Aislado en una celda oscura y sin aire, pasó el vocero del Cecop ocho meses de reclusión en Acapulco

Entrevista a Marco Antonio Suástegui

El 4 de abril, el vocero del Ceop, Marco Antonio Suástegui,esposado, ingresa a la sala de juicios orales, en la Unidad de Atención Jurídica Integral en Acapulco . Foto: Carlos Alberto Carbajal

Perdió más de 20 kilos porque en la casa blanca, donde estuvo segregado de enero a agosto, no hay condiciones dignas, no le daban alimentos y el agua para beber no era potable

Maribel Gutiérrez

Segunda parte

Marco Antonio Suástegui Muñoz, durante la visita que el pasado 12 de agosto realizaron organizaciones de derechos humanos en el penal de Las Cruces en Acapulco. Foto: Tlachinolan

Con diez meses en la cárcel, el vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores la Presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz, denuncia que durante ocho meses fue sometido a condiciones de reclusión indignas, que agravaron los daños que le causaron la golpiza y tortura que le dieron policías ministeriales y estatales cuando fue detenido el 7 de enero.
Se encuentra ahora encarcelado junto a 16 presos del Cecop, de la Policía Comunitaria de Cacahuatepec y vecinos que no pertenecen a alguna organización, que son los que quedan de 38 que al principio fueron detenidos, de los cuales 25 llegaron al reclusorio; los otros salieron, la mayoría los primeros días y ocho el 21 de agosto por resolución de una juez.
Su figura se ve más alargada que antes, parece que sólo tiene los huesos y la piel, oscura, y el cabello corto casi a rape. Tiene ropa común, no viste uniforme de preso, pantalón gris claro y playera blanca y los tradicionales huaraches de correas cruzadas.
Cuando estaba en libertad pesaba 85 kilos, y en los primeros ocho meses de encierro en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Acapulco bajó 27 porque lo que le daban como alimentación era incomible. En los últimos dos meses se ha ido recuperando, y ahora pesa 65, y con 1.76 de altura parece alto y delgado.
Se ve débil y enfermo, debido a dolores que tiene en la columna y el abdomen, desde que fue torturado cuando fue detenido. Desde el 7 de enero no tuvo atención médica y su salud se fue deteriorando más.
Los diez meses, Suástegui ha estado segregado de la población penitenciaria, supuestamente para protegerlo, porque las autoridades no garantizan la seguridad.
Primero lo tuvieron en una celda oscura, totalmente cerrada, sin ventanas, caliente, y no le permitían ver la luz del sol.
El calabozo en que estuvo se localiza en la entrada del reclusorio, le llaman la casa blanca, y se compone de varios cuartos, algunos ocupados con estantes y lockers; en uno de esos estuvo Marco Antonio Suástegui con su hermano Vicente, en un cuartito como de 3 metros cuadrados, muy pequeño para dos personas.
Hace dos meses lo trasladaron a otra área, llamada la clínica de desintoxicación, donde sus condiciones de reclusión son mejores.
“Estuve ocho meses aislado, en una celda oscura, sin luz, sin ventilación, caliente, llamada la casa blanca”.
En entrevista, el vocero del Cecop describe las condiciones que ha tenido en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Acapulco.
“Nos detienen el 7 de enero, me traen al reclusorio como a las 7 de la noche, a un lugar que se llama el hospitalito. Llegamos seis: Nemesio Valeriano, Javier Melchor, Maximino Solís, Manuel Everardo, mi hermano Vicente Suástegui y yo.
“A las 11 de la noche nos cambian a la clínica de desintoxicación, no había más presos. Nos metieron a la celda, dormimos en el piso con mucho frío, algunos dormimos en el baño que estaba más caliente.
“El 10 de enero vino el director del Cereso, Hugo Vázquez Santos, me dijo que tenía visita, me sacó, me llevan a la casa blanca, me meten a la celda oscura, me encierran a mí y a mi hermano Vicente.
“Pregunté dónde está la visita. Era un engaño y una forma de tortura psicológica.
“Estuve 8 meses en esa celda, no me daban de comer, a las 8 de la mañana pasaban gritando ‘rancho’ (que es la comida que les dan a los presos), me paraba con mi plato, pero no llegaba nada, como hasta las 12 del día llevaban algo grasoso y frío que no se podía comer y tortillas duras. A la 1:30 otra vez pasaban gritando ‘rancho’, me levantaba con la esperanza de que llevaran comida, y nada, como las 5 llevaban otra vez comida fría y tortillas duras. Nos daban agua con rompetripas, que son larvas de moscos. Las visitas que iban a verme estaban tiradas en el piso porque no había donde sentarse”.
“A un policía le pedía que me dejara ver la luz del día”.
El Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan que lleva la defensa de los presos de Suástegui y de los otros presos del Cecop y de la Policía Comunitaria, presentó una denuncia de las condiciones carcelarias ante la juez de ejecución, con las demandas de trato digno, alimentación, atención a la salud y respeto al derecho de recibir visitas.
Las audiencias se realizaron el 3, 4 y 5 de abril, en la sala de ejecuciones y denunciaron las violaciones a los derechos humanos. La resolución de la juez Isis Peralta fue que Marco Antonio Suástegui fuera movido a una celda digna, que le dieran atención médica para curar los daños a la salud causados por la tortura, derecho a las visitas, alimentación y agua potable.
Reconoce Suástegui que después de esa resolución empezaron a darle dos horas al día para estar afuera de la casa blanca.
Pero todavía estuvo casi 5 meses en la celda oscura y sin ventilación. El 25 de agosto lo trasladan a la clínica de desintoxicación habilitada como celdas, donde se encuentra a la fecha.
La clínica es una edificación de un piso, pintada de blanco, con un patio en medio y salas a los lados que se usan como celdas.
“El 25 de agosto nos trasladaron a la clínica, aquí me dan de comer a la hora. Hace unos días cambiaron al director, es Justo Jiménez Loaeza, se ha portado bien, nos deja salir a actividades deportivas, hacer manualidades, es respetuoso de los derechos, baja diario a ver cómo estamos, le pedí atención médica, me revisaron, y dijo que me va llevar al hospital de El Quemado.
“La comida mejoró, es lentejas, frijoles o sopa de pasta, ya han traído pollo, caldo de res, y está sacando la basura del tiradero que está a pocos metros de la clínica”.

La batalla legal contra las condiciones carcelarias

El abogado Rogelio Téliz García, del Centro de Derechos Humanos e La Montaña Tlachinollan, uno de los defensores del vocero del Cecop, califica a la casa blanca como “un pequeño Cefereso”, o penal de máxima seguridad, donde las condiciones de internamiento “son difíciles”.
Ante las violaciones a los derechos de Marco Antonio Suástegui, se presentó la denuncia ante la juez de ejecución, y en las audiencias fueron batallas con las autoridades del penal, porque no reconocían las condiciones indignas de reclusión.
Después, la resolución de la juez fue débil, porque no ordena, sino que pide de favor a las autoridades administrativas que den un trato digno al preso. Por su parte, el director del Cereso argumentaba que no tenía espacio para Suástegui en otra celda.
Por eso tardó meses la salida de la casa blanca y su traslado a la clínica, donde está con los 16 presos del Cecop y la Comunitaria.
En realidad también ahí los presos están segregados del resto de la población penitenciaria, pero Téliz reconoce que las condiciones son mejores que en la celda oscura y sin ventilación de la casa blanca, además de que las autoridades del penal dicen que no pueden garantizar la seguridad en el área donde está el resto de los presos y que ahí estarían en peligro; frente a este argumento Marco Antonio Suástegui y sus abogados no insisten en el problema del aislamiento en que se encuentra.

En peligro de traslado

Las condiciones de Suástegui pueden empeorar en un reclusorio de máxima seguridad. “Me han querido trasladar, la psicóloga Gladimira Ocampo dijo que soy adicto a las drogas y al alcohol y que soy de alta peligrosidad. Le mandó un informe a la juez Isis Peralta, fue un estudio falso, nunca me entrevistó, nunca la he visto, lo hizo para que me trasladaran a un penal de máxima seguridad”, explica.
El peligro del traslado a un reclusorio de máxima seguridad es un temor de Marco Antonio Suástegui desde el día en que fue detenido, y lo llevaron al aeropuerto de Acapulco y los policías ministeriales le dijeron que estaba planeado su traslado a Nayarit. Ahí estuvo el vocero del Cecop más de un año, del 17 de junio de 2014 al 21 de agosto de 2015, aislado, sin agua ni comida para la alimentación sana ni atención médica ni derecho a visitas, igual que en Acapulco, pero con la desventaja adicional de que estaba lejos de su familia, de sus compañeros del movimiento contra la presa La Parota, de las organizaciones que lo apoyan y de sus defensores de Tlachinollan.

 

Fue torturado el 7 de enero y tres comunitarios fueron ejecutados, denuncia el vocero del Cecop

Entrevista a Marco Antonio Suástegui

El 7 de enero, en La Concepción, policías estatales se llevan detenido al vocero del Cecop Marco Antonio Suástegui .Foto: Carlos Alberto Carbajal

Desde la cárcel señala como responsable al coordinador de la Policía Ministerial, Esteban Maldonado

 

Maribel Gutiérrez

Primera parte

Desde el reclusorio de Acapulco, el vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz, habla de cómo fue detenido y torturado el 7 de enero, de la fabricación de delitos, y del asesinato de tres comunitarios de Cacahuatepec, que fueron ejecutados por policías ministeriales y estatales cuando ya estaban desarmados y sometidos.
Ese día, como a las 3 de madrugada, se dio un enfrentamiento armado en La Concepción, poblado de los Bienes comunales de Cacahuatepec, municipio de Acapulco, presuntamente entre policías comunitarios afines al Cecop y civiles armados del grupo contrario al Cecop, con saldo de dos comunitarios muertos y seis del grupo de sus adversarios. Después de las 10 de la mañana llegaron policías del estado, ministeriales y federales de la Gendarmería, así como efectivos del Ejército, que desataron una balacera y mataron a tres comunitarios más, y se llevaron detenidos a 38 miembros del Cecop, policías comunitarios y vecinos, incluyendo algunos que estaban encerrados en la comandancia de la Comunitaria para se reeducación.
Por el asesinato de los seis civiles, el vocero del Cecop está en la cárcel acusado de homicidio, igual que otros 18 presos.
Debido a la incomunicación y aislamiento en que se encontraba en la cárcel, después de casi 10 meses, en entrevista da a conocer su testimonio.
“El 6 de enero es la feria regional de La Concepción, bajé al baile como a las 9 o 10 de la noche, ya estaba mi hermano Vicente, mi hermano se sale del baile como a las 12:30 y yo me fui a Salsipuedes, donde estaba viviendo, a la 1:30”.
Segú versión del Cecop, a las 3 de la mañana se dio el ataque de civiles armados a la Policía Comunitaria, que tenía detenidos al comisario entrante Lucio Méndez, a Antonio Morales que presuntamente estaba planeando ataques al Cecop, y a un ex militar que estaba encabezando un grupo de sicarios apodado el chistorete. Se dio el enfrentamiento con resultado de ocho muertos por las dos partes.
Marco Antonio Suástegui señala que la gente del comisario atacó y mató a dos policías comunitarios, Ulises García Martínez y Eusebio Elacio Martínez.
De los seis muertos del grupo del comisario, el vocero del Cecop no tiene una versión propia, pero dice que estaban en la comisaría, entre ellos un hermano y un hijo del comisario.

El 7 de enero, el vocero del Cecop, Marco Antonio Suástegui Muñoz, llora ante los dos policías comunitarios asesinados a balazos, al lado de familiares y compañeros . Foto: Carlos Alberto Carbajal

“Regresé a las 7 de la mañana a La Concepción y vi los cuerpos tendidos de los dos policías comunitarios.

“A las 10:30 de la mañana llega la Policía del Estado cortando cartucho a la Policía Comunitaria, los cuerpos de los dos comunitarios estaban en la comandancia, comienzan a llegar policías comunitarios y compañeros del Cecop.
“Los policías estatales llegaron preguntando por el militar retirado que estaba preso. Los estatales se dirigieron a Marco Antonio, y les propuso que viniera el Ministerio Público para que hiciera las investigaciones de lo ocurrido”.
Según Marco Antonio Suástegui, a los 20 minutos llegan policías ministeriales, entre ellos el coordinador, Esteban Maldonado Palacios, y le dijo ‘quiero platicar contigo, en privado, Marco Antonio no aceptó, y Esteban Maldonado le dijo: traigo órdenes del gobernador de llevarlos vivos o muertos.
Maldonado dijo que iba a ver que había muertos. Marco Antonio le dijo “aquí hay dos muertos que son policías comunitarios, y no sé, al parecer hay otros”.
Esteban Maldonado le dijo a Marco Antonio “pídele a la gente del Cecop que se vaya y que se queden los comunitarios”, dijo que se iba a llevar los cuerpos, y los familiares aceptaron.
“Esteban Maldonado va a la comisaría, se regresa y pregunta quién es el comandante de la Policía Comunitaria, y se lo lleva a la Conasupo, ahí lo golpea, lo agarra del cuello y lo desarma”.
“Llega más policía estatal, después ministeriales , el Ejército y la Gendarmería.
“Dos policías comunitarios se meten a la comandancia, Alexis Santos y Feliciano Ascencio, se mete Esteban Maldonado con policías y les apuntan con sus armas.
“Alexis llevaba un arma quebrada, la suelta y levanta las manos, Feliciano suelta su arma y se hinca. Los dos estaban desarmados, rendidos, Alexis con las manos en alto y Feliciano hincado, y ahí los ejecutaron, los policías ministeriales les tiraron balazos por la espalda”.
“Otro policía comunitario, Crecenciano Everardo, estaba con su arma colgada al hombro, los estatales lo desarmaron y se lo llevaron desarmado rumbo a la Conasupo (en la misma área céntrica de La Concepción, enfrente de la comandancia de la Comunitaria y de la comisaría).
“Después de los dos ejecutados, me tiré al piso, por la ventana un policía me apunta con su arma, se acerca y me dice tú eres Marco Antonio Suástegui, y me iba a llevar pero tres mujeres me agarran.
“Se oyen disparos por la Conasupo, mataron a mansalva a Crecenciano (Tano), que ya estaba desarmado”.
“Después me llevaron con las manos atrás, un policía me preguntó: quién eres, le dije y gritó ‘paquete grande’, me llevaron hacia Agua Caliente en una camioneta. Me bajaron en el puente de la Moringa, me llevaron al monte, ahí me tenían tirado. Me interrogaron.
–Cómo te llamas.
–Marco Antonio Suástegui Muñoz.
–A qué te dedicas.
–Soy vocero del Cecop.
–A cuántos mataste anoche.
–A nadie, yo no uso armas.
–A qué grupo perteneces.
–A ninguno.
“En el área había muchos policías, pero tres hicieron el interrogatorio, un policía ministerial, uno estatal y un militar del Ejército.
“Un policía le dice a otro, oye, pareja, éste no disparó, y le contesta, dale un arma y que dispare”.
Un policía le pregunto:
–¿Ya te han tableado?
– No.
“Arranca un palo de moringa, me golpea en las piernas, glúteos, en la espalda”.
–De quién eres gente.
–De Zapata y Villa.
–Entonces aguantas más vergazos.
“Después de eso me torturaron, me patearon en todo el cuerpo, golpes en los testículos, en el abdomen, en todo el cuerpo patadas, hasta que me desmayé”.
–Hay que matarlo –dijo un policía.
–No, ya lo vio la prensa –respondió otro–, ya viene el helicóptero.
“Me llevaron en helicóptero, al aeropuerto de Acapulco, me dicen que me van a llevar a Nayarit, al penal de máxima seguridad, pero que hubo un problema con el avión.
“En el aeropuerto me suben a una camioneta blanca doble cabina, y ahí me golpearon otra vez los de la Ministerial, se subieron encima de mí, me lastimaron la columna, se sentaron encima de mí, tengo daños en el cuerpo, en la columna y tengo hernias”.
“Me llevaron a la Fiscalía central de Acapulco, llegamos como a las 5 de la tarde.
“En la Fiscalía estaba Esteban Maldonado, dijo: viene el mero verga de La Parota. Me enseña un paquete de droga, era mariguana, y me dice: mira lo que traías.
“Después nos dijeron que eran 620 carrujos de mariguana, la droga la sembró Esteban Maldonado, para acusarnos a los 38 detenidos de narcomenudeo en flagrancia, y así pudo pasarlos la Fiscalía, eran reeducados (detenidos por la Policía Comunitaria que están sometidos a un proceso de educación para convencerlos de que dejen de cometer ilícitos o cambien algún mal comportamiento), integrantes del Cecop, policías comunitarios, coordinadores y consejeros”.
“Desde las 2 de la tarde estaban ahí los otros detenidos, muy golpeados. Esteban Maldonado me dice: ven , quiero hacer un trato contigo. Le respondí: no hago tratos con mañosos, maldito asesino, mataste a los policías comunitarios que estaban desarmados”.
“Me trajo aquí, al Cereso, se bajó de una camioneta, y me bajaron aquí, eran como las 7 de la noche, me metieron al hospitalito”.
El hospitalito, es un área separada del resto del reclusorio, luego en el mismo lugar encerraron a sus compañeros Javier Melchor, Nemesio Valeriano, Maximino Solís, Manuel Everardo y a su hermano Vicente Suástegui.
Después pasaron a Marco Antonio Suástegui a otra área también separada del reclusorio, llamada la clínica.
El 9 de enero lo pasaron a la casa blanca, en la que no le permitieron salir ni ver la luz durante meses.
Ese día habló con él el comandante de la Ministerial de El Coloso, Carlos Ortiz, le informó que está acusado de homicidio de los seis civiles.
De las ejecuciones extrajudiciales de los tres comunitarios, detenciones con violencia, golpes y tortura, el encierro en condiciones indignas, los defensores del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, otros organismos no gubernamentales, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, (CRAC) a la que pertenece la Comunitaria de Cacahuatepec, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, recabaron testimonios y han emitido informes señalando las graves violaciones a los derechos humanos.