Sobrevive a Otis una familia propietaria de lanchas de fondo de cristal por su conocimiento del mar

Ramón Gracida Gómez

Cinco integrantes de una familia propietaria de lanchas de fondo de cristal en Caleta y un trabajador de ellos decidieron pasar el huracán Otis dentro de sus cinco embarcaciones para salvarlas, pero quedaron destrozadas por los vientos que parecían un remolino y las enormes olas, todos nadaron para sobrevivir y uno de ellos fue arrastrado hasta la isla de La Roqueta.
Llevaban comida y gasolina porque la intención era luchar contra el huracán con el motor encendido y evitar que las embarcaciones chocaran contra las rocas, “pero esto fue un monstruo, una cosa jamás vista realmente”, dijo Juan Miranda Mendoza, quien tiene 64 años y desde los 12 trabaja en los paseos recreativos de Caleta a la isla de La Roqueta.
El problema es que el huracán fue como un “remolino” porque los vientos entraban por el noroeste y el sureste, lo cual no permitía controlar la embarcación como lo habían hecho en otros fenómenos naturales anteriores.
La lancha en la que iba Juan estaba en Caletilla, pero se hundió y las olas lo arrastraron enfrente de la isla de La Roqueta y lo llevó mar adentro cerca de los riscos que conforman la colonia La Mira, “ya posteriormente vi una ramazón de una copa de árbol muy grande y de ahí me agarré”.
Su hijo René Miranda Suástegui estaba en otra lancha, en el mismo lado de Caletilla, y cuando arreció la lluvia en la madrugada se empezó a llenar de agua, entonces ya no podía manejar la embarcación porque al mismo tiempo tenía que sacar el agua.
Una de las tantas embarcaciones que quedaron sueltas chocó directamente con la lancha en la que iba René y “los golpes me aventaban pa’ un lado, para otro lado y ahí estuve resistiendo con la máquina lo más que pude”.
El agua empezaba a llegar hasta sus rodillas y las dos embarcaciones que quedaron enganchadas empezaron a ser arrastradas en el canal entre Caleta y la isla de La Roqueta; una ráfaga de viento arrancó el techo de la lancha y René sólo pudo concluir: “esto ya valió”.
Esperó hasta que se hundiera la lancha completamente, ya traía su chaleco salvavidas puesto, y quedó flotando en el mar; no se veía nada, la luz ya se había ido en la ciudad desde hace más de dos horas, y sólo escuchaba con mayor intensidad que las olas rompían en una estructura.
“Ya cuando me subí, un relámpago me ilumina y veo Palao; ay, caray, estoy acá en el Palao, atravesé de aquí del Bocachica pa’l Palao. El muelle del Palao ya estaba roto totalmente, solamente estaba la parte de enfrente que es la de cemento, todo lo demás, como es madera, pues ya se lo había llevado”.
No pudo entrar al restaurante a refugiarse, lo único que alcanzó a hacer fue abrazar un poste que estaba al inicio del muelle, “pero no resistí porque pues las olas tapaban el muelle y cada ola me bañaba y me azotaba y me azotaba; aguanté tres olas, ya en la cuarta ola me volvió a aventar al mar”.
El mar lo revolcaba en las rocas de la orilla de la isla y René se quería sujetar en alguna de ellas, “pero no podía, era una licuadora; yo sentía palos, sentía ramas, pedazos de madera, fibras chocaban conmigo, donde me revolcaba a mí”. Sentía que se ahogaba porque las enormes olas lo sumergían, pero lograba salir “y respiraba tantito y de nuevo para abajo”.
Después de un rato, el mismo mar lo llevó a la playa Las Palmitas, la intensidad del huracán bajó un poco y René nadó y nadó hasta llegar a un canal que se encuentra detrás de la isla de La Roqueta, donde se pudo subir a unas rocas y esperó hasta que amaneciera.
La incipiente luz del sol le permitió ver el arrastre lento de los cayucos hacia mar adentro, “incluso alcancé a ver a lo lejos vi unas personas como que iban nadando, pero no pudieron hacer nada” a pesar de que traían puestos chalecos, al igual que René. Era a la altura de la casa de John Wayne, pero “yo en las rocas no podía hacer nada”.
Un cayuco pasó cerca de donde estaba René, él le hizo señas y las personas fueron por él y lo regresaron a Caleta, donde se dio cuenta que ninguna lancha de fondo de cristal, salvo algunas que fueron arrastradas por el mismo huracán a la orilla de la playa. Todos los restaurantes estaban destruidos.
Por su parte, su papá Juan había nadado desde las 6 de la mañana hasta las 7:10 hasta la playa La Angosta, es preciso en la hora porque llevaba un reloj que aún lo trae en su muñeca izquierda, y ahí lo rescataron algunas personas.
Fue hasta las 10 de la mañana que el papá y el hijo se reunieron en su casa en Caleta, a donde llegaron caminando. El resto de la familia también sobrevivió, el yerno de Juan y su nieto de 12 años estaban en una lancha, pero se lanzaron al mar hasta que se partiera en dos con unas rocas; un sobrino de Juan y un trabajador de la familia, Israel, estaban cada quien en embarcación y corrieron con la misma suerte.
–Después de vivir esto, ¿tú qué piensas de todo, de la vida, de seguir vivo?, se le preguntó a Rubén, quien tiene 33 años y desde los 8 era llevado por sus papás a las lanchas.
–No, pues ahora sí que fue una oportunidad que me dio la vida, me dio Dios la verdad, porque pues muy afortunado porque ves la historia de otras personas del mar, marineros, capitanes que pues no tuvieron la suerte de regresar realmente. Y ahora sí que tratar de aprovechar la oportunidad que me dio Dios y vamos a tratar de recuperar nuestras embarcaciones.
“Y ya ahora sí cuando venga otro fenómeno, pues ya creo que ya no me vuelvo a meter al mar, ahora sí que pase lo que pase, lo que tenga que pasar, se pierden las embarcaciones”, dijo con una ligera sonrisa nerviosa.
Juan quedó con algunas marcas de las heridas que tuvo durante aquella noche, “tornillazos de las lanchas”, pero sobrevivió, al igual que el resto de su familia, porque “cuenta mucho la experiencia que tenemos en el mar, por eso no se murió nadie de nosotros, bendito sea Dios y la virgencita, no nos pasó ningún percance en la parte de aquí”.

Representarán una nahua y una me’phaa a indígenas de la Montaña en el IEPC

El presídium de la asamblea estatal realizada el domingo en las instalaciones del INPI en Tlapa para la designación de una representación indígena ante el Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) Foto: Antonia Ramírez Marcelino

Carmen González Benicio

Tlapa

En la Asamblea Estatal de los Pueblos y Comunidades Originarias Indígenas, los nahuas, na savi, me’phaa y mñomnda eligieron a dos mujeres para ser representantes ante el consejo general del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), como propietaria a Rossibel Bello Mateo y suplente a Claudia Moran Villar.
La asamblea se realizó en la explanada del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), con sede en Tlapa, con la representación de 91 personas provenientes de 17 municipios con población originaria, siendo 49 mujeres y 42 hombres.
Rossibel Bello Mateo, del pueblo nahua en el municipio de José Joaquín de Herrera, y la me’phaa Claudia Moran Villar, del municipio de Malinaltepec.
El consejo general del IEPC durante el proceso electoral se integrará con siete consejerías, la Presidencia, una Secretaría Ejecutiva, quince representaciones de partidos políticos, una representación del pueblo afromexicano y una de los pueblos y comunidades originarias.
En la asamblea estuvo la consejera presidenta del IEPC, Luz Fabiola Matildes Gama; los consejeros Edmar León García, Cinthya Citlali Díaz Fuentes y Azucena Cayetano Solano.
Durante el desarrollo del encuentro, los asambleistas se organizaron por grupos indígenas, para definir a la mujer y al hombre que serían sus representantes ante la asamblea, en un primer momento, para luego elegir entre ellos a quien los representaría ante el IEPC.
En el bloque me’phaa coincidieron en que quien los representara tuviera participación comunitaria, en cualquier ámbito, por lo que se presentaron en su lengua destacando sus trabajos.
En el grupo de los na savi dijeron que era importante que quien los representara tuviera preparación académica, porque sufren discriminación y debían afrontarla, como quien mencionó que era delegada de una colonia y aun así no le hacen caso por ser indígena, aunque era una mujer con preparación.
Entre los nahuas se pidió que la persona que los representara hablara y escribiera náhuatl, por lo que uno de los asistentes se dijo en desventaja, porque no lo dominaba por completo, que mejor se presentaran y de ahí se votaran, porque de todas maneras no se conocían y ahí podían decir cosas bonitas, pero ya en funciones podrían desconocerlos.
Luego del tiempo que les dieron, presentaron sus dos propuestas por pueblo indígena: nahua, me’phaa, na savi y mñomda, por lo que fueron cuatro hombres y cuatro mujeres, de acuerdo con el formato establecido.
Los asambleístas, que fueron designados en reuniones municipales hace unos meses, emitieron su voto luego de que los ocho se presentaron, destacando su trabajo comunitario, de qué pueblo iban y su intención de representarlos, para darle voz a los pueblos indígenas olvidados, saliendo electas las dos mujeres, una como propietaria y la otra como suplente.
La asamblea duró cinco horas, en que se abrió la participación, destacando algunos comentarios, como que no estaban de acuerdo con la forma de designar a la persona que los sujetaba al sistema de partidos y no a la comunidad, que parecía que había intenciones de incidir en quién debía quedar.
Cargos honoríficos: IEPC

La consejera presidenta del IEPC, Luz Fabiola Matildes, en entrevista precisó que la representación afromexicana e indígena ante el consejo general será con derecho a voz.
Agregó que el cargo es honorífico, pero que buscarán apoyarlos con los gastos de traslado a las sesiones ya que esto será en Chilpancingo y no se cuenta con presupuesto, por ahora, al ser el primer consejo que tendrá estas representaciones en el país.
Recordó que esta acción es en cumplimiento a la sentencia dictada por la Sala Regional de la Ciudad de México del tribunal electoral y luego se realizó una consulta previa, libre e informada a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas de 43 municipios, donde aprobaron el acuerdo 043/SE/20-07-2023, en el que se emitieron los lineamientos para la designación e integración de la representación de estos pueblos.
Además que su papel será vigilar que se cumplan los lineamientos para el registro de candidaturas indígenas y den seguimiento al proceso que inicia el 8 de septiembre.
Mencionó que quienes fueron electas, si en algún momento quieren ser o son postuladas a un cargo de elección popular, lo pueden hacer, pero tendrán que dejar el espacio.
Estuvieron el titular de la oficina del INPI en Guerrero, Manuel Vázquez Quintero; el secretario para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos del Gobierno del Estado de Guerrero, Pánfilo Sánchez Almazán; el coordinador primero con funciones de presidente municipal del Concejo Municipal Comunitario de Ayutla de los Libres, Ysabel de los Santos Morales; el gobernador pluricultural indígena en el estado de Guerrero, Doroteo Gutiérrez Castro; el director de Asuntos Indígenas de Tlapa, Alfredo de Jesús Anzurez; el vocal ejecutivo de la Junta Distrital 5 del INE, Alexander Arguayo García y Raul de Jesús Cabrera, coordinador de la CRAC-PC, además de ciudadanos y organizaciones civiles.