Agudiza el huracán Otis las condiciones de pobreza de los vecinos de Cacahuatepec

El vocero del Cecop, Marco Antonio Sua?stegui Mun?oz y el director de Tlachinollan, Abel Barrera, ayer en la entrega de la?minas donadas por organizaciones y particulares a vecinos de los Bienes Comunales de Cacahuatepec Foto:?Ramón Gracida

Ramón Gracida Gómez

Pensaba que “era el fin del mundo”, contó Alexis, un niño de 10 años que vio cómo voló el techo de la casa de sus abuelos en la comunidad de Las Parotas, de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, durante el paso del huracán Otis.
Lloró “poquito”, dijo riendo mientras esperaba que su abuelo Bernardo Morales Marco recibiera las láminas donadas por distintas organizaciones y particulares, por medio del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan y el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la presa La Parota (Cecop).
Bernardo, de 57 años, contó que el 25 de octubre tuvieron que refugiarse en la casa de su hermano que vive cerca de él porque sus láminas desaparecieron con los fuertes vientos, “veíamos el aire y cómo los árboles se movían”.
En la mañana seguía lloviendo y el campesino puso unas láminas “que quedaron para que tuviéramos pues”. Sin embargo, todas sus pertenencias ya se habían mojado, entre ellas su colchón y el refrigerador que ya no funciona.
Aseguró que nunca había vivido una experiencia similar a la de aquella noche de octubre, ni en los fenómenos meteorológicos de Ingrid y Manuel, los cuales ocurrieron hace 10 años y también afectaron a los Bienes Comunales de Cacahuatepec.
Es la misma edad que tiene Alexis, que estaba ayer a un lado de su abuelo, y que dijo brevemente a El Sur, con nervios por una grabadora de por medio, que esperaba que su futuro “estuviera bien”.
“De loza para más seguro”, completó su abuelo Bernardo en referencia a una vivienda deseada. El hombre se dedica al campo y siembra maíz, calabaza y frijol en dos hectáreas. Al igual que sus compañeros campesinos del Acapulco rural, el huracán destrozó la milpa, “quedaron unos elotitos y vino el aire y los acabó de tirar”.

“Era de adobe mi humilde casa”

De la misma comunidad de Las Parotas, Agustín Morales Martínez compartió que el viento voló su techo de lámina, y ésta cayó sobre la misma vivienda y la destruyó. “Perdí mi casa, era de adobe mi humilde casa, hace un año que la había levantado y aún faltaba el revoque también”.
Siembra una hectárea y media de maíz, pero este año empezó a sembrar sandía cerca del río, “no logré mucho, pero algo poquito me dio y ya estaba esperando estas fechas para hacer un nuevo cultivo de sandias, pero ya no puede ser posible porque el río se llevó el corral”.
El joven de 37 años pidió a las autoridades que les brinden apoyo en el campo, “ahí estaría bueno que nos apoyaran con lo que es el alambre o para volver a encerrar y pedir hacer nuevamente los cultivos”.
Agustín tiene una gran motivación de volver a sembrar el año siguiente sandía y otras semillas, pero resaltó que en el futuro quisiera un progreso en su vida cotidiana, “vivir más o menos un poquito mejor”.

“Mi casa la desnudó por completo”

Celia Suástegui Salado, vecina de la comunidad de Amatillo y de 60 años de edad, también acudió a la entrega gratuita de láminas e indicó que el huracán Otis fue “algo terrible, espantoso”.
“Mi casa la desnudó por completo el aire y ahí está el armazón”, expuso sobre su casa de madera y láminas durante unos minutos bajo la sombra de un árbol en el embarcadero de El Fraile, donde cruzaron una parte de las láminas para la comunidad de Cacahuatepec.
Resaltó que la fuerza del meteoro “se llevó palos de mango, me cortó dos palmas, todos los palos de mango me los tiró, me hizo un destrozo muy feo”. Ahora vive en la casa de su hija, pero pidió a las autoridades reconstruir su casa “porque es lo primero, tener un techo la casa, que es habitable, porque si viene mi hija con su familia y a dónde, vamos a andar apretados. Y no hay como tener su hogar, vivir bien, tranquilo”, remató con risas.
“Yo siembro en las secas, pero cayeron los árboles encima del corral y se perdió mi cercado, se cayó. Ahorita lo ando techando a duras penas porque es un lodo muy pegajoso que no deja trabajar y pasa el arroyo por ahí”, compartió la campesina que cosecha maíz en una hectárea de su parcela.
Vive con su hijo José Concepción Ramírez Suástegui, quien trabaja en la limpieza de las calles en el centro de Acapulco. Esta pequeña familia ha sobrevivido estas semanas “con las despensas que me dan, pues las tengo que andar buscando cuando vienen los carros para que podamos sobrevivir y con el maíz que nos dio aquí el compañero Marco estamos saliendo adelante”.
Indicó que muchos vecinos de Amatillo se han enfermado de dengue y diarrea, y la comunidad cuenta con un centro de salud en el que sí van doctores, “pero a veces vienen y a veces no vienen”.
La otra opción es el doctor de farmacias Similares en la carretera federal Acapulco-San Marcos y personas de distintas comunidades acuden a consulta ahí, “está muy crítico el asunto”, señaló.
Durante la espera de la entrega de láminas, otros vecinos de los Bienes Comunales de Cacahuatepec compartieron su experiencia del huracán Otis y las consecuencias de este fenómeno meteorológico, como Martha, quien es madre soltera de tres niños y perdió su casa en Parotillas.
“Completamente fue un desastre”, sentenció Martha y agregó que ahora vive con sus hijos en una casa que construyó de madera y lámina. No tiene otras pertenencias porque todo se mojó.
Vende carne enchilada, chorizo, queso, pescado, “para poder sobrevivir”, pero ahora no hay ventas. Y ahora vive del “maíz que me dieron, con eso voy, gracias a la organización, estamos comiendo con mis hijos, estamos bien, echándole ganas”.