Se cumplen 10 días de la desaparición en el río Balsas de los pescadores de Mezcala

Después de diez días de la desaparición de tres pescadores de Mezcala, municipio de Eduardo Neri, continúan los pescadores sin poder salir a trabajar para llevar el sustento a sus familias. Al menos 50 lanchas se encuentran varadas en el embarcadero de Mezcala Foto: Lenin Ocampo Torres

Lenin Ocampo Torres

Chilpancingo

En Mezcala, municipio de Eduardo Neri, siguen sin aparecer desde hace una semana tres pescadores y sin trabajar sus compañeros, que han dejado varadas unas 50 lanchas que no han salido por la inseguridad que se vive en el río Balsas, donde grupos del crimen pelean el control pesquero y minero.
El domingo 16 de julio desaparecieron Ángel Cabrera Ávalos, de 35 años; su hijo Ángel Esauly Cabrera García, de 16 años; Juan Carlos Catalán Silva, de 19 y Guadalupe Bautista Astudillo, de 30 años, cuando fueron a pescar a las 8 de la mañana río abajo, a la barranca El Cangrejo, que se encuentra a 40 minutos de Mezcala y no regresaron.
El miércoles 19 de julio apareció golpeado Ángel Esauly, el joven fue dejado por sus captores en la carretera federal Iguala-Chilpancingo, antes de llegar al crucero de Atzala, que comunica con la comunidad Nuevo Balsas, municipio de Cocula, y es la entrada a una de las minas canadienses más importantes que operan en México: Media Luna.
Desde ese día, más de 50 pescadores pararon sus labores, para ayudar con la búsqueda de sus tres compañeros, que aún no encuentran las autoridades.
Los familiares y pescadores tomaron como base El Embarcadero, donde dan de comer a las personas que les ayudan en la búsqueda y esperan en ese lugar que sus desaparecidos regresen con bien.
En la exploración, los pescadores viajan río abajo arriesgando su vida, en una zona donde hay una guerra que no es de ellos, pues es por el control de la región rica en minerales.
“Se han perdido muchas horas de trabajo. Ahorita, por las lluvias, pues tenemos que ir río abajo para poder traer pescados o langostinos, de eso sacamos nuestro día y con eso llevamos dinero a la casa”, dice un pescador, que aprovecha el paro para limpiar el motor de su lancha.
Los pescadores, en una semana, han perdido al menos 300 mil pesos y muchos lugares se han quedado esperando la producción pesquera, que llega a los mercados de Chilpancingo, Iguala, Cuernavaca y la Central de Abasto, en Ciudad de México.
“Ahora no sabemos que hacer, la verdad tenemos miedo de mover nuestras lanchas y nos pase algo. Es una situación que nunca se había vivido, creo nunca habíamos parado (la producción por la inseguridad). Ahora, en tiempos de corrientes, pues tenemos que buscar lugares amplios donde se pueda pescar, pero ya no es recomendable porque no tenemos garantías. Tampoco sabemos que nos puede pasar”, expresó otro de los pescadores.
En medio de esta guerra de los grupos de la delincuencia, quedaron indefensos los pobladores, que constantemente han denunciado su situación, pero las autoridades estatales no les han hecho caso.
“Aquí llegan a ayudarnos con la búsqueda por tierra (la Policía Ministerial y el Ejército), nosotros vamos con miedo en las lanchas. Ya les dijimos que nos acompañen por el río, pero ellos burlonamente nos dicen que no saben nadar, entonces, aquí se requiere que nos ayude la Marina, que son los que tienen el equipo adecuado para andar en el agua”, comentó uno de los pescadores con más experiencia, pero por seguridad no dio su nombre.
“Nosotros sólo le pedimos al presidente y a la gobernadora que nos ayuden, que vean lo que pasa en estos lados de la tierra. Nosotros no creemos en los abrazos y no balazos, porque pues nuestra situación es difícil, sólo le pedimos que realmente nos ayuden a seguir trabajando”, finalizó.
Desde enero, Los Tlacos y La Familia Michoacana se pelean el corredor minero y pesquero en el Río Balsas, un bastión importante, donde está la hidroeléctrica de El Caracol y las minas en Cuetzala del Progreso, Nuevo Balsas y Carrizalillo.