Campesinos y sobrevivientes de Aguas Blancas, en un retén informativo en Coyuca de Benítez

Rocío Luna Castro

Viudas, deudos y sobrevivientes de la masacre de Aguas Blancas, miembros de la Organización Popular de Productores de Costa Grande y ejidatarios de Lomas de Chapultepec, hicieron ayer un retén informativo en la carretera federal Acapulco Zihuatanejo, en Coyuca de Benítez, donde entregaron volantes a conductores, y se manifestaron pacíficamente en contra de la represión en San Salvador Atenco.
Además exigieron la libertad del dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), Ignacio del Valle, que el pasado jueves fue recluido en la cárcel de máxima seguridad La Palmar (Almoloya), así como de cerca de 200 detenidos.
El asesor jurídico viudas, deudos y sobrevivientes del caso de aguas Bancas, José Sánchez dijo que el retén informativo de este domingo es parte de las acciones de La Otra Campaña, coordinadas a nivel nacional.
Asimismo dijo que se solidarizan con la coronela Aurora del Ejercito Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), Gloria Arenas Agís, quien el 5 de mayo se declaró en huelga de hambre exigiendo la liberación de los presos políticos de San Salvador Atenco.
El dirigente de Organización Popular de Productores de Costa Grande –formada con campesinos que pertenecieron a la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS)–, Luis Olivares Enríquez explicó que el jueves las organizaciones tuvieron una reunión en Agua Caliente “donde se programó por Internet una acción simultánea a nivel nacional en apoyo a los presos de Atenco, con la finalidad de “parar la represión y que vea el gobierno también que hay respuesta a nivel nacional”.
Comentó que las organizaciones que participaron en el retén en Coyuca de Benítez son parte de La Otra Campaña, y el 16 de abril, durante la gira del subcomandante Marcos, se reunieron con él en la trituradora que los campesinos tienen tomada, en la carretera a Aguas Blancas, y ahí se habló de la unidad de los movimientos.
Por su parte el dirigente del Ejido de Lomas de Chapultepec, Lauro Torres Valeriano, dijo sobre la represión en San Salvador Atenco: “No estamos de acuerdo, no aceptamos ese tipo de gobierno no se vale valerse de la ocasión, no porque tengan el poder en sus manos hagan de él lo que a ellos se les venga en gana”.
Hizo una llamado a la “no represión”, y recordó que los campesinos de Lomas de Chapultepec fueron despojados de 940 hectáreas, que pasaron al Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento Ejidal (Fifonafe).
José Sánchez dijo que enviará un documento tanto al dirigente estatal del PRD, Sebastián de la Rosa, como al dirigente nacional, Leonel Cota Montaño, recordándoles los principios y las condiciones con las que nació el partido y que “no se están cumpliendo”, porque donde gobierna el PRD se vive un “régimen represor”.

 

Plantón de viudas y deudos de Aguas Blancas para exigir indemnización y becas

Teresa de la Cruz Chilpancingo

Viudas, deudos y sobrevivientes de la masacre de Aguas Blancas, se plantaron ayer afuera del Palacio de Gobierno, en demanda de que el gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo nombre a una comisión de funcionarios para que comience a fijar el monto de la indemnización que ofreció entregar la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) para reparar el daño.
Asimismo, pidieron el pago inmediato de las becas para los hijos de los 17 campesinos asesinados y las pensiones que recibían las viudas y sobrevivientes, porque desde hace un año, la actual administración les retuvo ese recurso.
Cerca de las 10 de la mañana de ayer, poco más de medio centenar de viudas, familiares, viudas y sobrevivientes de la matanza del 28 de junio de 1995, llegaron a la sede del Poder Ejecutivo y se plantaron en la entrada principal hasta que una comisión fue atendida por el subsecretario para Asuntos Políticos, Guillermo Ramírez Ramos y por el coordinador de Enlace con Organizaciones Sociales, Rubén Ponce.
Entrevistado antes de ese encuentro, el abogado, José Sánchez Sánchez dijo que a propuesta del secretario particular de Torreblanca, Julio Ortega, Aguirre Ponce y Ramírez Ramo, debía de dar una respuesta a su petición del pago de becas y pensiones.
Sin embargo, afirmó que decidieron plantarse para que el gobernador nombre a una comisión de funcionarios estatales que se encarguen de determinar el monto que habrán de recibir sus representados, por concepto de indemnización, porque la Femospp dijo que estaba dispuesta a pagar.
Luego de la reunión, dijo que los funcionarios estatal es se comprometieron que entregarán proyectos productivos a los sobrevivientes y viudas; en tanto que la próxima semana les avisarán cuándo los atenderá personalmente el gobernador.

Amplio espacio a la matanza de Aguas Blancas en un libro de ex corresponsales del New York Times

 

 En Estados Unidos y Canadá comenzó a circular el libro Opening Mexico. The making of a democracy, que puede traducirse como La apertura en México. La construcción de la democracia, de los periodistas Julia Preston y Sam Dillon, que le dedican un amplio espacio a la matanza de Aguas Blancas.

Entre 1990 y 1995 ambos fueron corresponsales en México del influyente diario estadunidense The New York Times, y ganaron el prestigioso premio Pulitzer por un polémico trabajo sobre el narcotráfico en México.

Platiqué con Julia varias veces por teléfono, y Sam vino a Acapulco en un par de ocasiones en las cuales me hizo preguntas en torno a la matanza de Aguas Blancas y sobre Guerrero, lo mismo que a la reportera Maribel Gutiérrez.

Sam Dillon atendía, además, a diversas iniciativas de periodistas mexicanos para analizar la situación de nuestro oficio. Siguió de cerca la creación de la, a la postre efímera, Sociedad de Periodistas, en la que partipé junto con Jesús Blancornelas, Raymundo Riva Palacio, Jorge Zepeda Patterson, Rossana Fuentes-Beraín y varios compañros del gremio. Para su despedida del país, Preston y Dillon organizaron un reven en la casa de la Corresponsalía en las Lomas de Chapultepec, en la que vi a mis amigos de los albores de La Jornada: el reportero Víctor Avilés –el coordinador de Comunicación Social del IFE en los tiempos de Woldenberg et al.; el fotógrafo Pedro Valtierra, quien mantiene en lo alto a su agencia Cuartoscuro; al reportero Ignacio Rodríguez Reyna, ahora director general editorial adjunto de El Universal, y director general de La Revista; y a Viétnika Batres, quien me introdujo –jovencísima en 1985– en el arte de la corrección de galeras –mi primer trabajo en un periódico– y que está ahora asimismo en La Revista con Nacho.

También estaban el ya mencionado Jorge Zepeda y Dennise Dresser, y la comunidad de corresponsales extranjeros.

Nuestro articulista Cuauhtémoc Sandoval Ramírez –quien por su trabajo en el área de relaciones internacionales del CEN del PRD viaja seguido a Estados Unidos– nos regaló un ejemplar del libro de Preston y Dillon. Es una obra periodística, dirigida a un amplio público estadunidense más que a los académicos. No he tenido oportunidad de leer completo un libro que será de lectura obligada en el país ahora que se traduzca, por el perfil profesional de sus autores.

El mismo Cuauhtémoc Sandoval –siguiendo el dicho de con el remedio dar el trapito– se ocupó de enviar una traducción libre de la obra editada por Farrar, Straus and Giroux, con sede en Nueva York, de parte relativa a la matanza de Aguas Blancas. Aquí publicamos una primera parte, con una corrección adicional mía, incluidos los paréntesis y la nota final de contexto. (Juan Angulo Osorio).

*****

Le llamaban Aguas Blancas por el arroyo que fluía desde una presa enmalezada durante la temporada de lluvias y cruzaba el camino empedrado. Sólo en un país de campesinos tan pobres como los de las calurosas cuestas de la sierra de Guerrero, en donde cada pizca de tierra era examinada por campesinos para ver si había posibilidades de sembrar, un sitio tan solitario podría tener un nombre. La ciudad más cercano era Coyuca de Benítez, un pueblo pobre en donde los habitantes habían vivido por generaciones en un estado de levantamiento en contra del régimen del PRI. En los años 90 su resistencia había tomado la forma de un grupo llamado Organización Campesina de la Sierra del Sur (conocida por sus siglas en español como OCSS), la cual tuvo enfrentamientos con el gobierno por la posesión de la tierras, los salarios de los profesores, la violencia de la policía, la tala incontrolada, y arrestos arbitrarios de los ciudadanos que protestaban por cualquiera de las razones arriba mencionadas.

El gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer fue otro verdugo del sistema: cuatro de sus ascendientes habían servido como gobernadores de Guerrero. Ellos regían al estado como si fuera un rancho y cuando en los años 70, un grupo de campesinos y maestros de escuela tomaron las armas en rebelión, Rubén Figueroa Figueroa, el cuarto y más poderoso de ellos, llamó a los militares y los aniquiló. Figueroa Figueroa viajaba alrededor del estado con un sarape y un sombrero de fieltro de ala ancha. Le gustaba que le tomaran fotos cargando su rifle junto a seis pistoleros antes de encontrarse con electores durante su recorrido.

Para resumir su doctrina antiinsurgente, Figueroa Figueroa solía decir: “Hay un dicho mexicano que dice que cuando tu matas a un perro rabioso, matas la rabia. Bueno, cuando tu matas a un guerrillero, matas a la guerra de guerrillas”. En una ocasión fue secuestrado por rebeldes (se refiere a la guerrilla de Lucio Cabañas) con quienes se había reunido para lograr una negociación de paz. El secuestro fue considerada como una traición que endureció la actitud de su hijo Rubén hacia los opositores al gobierno priísta.

Rubén Figueroa Alcocer, el más joven, guiaba su gobierno por el principio “mucha policía, poca política”, según el periodista Juan Angulo, uno de los pocos editores en el estado que se atreve a criticar regularmente a los Figueroa. A Figueroa Alcocer le gustaba pregonar como atributo que era compadre del presidente Ernesto Zedillo. Normalmente eso significaba que Zedillo había bautizado o era padrino de hijos de Figueroa o viceversa; pero en el caso del gobernador de Guerrero, parecía ser que Zedillo había asistido en una ocasión a una boda de la familia Figueroa. En todo caso, Zedillo nunca contradijo a Figueroa, y los líderes del PRI creían que el presidente admiraba en secreto lo que pensaba que era el toque especial de Figueroa, tan diferente al suyo.

En la mañana del 28 de junio de 1995, dos docenas de campesinos de la OCSS, junto con, tal vez, una docena de pasajeros, se agolparon en la parte trasera de una camieneta azul para ganado con el propósito de dirigirse a un pueblo cercano (Atoyac) para protestar. Al llegar a Aguas Blancas, encontraron el camino bloqueado por docenas de policías estatales en uniformes negros, armados con rifles de combate, quienes salían de los arbustos de los alrededores. La policía ordenó a los campesinos que se bajaran de la camioneta, y éstos comenzaron a brincar de la misma. De repente se escucharon tiros, y la policía comenzó a disparar. Entonces se inició un tiroteo con rifles, tan denso como si hubiera sido una explosión.

Al término del tiroteo, la sangre escurría de la camioneta, y cuerpos inmóviles yacían en el camino. Eran 17 los muertos. Otras 20 personas estaban heridas, algunas gravemente pero sobrevivieron, y otros tantos pasajeros no sufrieron heridas.

Los testigos dieron                                     detalles del tiroteo a los reporteros. Coincidían en que ninguno en el camión había disparado pistola alguna y que incluso, no iban armados. La policía había iniciado el fuego para matar, siguiendo una orden precisa. Los sobrevivientes reconocieron a algunos altos policías del estado y funcionarios de la Procuraduría entre quienes comandaron la operación. También vieron que Mario Arturo Acosta Chaparro, un general del ejército bien conocido por los campesinos por su papel en el aplastamiento de la guerrilla en la generación anterior, llegó en helicóptero para inspeccionar la escena después del tiroteo. Varios de los heridos también recordaron al hombre que se inclinaba hacia ellos no para ayudarlos mientras sangraban, sino para filmar sus heridas con una cámara de video.

Por la tarde, el gobernador Figueroa había mandado un comunicado a la televisión local y nacional, un video borroso apoyando su                                     relato de lo sucedido. El video muestra un hombre en camisa blanca, visto desde atrás, dirigiendo una pistola hacia un policía uniformado: el campesino del grupo radical, decía la voz que relataba. El video de Figueroa no incluye la película del verdadero tiroteo, pero tiene imágenes de campesinos muertos tendidos a lo largo del camino con pistola en mano. Figueroa dijo que él había enviado a la policía a Aguas Blancas para comprometer a los campesinos al diálogo y “disuadirlos de su misión” de asistir a la manifestación en contra del gobierno. El tiroteo había comenzado, dijo, con una “agresión” en contra de la policía.

En las primeras horas del día siguiente comenzó a deshacerse esa versión del gobernador. El Sol, un periódico de Acapulco, publicó dos grandes fotografías en su portada. Una a color, tomada por un fotógrafo del mismo periódico (Martín Gómez Muñoz), el primero en llegar a la escena, y que presentaba a un campesino asesinado extendido boca abajo en el lodo. La otra era blanco y negro del mismo hombre retratado horas después, pero en su mano ahora portaba una pistola. El Sol nunca se había caracterizado por sus reportajes críticos, pero en esta ocasión hasta sus complacientes reporteros se habían sentido ofendidos                                     y decepcionados por la acción de las fuerzas de seguridad.

La maquinaria del PRI se puso a trabajar para difundir la versión de Figueroa, sobornando a la prensa y hostigando a los testigos, cuyos relatos fueron enterrados rápidamente. Figueroa le entregó la investigación del caso a un fiscal que era su socio de negocios y que era comandante de la policía (Adrián Vega Cornejo). Este primer fiscal le dio carpetazo a la indagación en tres dias, arrestando a 14 policías del estado del rango más bajo y sustentando la tesis de que la policía había actuado para repeler el ataque.

El presidente Zedillo declaró que la masacre era un asunto de las autoridades del estado, y que, consistentemente con sus principios, él había prometido no interferir.

Fue entonces cuando Samuel del Villar se involucró en el asunto. Abogado y profesor de derecho con un doctorado en la Escuela de Leyes de Harvard, Del Villar había actuado desde 1988 como asesor legal de Cuauhtémoc Cárdenas y del PRD. Del Villar creía, al igual que Zedillo, que México necesitaba reforzar el dominio de las leyes, pero él había llegado a esa convicción decadas antes que el presidente. Cuando Del Villar regresó a México de Cambridge en 1971, a los 26 años, comenzó a pensar que la forma de cambiar a México era fortaleciendo a la Suprema Corte. Su mentor era Jesús Reyes Heroles, el distinguido político del PRI quien luego se convertiría en secretario de Gobernación.

Un día Del Villar le preguntó a Reyes Heroles: “¿Por qué no buscas ser el pesidente de la Suprema Corte?”. Imaginaba que un hombre brillante como Reyes Heroles podría jugar el papel de John Marshall en el siglo XIX en Estados Unidos, quien conquistó la independencia para el poder judicial y le dio influencia en la sociedad.

Pero Reyes Heroles únicamente se rió. “¿Estás loco?” le preguntó. “Estar en la Suprema Corte es estar en ningún lado, en el limbo”. Fue entonces cuando Del Villar se dio cuenta del escaso valor de la ley en la cultura mexicana.

Aunque Del Villar se unió al PRI, como comúnmente lo hacían los mexicanos ambiciosos, en los años 70 escribió una serie de ensayos sobre los efectos corrosivos del sistema autoritario sobre el tejido legal de la sociedad. Basándose en los escritos de Del Villar, Miguel de la Madrid lo nombró en un cargo como quien pudiera ser el primer zar anticorrupción en México. Pero el compromiso de De la Madrid con la causa pronto cesó y Del Villar dejó el gobierno federal. En 1988 se unió a las fuerzas de Cuauhtémoc Cárdenas, movido por el aire natural de probidad de éste.

Para 1995 Del Villar se había convertido en un disidente intelectual cincuentón, un fumador cuyas palabras se divulgaban                                     cuando se trataba de algún tema que lo intrigara. Como profesor, era filosófico y generalmente muy gracioso, pero en la práctica legal era notoriamente necio.

Designado por el PRD para representar a                                     las viudas de las víctimas, Del Villar viajó a Guerrero para entrevistar a testigos en las humildes casas donde vivían. En esa ocasión Del Villar concluyó que se estaba enfrentando a dos crímenes premeditados: asesinato masivo y encubrimiento, y que ambos probablemente involucraban al mismo gobernador Figueroa. “Lo que le hicieron a esos hombres fue un fusilamiento”, dijo del Villar, “una ejecución simple y llanamente”.

El 7 de julio presentó un reporte en la oficina del procurador general en la ciudad de México, tratando de persuadir a los    investigadores federales de que intervinieran en el caso. Su petición fue rechazada en cuatro días sin explicación alguna. Sin embargo, un mes después, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (creada en el gobierno de Salinas) publicó un reporte que apoyaba el punto de vista de Del Villar. La investigación probaba que la policía había sembrado pistolas a las víctimas, destruyendo la tesis de Figueroa de que las víctimas habían sido los agresores. La Comisión recomendó que el fiscal original de Guerrero fuera juzgado por encubrimiento. Pero se abstuvo de hacer cargos contra el gobernador Figueroa.

Los meses pasaron y varios fiscales especiales en Guerrero, todos nombrados por Figueroa, fueron y vinieron. Del Villar archivó cada petición, informe y queja que pudiera utilizar en el estado y en los tribunales federales, mostrando toda su imaginación legal para tratar de forzar a las autoridades de expandir la investigación y alejarla de la influencia de Figueroa. Viajó al estado alojándose en hoteles de los pueblos, reuniendo documentos e interrogando a testigos. Descubrió, por ejemplo, que Figueroa se había reunido en privado con empresarios de Guerrero en el Palacio de Gobierno dos días antes de la masacre, en donde dijo que tenía informes de inteligencia que indicaban que líderes de la OCSS estaban organizando clandestinamente una nueva guerrilla y que ésta se financiaría a ella misma mediante secuestros. Figueroa había asegurado a los empresarios que él estaba tomando medidas para enfrentar la amenaza.*

* Se refiere a una reunión reportada por el diario de circulación nacional El Financiero. En la nota de la reportera Claudia Villegas se destacaba la presencia en el encuentro del general Acosta Chaparro y del que fue poderoso secretario de Finanzas en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu, Edgar Elías Azar.

El mismo periódico Novedades de Acapulco informó de la reunión ocurrida dos días antes de la matanza, y resaltó que Edgar Elías salió corriendo y que se negó a responder a preguntas de reporteros que merodeaban en el Palacio de Gobierno.

Pide viuda de Aguas Blancas recibir el mismo apoyo que quienes se fueron al PRI

 

 Por no militar en el partido y exigir que se aclare el caso recibe sólo 2 mil 400 pesos de pensión, denuncia Paula Mendoza

 Redacción

La viuda de uno de los 17 campesinos asesinados en el vado de Aguas Blancas, el 28 de junio de 1995, Francisco Rogel Gervasio, Paula Mendoza Téllez, de 76 años de edad, pidió al gobernador René Juárez Cisneros el mismo apoyo económico que les dan a las otras viudas que se sumaron al PRI, pues ella nada más recibe 2 mil 400 pesos mensuales y las demás el doble, a cambio de no clamar castigo a los responsables de la masacre.

En una visita a la Redacción de El Sur, ayer por la tarde, Mendoza Téllez manifestó que la líder priísta de Atoyaquillo, María Díaz, representante del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, es quien dirige a las otras 16 viudas. “Me dice que no pida justicia, que me voltee con ella, que la acompañe, que de todos modos mi esposo ya murió, a cambio del dinero que reciben las demás”.

“Yo le contesto que no puedo decir cosas que no son, a ellas las obligaron a decir que sus esposos fueron los responsables, ellas me lo han dicho”, reveló.

“Primero me veo mis lágrimas para recibir dinero, en los 54 años de casada no supe de necesidades”, relató al tiempo que los ojos se le humedecieron.

Paula Mendoza Téllez dijo que la líder priísta María Díaz es viuda, pero no perdió a su esposo en la matanza de Aguas Blancas, murió por otras causas y aprovechó los hechos para pedir pensión.

La viuda pidió al gobernador René Juárez Cisneros que la reciba en audiencia para solicitarle apoyo para la construcción de su casa en la comunidad de Jalpa, Morelos, como se lo prometieron, pues está por caerse donde vive actualmente con su hija Nicolasa Rogel Mendoza, en Atoyaquillo, a causa de los pasados temblores.

José Sánchez Sánchez, abogado del caso Aguas Blancas, y quien acompañaba a la viuda, lamentó que desde hace dos años de que la Fiscalía Especial para Movientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) tomara el caso, no hay avances.

Sánchez Sánchez hizo un llamado a quienes integran las tres fracciones en que se ha dividido la Organización Campesina de la Sierra Sur (OCSS), dirigidas por Benigno Guzmán Martínez, Hilario Mesino Acosta y Virgilia Galeana García, a unirse en este aniversario número 9, “queremos buscar la unidad”.

Informó que pretenden entregarle una carta al arzobispo Felipe Aguirre Franco, este miércoles, en la que le pedirán que solicite que el caso de abra y se aplique la justicia.

El abogado del caso Aguas Blancas dijo que en caso de que gane un perredista la gubernatura del estado, los sobrevivientes le exigirán que abra el caso.

En un documento –del que dejaron copia en la redacción– que firman la viuda y el asesor jurídico manifiestan que a nueve años del aniversario de la masacre de Aguas Blancas, los autores intelectuales y algunos materiales no han sido castigados y gozan de total impunidad. y como prueba de ello está “el cacique mayor, el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, quien sigue decidiendo los destinos de la vida política de Guerrero al tratar de imponer como precandidato a gobernador a su ahijado corruptor, también conocido como el hombre del maletín, Héctor Vicario Castrejón, y que ahora apoya a Héctor Astudillo, a quien señalan como su incondicional”.

Señalan también que el PRD ha infiltrado a figueroístas como los ex diputados Zótico García Pastrana, César Flores Maldonado y el diputado local Heriberto Noriega Cantú, quienes ya se sumaron “a una precandidatura del PRD –la de Armando Chavarría Barrera- , con el afán de que de perder el PRI, la gubernatura no pierda el poder”.

Denunció       que los responsables intelectuales, como José Rubén Robles Catalán, Gustavo Olea Godoy, Rosendo Armijo de los Santos, Francisca Flores Rizo, Jesús Herrera Vélez, Antonio Alcocer Salazar y Mario Arturo Acosta Chaparro, gozan del presupuesto y del poder.

Dijo prever que en los próximos días se cierre el círculo de la impunidad al otorgarle los beneficios de la ley de normas mínimas, con lo que podrían salir libres el ex delegado de Gobernación que aún sigue preso, Esteban Mendoza Ramos, y cinco policías, quienes fueron trasladados hace algunos días a diferentes cárceles del estado para que cuando salgan libres no se hagan protestas.

El documento también lo entregarían a las organizaciones defensoras de los derechos humanos no gubernamentales, a los partidos políticos democráticos y a la OCSS, con copia al gobernador, al secretario general de Gobierno, Luis León Aponte, y al secretario de Asuntos Religiosos, Javier Bataz.

Sería magnífico que la Fiscalía retomara el caso Aguas Blancas: Del Villar

Aurelio Peláez “Sería magnífico” que la Fiscalía para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) retomara el caso de la matanza de Aguas Blancas, sostuvo Samuel del Villar, quien a finales de 1995 y en los primeros meses de 1996, fuera asesor de las viudas de los 17 campesinos asesinados en el vado.

Del Villar era entonces asesor jurídico del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, y estuvo al pendiente del trabajo de la Fiscalía para el caso, creada por el Congreso local –controlado por el gobierno estatal–, y dirigida por Alejandro Varela Vidales.

Al final de su investigación, entregada a mediados de febrero de 1996, Varela exoneró como responsables de la matanza al gobernador Rubén Figueroa Alcocer, a su ex secretario general de Gobierno, Rubén Robles Catalán; a su ex procurador Antonio Alcocer; a su ex subsecretario de Gobierno, Rosendo Armijo de los Santos, y a su ex director de la Policía Judicial, Gustavo Oleo Godoy.

Asimismo, remitió a la cárcel a 18 policías y cuatro funcionarios estatales.

La decisión de excluir de las penas a los funcionarios de primer nivel, fue protestada por del Villar, quien reclamó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que el gobierno federal atrajera el caso, pero ésta remitió la demanda a la PGR. “La Suprema Corte actuó entonces como una Comisión de Derechos Humanos”, recordó Villar, entrevistado ayer en este puerto, donde ofreció una conferencia a militantes perredistas, en ocasión de los 15 años de fundado del partido.

“Sería magnífico que la Femospp revisara las actuaciones que se hicieron en ese entonces en torno a la investigación de la matanza”, refirió del Villar.

Entre las exigencias principales de las viudas y los familiares de los muertos en Aguas Blancas, por una emboscada de la Policía Estatal, está la reapertura del caso y el enjuiciamiento de Rubén Figueroa y sus ex funcionarios.

Figueroa dejaría el gobierno en marzo de 1996, pero no como resultado de la investigación de la Fiscalía de Varela, sino por la difusión del video íntegro, en el noticiero Detrás de la Noticia, de Ricardo Rocha, en Televisa, y la indignación que esto provocó en el país. Así, ante las presiones del mismo gobierno federal, fue obligado a pedir licencia al cargo, pero no fue enjuiciado por la matanza.

Consultado sobre el trabajo de la Femospp, y su titular Ignacio Carrillo, Samuel del Villar dijo: “Lo veo bien, están haciendo su trabajo”.

Sería magnífico que la Fiscalía retomara el caso Aguas Blancas: Del Villar

 Aurelio Peláez “Sería magnífico” que la Fiscalía para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) retomara el caso de la matanza de Aguas Blancas, sostuvo Samuel del Villar, quien a finales de 1995 y en los primeros meses de 1996, fuera asesor de las viudas de los 17 campesinos asesinados en el vado.

Del Villar era entonces asesor jurídico del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, y estuvo al pendiente del trabajo de la Fiscalía para el caso, creada por el Congreso local –controlado por el gobierno estatal–, y dirigida por Alejandro Varela Vidales.

Al final de su investigación, entregada a mediados de febrero de 1996, Varela exoneró como responsables de la matanza al gobernador Rubén Figueroa Alcocer, a su ex secretario general de Gobierno, Rubén Robles Catalán; a su ex procurador Antonio Alcocer; a su ex subsecretario de Gobierno, Rosendo Armijo de los Santos, y a su ex director de la Policía Judicial, Gustavo Oleo Godoy.

Asimismo, remitió a la cárcel a 18 policías y cuatro funcionarios estatales.

La decisión de excluir de las penas a los funcionarios de primer nivel, fue protestada por del Villar, quien reclamó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que el gobierno federal atrajera el caso, pero ésta remitió la demanda a la PGR. “La Suprema Corte actuó entonces como una Comisión de Derechos Humanos”, recordó Villar, entrevistado ayer en este puerto, donde ofreció una conferencia a militantes perredistas, en ocasión de los 15 años de fundado del partido.

“Sería magnífico que la Femospp revisara las actuaciones que se hicieron en ese entonces en torno a la investigación de la matanza”, refirió del Villar.

Entre las exigencias principales de las viudas y los familiares de los muertos en Aguas Blancas, por una emboscada de la Policía Estatal, está la reapertura del caso y el enjuiciamiento de Rubén Figueroa y sus ex funcionarios.

Figueroa dejaría el gobierno en marzo de 1996, pero no como resultado de la investigación de la Fiscalía de Varela, sino por la difusión del video íntegro, en el noticiero Detrás de la Noticia, de Ricardo Rocha, en Televisa, y la indignación que esto provocó en el país. Así, ante las presiones del mismo gobierno federal, fue obligado a pedir licencia al cargo, pero no fue enjuiciado por la matanza.

Consultado sobre el trabajo de la Femospp, y su titular Ignacio Carrillo, Samuel del Villar dijo: “Lo veo bien, están haciendo su trabajo”.

Olvidan priístas que en sus filas hay “asesinos”, dice Martín Mora

Ezequiel Flores Contreras

Chilpancingo

El presidente de Comité Ejecutivo Estatal del PRD, Marín Mora Aguirre, acusó que los priístas olvidan que dentro de sus filas se encuentran asesinos, “como el actual líder estatal (Héctor Vicario Castrejón) y Rubén Figueroa Alcocer”, en respuesta a la declaración del candidato del PRI, Héctor Astudillo Flores, de que en su campaña no habrá “Bejaranos ni Ahumadas”.

Consideró que el PRI “no tiene calidad moral” para hablar de “transparencia y honestidad”, porque “si se les hurga tantito inmediatamente sale la pecina (lodo)”, y afirmó que “los dueños del PRI” tienen las manos manchadas de sangre por la matanza de Aguas Blancas.

El presidente estatal perredista dijo estar consciente de que el PRI utilizará el tema de los sobornos a militantes de su partido como estrategia de campaña, pero aseguró que están tranquilos porque el caso está bajo proceso judicial ante las autoridades.

“Los priístas han evitado que el dirigente del sindicato del Pemex, Carlos Romero Deschamps, y el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer sean enjuiciados, o por lo menos dejar que la autoridad los investigue, a uno por corrupto y al otro por asesino”, indicó Mora Aguirre, vía telefónica.

Exhortó a la nueva dirigencia del PRI en Guerrero y a su candidato a buscar otro tema para “desprestigiar al PRD” en este proceso electoral, porque la sociedad sabe “quién está dispuesto a  mentir” para mantener el poder.

Viudas, madres y sobrevivientes de Aguas Blancas, en el consulado de EU

* Piden que se cumpla la recomendación de la CIDH

* Denuncia persecución Mauro Hernández, el conductor del camión que fue baleado por policías del estado

Karina Contreras * A más de veinte días que se conmemore el octavo aniversario de la matanza de Aguas Blancas, familiares y sobrevivientes acudieron al consulado de Estados Unidos para entregar un documento en donde piden intervención para que los gobiernos federal y estatal acaten la recomendación             49/47 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que exige concluir las investigaciones para el castigo a los autores materiales e intelectuales de la masacre de campesinos el 28 de junio de 1995.

Los campesinos fueron acompañados por el abogado José Sánchez Sánchez, y en donde se pudo ver también al campesino Apolinar Ojedis, quien se encuentra en silla de ruedas, luego de que las balas de los policías motorizados le destrozaran la columna vertebral.

El sobreviviente Mauro Hernández Lozano, de Atoyaquillo, denunció que está siendo perseguido por presuntos paramilitares sin que debe nada. Señaló que durante ocho años no había tenido trabajo, pero ahora que lo tiene está siendo hostigado.

Precisó que desconocidos a bordo de un automóvil negro lo siguen y lo vigilan permanentemente, durante sus recorridos por la ruta de transporte en la que presta servicio público.

El sobreviviente, propietario y conductor de la camioneta en la que viajaban los campesinos el 28 de junio de 1995 y que fue baleada por los motorizados señaló que si le llegará a pasar algo el responsable sería el gobierno del estado.

Por su parte, el abogado José Sánchez Sánchez manifestó que desde noviembre el gobernador René Juárez Cisneros no los ha querido recibir. Señaló que esto les preocupa ya que temen que se vuelva a reprimir a los campesinos.

Señaló que hay una exagerada vigilancia hacia los campesinos por sicarios y paramilitares que los siguen en carros oscuros y sin placas y que les hace pensar que están tramando algo.

Sánchez dijo que si hay algún delito qué perseguir, pues que se actúe conforme a la ley, pero lo que no quieren es otro desaparecido como sucedió con Gilberto Romero Vázquez. Además no quieren que la situación en Coyuca se enrarezca más de lo que está.

Explicó que la protesta en el consulado estadounidense –ubicado en el hotel Emporio– es porque tiene influencias y puede presionar.

En el documento se le hace un recuento al cónsul estadounidense de los sucesos del 28 de junio de 1995. Le informan que desde hace ocho años han estado esperando que sean castigados el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer; el senador Héctor Vicario Castrejón, el ex secretario de Gobierno, José Rubén Robles Catalán, entre otros.

Piden que intervenga también para gestionar una audiencia con el gobierno estatal.

Sánchez Sánchez agregó que aunque el gobierno mandó a asesinar a más de 20 dirigentes y ofreció dinero para dividir, esto, no ha sido así. Una clara muestra –señaló– es que en la protesta de ayer estaban representados el 80 por ciento de los familiares y sobrevivientes.

Adelantó que para este 28 de junio –un aniversario más de la masacre– están tratando de llegar completamente unificados.

Sobre la petición de recursos económicos señaló que ese es un derecho y viene en la recomendación de la 49/47 de la CIDH, que señala que se debe indemnizar a los deudos y a los sobrevivientes de acuerdo a los estándares internacionales.

En la protesta participaron los familiares de dos sobrevivientes de la masacre que están presos en Acapulco, y los manifestantes exigen su libertad, pues son acusados de delitos fabricados: Gerónimo Hernández Refugio y Joviel Rafael Ventura.También, los familiares de Felipe Ayala, sobreviviente de la msacre de Aguas Blancas que fue asesinado el año pasado.