La violencia se ha normalizado y es parte de lo cotidiano en Guerrero: Filiberto Velázquez

 

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

En el Diálogo Nacional por la Paz que se realiza en la Universidad Iberoamericana, Campus Puebla, el director del Centro de Derechos de las Victimas de la Violencia Minerva Bello (Centro Minerva Bello), Filiberto Velázquez Florencio, planteó que en 17 años de violencia en Guerrero, ésta se ha normalizado y forma parte de nuestra vida cotidiana; “está en la Iglesia, en la política, en las fiscalías, en las escuelas, en la economía, en todos lados, y lo grave, en un pueblo desmovilizado”.
El encuentro se realiza este 21, 22 y 23 de septiembre; de Guerrero participan el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González; los encargados de la Pastoral Social de Acapulco, Chilpancingo y Tlapa, y la dirigente indígena de Pascala del Oro, municipio de San Luis Acatlán, Rubí Martínez Villa, en representación de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).
Entrevistado por teléfono, Velázquez Florencio, declaró que los participantes coincidieron que 17 años de violencia han generado una descomposición social y política, 92 asesinatos por día; 26 desapariciones, 11 mujeres son asesinadas, y ya suman tres mil fosas clandestinas y 240 colectivos de desaparecidos que buscan a sus familiares.
El prelado, reconoció que de Guerrero no se llevaron cifras de la violencia, pero que, es la misma descomposición social.
“La normalización de la violencia se vive a diario y Chilpancingo fue un ejemplo: ayer (el jueves) con los dos jóvenes atacados a balazos, tirados en el pavimento (frente al Mercado Baltasar R. Leyva Mancilla), mientras la gente despreocupada, paseándose de un lado a otro con sus bolsas de productos, sin que les causara ninguna preocupación”.
Dijo que lo grave no es que ya se haya normalizado la violencia entre los ciudadanos, sino que haya un pueblo desmovilizado ante esta violencia, la cultura punitiva y la percepción de la corrupción.
En el Diálogo Nacional por la Paz, el jueves se planteó el diagnóstico de la violencia que se vive en el país y en cada una de las entidades, en tanto que ayer se disertó sobre las “buenas prácticas de seguridad ciudadana” que sería un diálogo con ocho directores de policías locales que han logrado bajos índices delictivos en México, y en esta temática participaría en la tarde noche, la representante de la CRAC, Martínez Villa.
Este sábado se darán a conocer las conclusiones que serán parte de una agenda que los organizadores entregarán a los próximos candidatos a la presidenta de la República, informó Velázquez Florencio.
El prelado informó que en Guerrero la problemática de la violencia que genera el crimen organizado se ha insertado en las empresas que se dedican a la extracción de minerales a cielo abierto, en la tala inmoderada de árboles, “todo esto en detrimento de la actividad económica local que agudiza los problemas”.
Explicó que ante la gravedad del problema, la respuesta que se da es la intervención del Ejército, pero que no tiene una estrategia, “y aquí (en el Diálogo) se dijo que nos hemos llenado de cuarteles pero rodeados de la delincuencia y no pueden actuar para la prevención del delito”.
Mientras tanto, criticó que se hayan desmantelado a las policías municipales lo que ha venido a agudizar el problema, “en las propias fiscalías estatales no hay elementos capacitados para que se realicen investigaciones serias; hay muchos vacíos igual en los tribunales y en las cárceles”.
Algunas de las propuestas de solución que planteó el prelado fueron: Fortalecer a familia como instancia de educación y socialización; reconstruir los lazos de confianza y solidaridad en las comunidades; visibilizar y combatir la violencia contra la mujer; recuperar la institución y el sentido del orden; definir desde lo local la paz que se anhela, “porque no es lo mismo la paz que se anhela en Chilpancingo que la que se anhela en Ciudad Juárez, Chihuahua”.
Asimismo propuso fortalecer la habilidad para la solución de conflictos; el aporte de los pueblos indígenas en la construcción de la paz, el aporte de las religiones y la espiritualidad, y que el trabajo digno sea bien remunerado para que fortalezca el tejido social.
En tanto que las instituciones, dijo, deben crear condiciones económicas, políticas y educativas para la paz; que promuevan un sistema de seguridad desde abajo y articulado; que se elimine la tarea de las fuerzas armadas en las labores de seguridad públicas; fortalecer las policías municipales con un enfoque de proximidad, investigación e inteligencia, y conformar policías estatales que coadyuven de manera coordinada con las policías estatales.
Propuso que de parte del sistema de justicia, deben crearse instituciones modernas, responsables, capaces y con mecanismos de rendición de cuentas; disminuir la impunidad; construir un sistema judicial sólido, expedito y articulado; combatir la corrupción; fortalecer las comunidades como instancias de la resolución de conflictos.
Al respecto citó el ejemplo de la CRAC que, sin la participación del Estado, su actuación ha sido muy positiva y ha sido una respuesta al problema local.
El Diálogo Nacional por la Paz fue organizado por la Conferencia Episcopal Mexicana, la Congre-gación de los Jesuitas y la Conferen-cia de Religiosos Superiores y la idea surgió a raíez del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la sierra de Chihuahua por un jefe local del crimen organizado.