Cierran damnificados de la Montaña la Cdi en Tlapa para exigir granos básicos al gobernador

 

Integrantes del Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña cerraron la sede de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Cdi) en Tlapa, para exigir la entrega de maíz, arroz y frijol del proyecto Que llueva maíz en la Montaña, que el gobernador Héctor Astudillo Flores se comprometió a entregarles.
El Consejo de Comunidades lo integran autoridades comunitarias, comités, estudiantes y pobladores me’phaa, nahua, na savi y mestizos de 200 comunidades de 15 municipios de la región de la Montaña, afectados por el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel en septiembre de 2013 pues devastó sus cultivos, y ahora tienen déficit en la producción de granos básicos.
En declaraciones vía telefónica, los integrantes del consejo, Mauro Bruno García y Raúl Sánchez Flores informaron que este lunes a las 10 de la mañana unos mil damnificados cerraron la Cdi en Tlapa, para exigir la entrega de granos básicos que el gobernador Héctor Astudillo Flores se comprometió a entregarles en una reunión el 8 de febrero en Palacio de Gobierno, en Chilpancingo.
Mauro Bruno comentó que son 16 mil los afectados a quienes las autoridades no les ha cumplido con los recursos.
Aseguró que en reuniones pasadas con las autoridades estatales, los damnificados aceptaron que se redujeran las cantidades de los granos que recibiría cada familia, de 120 kilogramos de maíz a 100, de 26 a 20 de frijol y de 20 a 10 de arroz, pero ahora pretenden entregarles sólo 8 de frijol y 5 de arroz, lo que no corresponde a las cantidades acordadas.
Dijo que los funcionarios estatales les argumentaron que no cuentan con los recursos necesarios para abastecer a los damnificados, reprochó que no les hayan informado durante las reuniones en las que fijaron las cantidades de granos básicos que les darían.
Detalló que el consejo se reunió el sábado 27 de mayo y acordó tomar la sede de la Cdi en Tlapa para exigir que cumplan las autoridades del gobierno del estado.
Bruno García agregó que hoy, los integrantes del consejo bloquearán carreteras en la Montaña para exigir que se cumpla con los acuerdos de la entrega de granos básicos, añadió que el gobernador Héctor Astudillo Flores conoce las carencias que tienen, y pidió que no se queje de sus movilizaciones en las vías de comunicación, porque es una protesta que generó la omisión de las autoridades ante su problema.
En tanto, Raúl Sánchez Flores manifestó que, “el maíz (y) el frijol es parte del alimento de la gente que vive en la pobreza aquí en la Montaña de Guerrero”, y que Astudillo Flores sabe de su situación y no ha dado respuestas al consejo de cuándo les darán los granos básicos acordados, pues los necesitan ya que la mayoría son productores y perdieron todos sus cultivos.
Para la integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Martha Ramírez Galeana, uno de los ejes que defiende el Consejo de Comunidades Damnificadas es el derecho a la alimentación, y llamó a los integrantes de la organización a manifestarse.
“El gobierno del estado se ha negado en todo el proceso del consejo a dar apoyo alimentario, el poco subsidio que han tenido para la distribución de paquetes alimentarios ha sido del gobierno federal a través de la Cdi con su delegación en Guerrero. Sin embargo, no se ha dado una aportación directa del gobierno del estado”, declaró.
Aseguró que la preocupación de los damnificados es que los ex gobernadores Ángel Aguirre Rivero y Rogelio Ortega Martínez no mostraron disposición para apoyar a los damnificados de la Montaña, actitud que repite Héctor Astudillo Flores.
El 6 de febrero de este año, los integrantes del Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña bloquearon carreteras federales que comunican a la ciudad de Tlapa con Chilpancingo, Marquelia y Puebla, para exigir a las autoridades estatales y federales que cumplieran la entrega de grano básicos.

 

Almacenan maíz en las casas de San Luis Acatlán porque no tiene compradores que paguen lo justo

El nuni (maíz) en Cuanacaxtitlán, San Luis Acatlán, es amontonado y envuelto como las ixta (tortillas) en los corredores de las casas de los tu’un savi (mixtecos), a falta de una bodega donde guardar las 800 toneladas, el 10 por ciento de lo que se cosechó en todo municipio, según cálculos de los campesinos.
Los campesinos mixtecos entre ellos se llaman tu’un savi, a sus comunidades van los compradores y ofrecen poco dinero para comprar su maíz y luego lo revenden más caro.
En diciembre pasado durante la visita del gobernador, Héctor Astudillo Flores, el alcalde, Javier Vázquez, solicitó ayuda para que los campesinos vendieran la producción y que el maíz no se dañara. De las 8 mil toneladas de maíz que tenían sólo fueron compradas 40 toneladas por un comprador enviado por el gobierno.
La comunidad está a 35 minutos de la cabecera municipal, la mayoría de sus 3 mil 500 habitantes se dedican a la siembra del nuni y el nduchi (frijol). Hombres y mujeres por igual sentados en las banquetas de las calles o en los corredores de sus casas ayudan a la limpiar el maíz.
En Guerrero, según estimaciones de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en la temporada primavera-verano de 2016 453 mil 705 hectáreas fueron sembradas de maíz y se obtuvo 1 millón 167 mil 523 toneladas de granos, lo que representa un rendimiento de 2.57 toneladas por 1 hectárea.
En 2015 en Guerrero se obtuvieron apenas 738 mil 464 toneladas de maíz en uno de los peores años por la sequía que se vivió. Los datos de la Sagarpa estimaron que en 2016 México obtuvo una cosecha de 18 millones 718 mil 76 toneladas del grano.
El maíz es guardado y arrumbado en costales en los pequeños cuartos de las casas, otros costales son amontonados bajo pequeñas chozas improvisadas y al aire libre, donde las inclemencias del tiempo pueden influir para que se pudran. Esa es la más grande preocupación de los campesinos.
La lluvia en la temporada pasada fue buena con los campesinos, pero no siempre ha sido así, recordó el maestro jubilado y fundador de la cooperativa Productores de Semillas de Cuanacaxtitlán, Alberto Margarito Porfirio. En 2015 la cosecha apenas fue para el consumo de los pobladores.
El maíz criollo y maíz mejorado llenan los terrenos escarpados en los alrededores de la comunidad, donde las mujeres más grandes aún conservan chillantes y coloridas enaguas (faldas).
El maestro jubilado quien trabajó durante 33 años en el magisterio recordó que en 2007 junto a otros 98 productores se organizaron y obtuvieron un crédito, “pero desafortunadamente lo que logramos bajar no alcanzó para todos y muchos de los que no alcanzaron el crédito se retiraron”.
Un año después la organización tenía 178 integrantes y se constituyeron de manera legal como una cooperativa. El primer proyecto que lograron conseguir del gobierno sirvió para comprar desgranadoras y una cribadora, lo que facilitó el trabajo de los campesinos.
En la comunidad cada campesino trabaja de 2 hasta 10 hectáreas, y cuando les va bien, llueve a tiempo y tienen el apoyo del fertilizante llegan a producir hasta 8 toneladas por hectárea, de acuerdo a sus cálculos.
Esta temporada la tonelada de maíz en promedio se compra en 3 mil 400 pesos, una costalilla para los minoristas se vende en 170 pesos, que no logra reintegrar la inversión de unos 12 mil pesos por hectárea desde que se siembra el maíz hasta que se cosecha.
El maestro recordó que desde niño “cuando no podíamos participar en la limpia de las parcelas éramos los que llevaban las tortillas a los terrenos, de ahí empecé a estudiar, estuve en el magisterio 33 años, ahora jubilado me estoy dedicando al campo y apoyar a la gente”.
Margarito Porfirio dijo que la mayor dificultad que encuentra en su comunidad es la falta de una bodega de gran tamaño que garantice el almacenamiento del maíz y que no pierda su calidad para poder ofrecerlo a los compradores.
Recordó que los compradores que van a la comunidad la recorren y negocian el grano a un precio muy bajo, que en vez de apoyar a los campesinos resulta negativo y desalentador, ya que después hay una cadena para revender el maíz a un precio más elevado y las ganancias no son para quien trabajó la tierra.
El campesino dijo que con la construcción de una bodega ya no habría ese inconveniente, pero para ello se necesitan al menos 2 millones de pesos, que servirían para la edificación del inmueble que cuente con toda la ingeniería tecnológica para resguardar el maíz.

Una vida sembrando y cosechando maíz

El señor Lorenzo García Calixto desde hace 40 años trabaja el campo sembrando maíz y frijol para que una de sus hijas estudie la carrera de Ingeniería en Tecnología.
Afuera de su casa de adobe y tejas de barro estaban sentadas en la banqueta su mamá, su esposa y una de sus hijas, ellas limpiaban el maíz, retiraban los granos en mal estado que tenían manchas negras o que no se desarrollaron. En la temporada pasada sembró 3 hectáreas de maíz criollo del que obtuvo 30 toneladas de grano.
“Voy a empastillar el nuni, es mucho lo que invertimos y no lo queremos vender barato. No me conviene –venderlo– porque he invertido mucho dinero, por 1 hectárea, gastamos de pura pizca y acarreo 20 mil pesos”.
Sus manos son rasposas y agrietadas, señales del esfuerzo del trabajo de campo, de limpiar la milpa, arar la tierra, regar las plantas, quitar la mazorca, desgranarla, limpiarla y almacenarla.
Los seis integrantes de su familia ayudan en el largo proceso de la siembra, desde preparar la tierra hasta la limpieza del grano. El señor dice que venderá un poco del maíz que ha conseguido cosechar para recuperar algo de lo invertido, el resto lo dejará almacenado en su pequeña casa donde los costales de maíz llegan al techo, bajo la amenaza de que se moje y se pudra o que el gorgojo se lo dañe.