En la década de 1970 desaparecieron 20 estudiantes de la UAG; los detuvo el Ejército y la DFS: Comverdad

Ramón Gracida Gómez

(Segunda parte)

La Comisión de la Verdad de Guerrero (Comverdad) reporta 20 estudiantes de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) desaparecidos desde la década de 1970, y documentos oficiales consultados en la plataforma Archivos de la Represión revelan que la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Policía Militar los detuvo y los acusó de ser guerrilleros, de cometer asaltos a bancos y de realizar secuestros de diversas personas.
El año con más universitarios desaparecidos es 1976, cuando detuvieron a 13 estudiantes, casi todos de la Preparatoria 7, indica el informe de la Comverdad, reeditado por Artículo 19, organización que auspicia la plataforma digital.
Destacan los casos de Rebeca Padilla Rivera y Edilberto Sánchez Cruz, quienes fueron desaparecidos junto con su hijo recién nacido.

La familia Estrada, primer caso

La primera víctima universitaria de la que da cuenta la Comverdad es Teresa Estrada Ramírez, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, quien fue desaparecida en 1974. Su sobrino Raúl Sendic García Estrada precisó que Teresa Estrada desapareció el primero de septiembre cuando visitaba a los presos políticos detenidos en el Palacio de Lecumberri, en la Ciudad de México, entró a la prisión y ya no salió.
Raúl Sendic es uno de los hijos de los históricos dirigentes estudiantiles Anita Estrada y Juan García Costilla, García Costilla será homenajeado este sábado en Chilpancingo por su trayectoria política, que empieza desde los movimientos sociales en la década de 1960, particularmente en 1965 cuando hubo un intento de democratización de la UAG, y en 1972 se integró a la guerrilla del Partido de los Pobres y luego a las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL).
La familia Estrada suma otras víctimas, el 18 de octubre de 1980, la DFS y la Brigada Blanca allanaron un domicilio en Yuriria, Guanajuato, y desapareció su hermano Domingo Estrada, posiblemente cayó en combate ese día, pero su cuerpo nunca fue entregado, por lo que sigue como desaparecido, indicó Raúl Sendic, quien estaba en el mismo domicilio y también fue desaparecido durante 28 días a los 6 años de edad.
García Costilla fue detenido un día antes en Morelia y estuvo desaparecido alrededor de un mes, luego fue presentado en el hospital de la cárcel de Hogar Moderno, donde fue consignado por delitos de subversión, homicidio y asalto. Años después, se convirtió en dirigente del PRD y fue diputado federal.

Preparatorianos

El siguiente de la lista de la Comverdad de universitarios desaparecidos es Arturo Vargas Bibiano, estudiante de la preparatoria 7 y desaparecido en 1975, al siguiente año desaparecieron de la misma escuela Alejandro Rivera Patiño, Bernardo Villamar Pérez, Carlos Moisés Mendoza, Edilberto Sánchez Cruz, Floriberto Clavel Juárez, Guillermo Mena Rivera, Isidoro García Campos, María Teresa Torres Ramírez, Mario Pérez Aguilar y Rebeca Padilla Rivera.
Los otros desaparecidos de 1976 son Carlos Alberto Benavides Alcocer de la preparatoria 9, Leandro Gutiérrez Domínguez de Filosofía y Letras, Tania Cascante Carrasco de Enfermería Dos y Victoria Hernández Brito de la Escuela Superior de Agricultura (ESA), en total son 13 estudiantes desaparecidos en ese año, primero del rectorado de Arquímedes Morales Carranza.
En 1977 desaparecieron Pablo Santana López, también de la preparatoria 7, y al siguiente año Luis Armando Cabañas Dimas de la preparatoria 9 y Carlos Díaz Frías de Derecho.
Es 1979 el último año del que el informe de la Comverdad reporta un desaparecido, Rodrigo Ramírez García, de la preparatoria 7.
Cada uno de los nombres de los universitarios desaparecidos se encuentra en la página Archivos de la Represión y se pueden leer decenas de documentos en los que se relatan las protestas por su desaparición y la visión de la policía política de por qué fueron desaparecidos por otras corporaciones.

Vinculados con la guerrilla

Un documento de la DFS con fecha del 11 de abril de 1976 informa de la detención de cinco personas, entre ellas Rebeca Padilla Rivera, el informe de la Comverdad precisa que fue “desaparecida junto con su esposo Edilberto Sánchez y su hijo recién nacido”.
Un informe de la DFS del 28 de noviembre de 1984 señala que la Vanguardia Armada Revolucionaria del Pueblo (VARP) nació en Acapulco en 1975, “por inquietud de algunos activistas y estudiantes de la Escuela Preparatoria No.7, quienes tuvieron ligas con la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los pobres, resultado del desmembramiento de esa organización, a la muerte de Lucio Cabañas Barrientos, el 2 de diciembre de 1974”.
En el mismo documento de dos hojas se menciona a varios universitarios y las razones, según la DFS, de su desaparición. Se indica que Carlos Moisés Mendoza fue uno de los fundadores de esta organización y “quien desde 1976, a raíz del asalto que perpetraron a un Banco de Tecpan de Galeana, Gro., se desconoce su paradero”.
El informe apunta que la acción más relevante de la VARP es el secuestro que perpetraron, en coordinación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de Thelma Soto, “hija del conocido doctor del apellido mencionado, por la que pidieron tres millones de pesos, y que se lanzara un proclamo revolucionario al aire, por las diferentes radiodifusoras, lo que fue cumplido”.
“A raíz de esto”, arguye la DFS, desaparecieron “misteriosamente” en enero de 1976 Isidoro García, Guillermo Mena Guerra, “su esposa” María Teresa Torres Ramírez, de quien no escriben su nombre, Alejandro Rivera, Floriberto Clavel, El Penta, entre otros, escribe sin precisar la corporación.
Otro reporte de la DFS precisa que el 19 de marzo de 1976 fue detenido Floriberto Clavel Juárez, a quien acusan de ser “uno de los elementos de izquierda con que cuenta esta ciudad para agitar a los estudiantes de las diferentes escuelas” de la UAG, y su “detención o secuestro está encaminada a alborotar a los estudiantes ya que se acerca el I informe de Gobierno del Gobernador, Ing. Rubén Figueroa Figueroa, que rendirá el 1° de abril entrante”.

 

Peor que la tortura, es sufrir por la justicia que no llega, dice víctima de la guerra sucia de El Quemado

Evaristo Castan?o?n Flores muestra la foto de sus an?os en la ca?rcel cuando construi?a barcos de madera para sobrevivir Foto: Ramón Gracida Gómez

Ramón Gracida Gómez

A 51 años de su detención, tortura y desaparición transitoria que vivió durante la guerra sucia, Evaristo Castañón Flores, de El Quemado, consideró que el sufrimiento por la justicia que aún no llega es tres veces peor a estos crímenes cometidos por el Ejército.
El sobreviviente de la contrainsurgencia, de 84 años de edad, relató a El Sur cuando se lo llevaron de su comunidad en Atoyac hacia Acapulco, los maltratos, los muertos que vio y los cadáveres no fueron entregados, y sobre todo las consecuencias que aún padece de los más de cuatro años en cárcel.
Un documento de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que puede ser consultado en la página Archivos de la Represión de Artículo 19 (organización que defiende la libertad de expresión y el derecho a la información), indica que alrededor de la una de la tarde del 23 de agosto de 1972 un convoy militar del 48 Batallón de Infantería fue emboscado por la guerrilla de Lucio Cabañas en Arroyo Obscuro, en la brecha entre Atoyac y la comunidad de El Paraíso. El 25 de junio del mismo año el Partido de los Pobres realizó su primera emboscada contra el Ejército mexicano.
Murieron 18 militares y otros 17 fueron trasladados heridos al Hospital Regional Militar de Chilpancingo. La reacción del Ejército fue inmediata, el documento apunta que ese mismo 23 de agosto “se inició la persecución de la gavilla que comanda Lucio Cabañas Barrientos” y grupos de militares fueron distribuidos a distintos poblados, fueron 35 a El Quemado.
El informe del día siguiente contextualiza que en ese mismo año ya había ocurrido el secuestro del director de la Prepa 2 de la UAG, Jaime Farill Novelo, y la fuga de Carmelo Cortés Castro y Carlos Ceballos Loya de la cárcel de Chilpancingo el 20 de agosto. Aunque no se menciona, el 2 de febrero murió Genaro Vázquez.
“Con motivo del ataque”, indica un documento del 7 de septiembre, fueron detenidos más de 20 hombres, entre ellos Evaristo Castañón Flores, quien precisó 51 años después que su captura fue el 5 de septiembre. Él tenía 34 años y trabajaba en la construcción de las calles de la colonia La Laja, pero regresó a su comunidad porque no consiguió quién le trabajara su parcela.
Ese día le dijo a su esposa, “voy a ver el frijol si ya está maduro para arrancarlo, no me pongas taco porque si no está maduro luego me voy a regresar”. Finalmente volvió a su casa a las 4 de la tarde y dos soldados ya lo esperaban para llevarlo a la cancha deportiva de la comunidad.
Una fila de hombres ya estaba formada cuando llegó y después de algunas preguntas lo vendaron. “¿Por qué el Ejército hizo eso en El Quemado, por qué agarró a toda la gente?”, se sigue cuestionando quien fuera comisario del pueblo un año antes de su detención e indicó que sólo 14 de 100 jefes de familia no fueron capturados.
Los bajaron en helicóptero a Atoyac sin decirles el motivo y luego los llevaron en camión a Acapulco “como animales”, amarrados de pies y manos a una banca. Fueron trasladados a la cárcel municipal, donde ahora es la Dirección de Salud municipal en la colonia Hogar Moderno, y los recibió el comandante de la Policía Judicial de Guerrero (hoy Policía Investigadora Ministerial), Wilfrido Castro Contreras, uno de los tantos perpetradores de la guerra sucia.
El informe del 9 de septiembre indica que a las 12:30 de la noche y “a petición” del comandante de la 27 Zona Militar, Joaquín Solano Chagoya, 10 presos de El Quemado fueron trasladados de la prisión de Acapulco al cuartel militar, lo que hoy son algunas oficinas del Ayuntamiento de Acapulco, atrás del Fuerte de San Diego.
“Ahí nos torturaron pues, ahí nos tuvieron como una semana y media torturando, sin comer ni beber agua”, contó Evaristo Castañón, quien señaló que también sufrieron tortura psicológica y les preguntaban por las armas utilizadas en la emboscada.
Otro documento de la DFS muestra la lista “Flit”, que Artículo 19 explica que es “un eufemismo para identificar a las personas que fueron ejecutadas extrajudicialmente”, entre ellos están José Veda Ríos Ocampo e Ignacio Sánchez Gutiérrez.
Evaristo Castañón contó que en la cárcel a “don Veda nos lo llevaron donde estaba nosotros, que supuestamente le dolían las rodillas y Wilfrido Castro dijo que comprara una inyección”, y luego supieron que murió, pero su cuerpo no fue entregado a sus familiares y es considerado un desaparecido.
“A Ignacio también lo llevaron en el comedor, de regreso de la tortura, estaba con los ojos cerrados”, expuso Evaristo Castañón y agregó que Sánchez Gutiérrez les pidió avisarle a su esposa que se sentía mal y comprara medicina, “pero al ratito ya estaba muerto, le quebraron las costillas a patadas, casi lo llevaban ahí agonizando”. Su cuerpo tampoco fue entregado.
La DFS anota en un informe “rumores” dentro del grupo de los detenidos de guerrilleros, entre ellos, Francisco Fierro Loza y Octaviano Santiago Dionisio, futuro dirigente del PRD, de que Lucio Cabañas va a secuestrar “a un alto funcionario” para liberarlos y también pedir dinero.
Evaristo Castañón recordó que estos presos “nos recibieron, nos llevaron a su celda para que nos bañáramos y nos dieron ropa seca, gracias a Dios que esa gente estaba ahí”. También estaba encarcelado Nicomedes Fuentes, que 40 años después sería uno de los cinco integrantes de la Comisión de la Verdad (Comverdad) de Guerrero que investigó precisamente la guerra sucia.
Un expediente de Evaristo Castañón precisa que el 12 de septiembre fue consignado al Juzgado de Distrito de Acapulco con el estatus de “confeso” por los delitos de robo, daño en propiedad ajena, asociación delictuosa, homicidio y lesiones contra agentes de la autoridad.
“A mí me hicieron firmar, me sacaron y me dijeron, nada más vas a firmar este papel y ya te vas, allá afuera está tu esposa con tus hijos”, contó Evaristo Castañón, quien al igual de otros 23 hombres de El Quemado recibió una sentencia de 30 años. Aún viven 10 de los sentenciados.
La DFS reconoce el 18 de septiembre que es un problema “la situación de las familias de los consignados, ya que algunos poblados de la Sierra quedan sin los Jefes de éstas”.
Evaristo Castañón ya tenía cuatro de los 6 hijos que procreó en su vida, “uno como preso no nada más sufría el estar encerrado, sino el estar pensando el sufrimiento que estaba pasando su familia que estaba a medio comer nada más”.
Su esposa Pabla Martínez iba a visitarlo a la cárcel, “gracias a ella no sentí tan pesada la cárcel porque cada mes venía a verme, cómo le hacía, quién sabe, el pasaje costaba 7 pesos de Atoyac a Acapulco,” recordó y mostró la foto de su finada pareja en su celular. Otro retrato impreso muestra a Evaristo Castañón con uno de los barcos de madera que aprendió a hacer en la cárcel para sobrevivir y darle 200 pesos al mes a su familia.
Los 24 sentenciados salieron de la cárcel en diferentes días de noviembre de 1976, cuando el gobernador Rubén Figueroa Figueroa les dio 100 pesos a cada uno para regresar a su casa y con la advertencia de no hacer escándalo porque si no, contó Evaristo Castañón, “ya no los voy a traer a la cárcel, miren, con ellos los voy a mandar a fusilar”, en referencia a los soldados que les apuntaban.
Sin embargo, como lo anota la DFS, su salida formal de prisión fue hasta 1978, cuando les dieron la amnistía y fueron llevados en camiones de El Quemado a Chilpancingo. Evaristo Castañón no acudió porque estaba chaponando un terreno en otra parte y no lo encontraron.
“Ese sufrimiento que pasamos más de cuatro años en la cárcel ahora lo hemos vivido más, el doble o el triple estando libres porque estamos esperando la justicia y no llega”, dijo Evaristo Castañón y mencionó que una de las consecuencias es que no le pudo dar estudios completos a todos sus hijos.
Vendió parte de su parcela para superar un problema en la columna y en la circulación de la sangre. Vive desde el 2010 en una colonia periférica de Acapulco con su hija Rocío, maestra de una escuela privada, pero que “su quincenita se le hace nada, siempre estamos escasos de alimento, cuando yo recibo mi pensión (de adulto mayor) le digo, ora, súrtete”.
Dijo que “la injusticia para nosotros pesa todavía y cuando ganamos la presidencia de la República, porque nosotros votamos a Morena, las víctimas de la guerra sucia de El Quemado nos alegramos porque pensamos que (el presidente de la República, Andrés Manuel) López Obrador nos iba a hacer justicia, pero no pensamos que iba a ser tan lento”.
Aseguró que el mandatario federal está limpiando al país de la corrupción y enumeró los programas de Bienestar que escucha en la conferencia matutina, “todo eso qué bien, pero México tiene sed de justicia, la justicia está retrasada y no porque no pueda, no hay voluntad de la cabeza, yo digo”.
Expuso que una parte de las víctimas de El Quemado ya recibió una compensación económica en 2021 y a otros no, como él, además les dieron menos dinero a los que estuvieron sentenciados 30 años.
Dijo que vive en paz y perdonó a sus torturadores porque se unió a una iglesia cristiana. Sin embargo, mantiene su demanda de justicia, “pero en verdad no es justicia porque un daño que te causa un gobierno o una persona, es un daño físico y moral. No sanas porque te den un dinerito, es un daño que te hicieron. Te están dando una ayuda porque te violaron los derechos humanos”.