvo la doctora y profesora de la UACM, Evangelina Sánchez Serrano, quien participó con el tema Sin las familias no, expresó que la fuerza para recuperar la memoria de las víctimas es el trabajo de los colectivos, de las organizaciones.
La académica llamó a la sociedad a reflexionar sobre los candidatos a la presidencia y el resto de los políticos, que no van hacer algo por las víctimas de desaparición forzada. Dijo que lo menos que pueden hacer las personas es ser empáticos con el dolor de los familiares de desaparecidos.
Dijo que el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa visibiliza el gran problema de desaparición forzada en el estado y el país, que es un delito de lesa humanidad. El gobierno “está ocultando su responsabilidad” porque hay una cadena de mando y hay responsabilidades compartidas, y al igual que los colectivos de toda América lo que buscan es justicia y verdad.