Se va otra vez la energía eléctrica en calles del centro; “estragos” de Otis, dice trabajadores

Ayer otra vez fue suspendido el servicio eléctrico en una amplia área del centro de Acapulco, sin que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) resuelva el problema.
Los trabajadores de la CFE justificaron que la falta de energía eléctrica son parta de los “estragos” del huracán Otis .
La energía eléctrica fue interrumpida desde ayer a las 4 de la mañana en una amplia zona del centro de la ciudad. Regresó unas tres horas después, pero comerciantes que abrieron a las 8 de la mañana dijeron que no tuvieron luz hasta las 2 de la tarde.
Las calles afectadas por la falta de luz fueron 5 de Mayo, Hermenegildo Galeana, Parián, Velázquez de León y Tadeo Arredondo, de acuerdo con un recorrido.
Los comerciantes se quejaron que por la falta de energía eléctrica disminuyeron sus ventas hasta un 50 por ciento y que cerraron antes del horario habitual de las 6 de la tarde, se fueron a las 5 de la tarde.
Los trabajadores del taller donde se imprime este periódico informaron que el servicio eléctrico fue suspendido a las 4 de la madrugada y regresó en algunas calles a las 7:30 de la mañana.
Los trabajadores de la CFE dijeron que la falta de energía constante se debe a los “estragos” del huracán Otis. Manifestaron que atienden los reportes de los usuarios y que resuelven, pero salen después más “detalles”.
Añadieron que hay un tramo de una obra de pavimentación en la calle 5 de Mayo, que complica el servicio eléctrico.
En enero, en dos ocasiones el servicio eléctrico fue suspendido por una “falla en el circuito” en la colonia Centro. (Argenis Salmerón).

 

Muestra aún el barrio de La Guinea los estragos que dejó a su paso el huracán Otis

Ramón Gracida Gómez

La Guinea, uno de los barrios históricos de Acapulco, refleja aún los estragos del huracán Otis con casas derrumbadas, muros caídos y techos dañados que no han sido reparados después de más de tres meses, y testimonios de vecinos dan cuenta de la precarización después del meteoro.
Enclavado en un punto alto del centro del municipio, en el cerro de La Mira, este barrio histórico del municipio es un laberinto de callejones históricos y casas antiguas, que esconden la pobreza de sus habitantes, quienes padecieron los fuertes vientos del huracán categoría 5 y aún experimentan sus consecuencias.
Es el caso de Juan Pablo Atrisco, su esposa y sus dos hijas menores de edad que vivieron el Otis en otra casa y cuando regresaron a su hogar al día siguiente vieron que un muro del cuarto que es a su vez recámara, sala y cocina, se cayó y el techo de láminas voló hacia alguna parte que no ubican.
La cama está en un rincón y funge también como sala, y la pared pudo haber caído encima de ellos si hubieran estado ese día, resaltó la esposa de Juan. Otros vecinos, añadió, también salieron huyendo mientras arreciaba el huracán y se tenían que abrazar para que no se los llevara el viento.
Y es que la bahía se ve de frente, sin ningún edificio que tape la ventisca, lo que permite tener un momento fresco y no caluroso como en otras partes de Acapulco, que sufre el sol, aún más después de la pérdida de árboles a lo largo del municipio, sobre todo en las zonas cercanas al mar.
Juan Pablo ha reconstruido poco a poco su casa, pero enfatizó en diversas ocasiones durante la plática de ayer que el material es escaso y no ha podido completar su cometido, y en los días que llovió después del meteoro del 25 de octubre se volvieron a mojar sus pertenencias y todos los integrantes de la familia.
Juan Pablo agregó que otro problema que se añade a la falta de material es el cansancio que siente en su cuerpo porque tuvo o tiene dengue; lo adjudicó a que su casa aún sigue muy abierta sin una pared y algunas partes del techo siguen descubiertas: sin una intención de por medio, un cuadro se forma como una ventana para mirar la inmensidad del océano Pacífico.
El Sur recorrió algunas calles y andadores y se encontró con una operación policial que se llevó a cabo mientras trabajadores del Ayuntamiento de Acapulco avanzaban en su labor de prevención del mosquito del dengue, como parte de la campaña para reducir la incidencia que se percibe en la cantidad de enfermos.
Fue apenas el lunes pasado que la alcaldesa, Abelina López Rodríguez, recorrió esta zona del Acapulco Tradicional para dar inicio a la fumigación y abatización del mosquito que genera dengue; pero resulta difícil el control cuando el servicio de agua potable no llega.
La esposa de Juan Pablo ni se acordó cuánto tiempo llevan sin el servicio, sólo alcanzó a decir que son aproximadamente dos semanas.
Sin algún hecho violento reciente, el mote de zona insegura es perceptible en el andar por caminos estrechos y solitarios de los barrios históricos; sólo se pudo ver una pequeña tienda que reunía a vecinos para tomar una cerveza o platicar sobre los problemas que les aquejan, sentados bajo una sombra de una pequeña lona.
Un mural color azul, con unas figuras que dan la impresión de seres humanos y con un letrero que dicta Barrios La Guinea y Los Tepetates, ambos colindantes, muestra un intento de identidad de estos barrios históricos, renombrados por mantener la parte más antigua del Acapulco urbano.
En la calle Puebla, una vivienda destaca por su fachada antigua, el cuidador de la edificación dijo que por lo menos tiene 100 años, es conocida como La Iglesita, y sufrió algunos daños por el temblor de 2021. El adulto mayor sólo alcanzó a decir que se sintió fuerte el huracán Otis.
Las investigadoras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), María Elisa Velázquez y Ethel Correa, sugieren en su ensayo Negros, morenos y chinos en Acapulco colonial: diversidad cultural y perspectivas de análisis, que posiblemente el barrio La Guinea deba su nombre a la Nueva Guinea, isla de Oceanía, en el contexto de tráfico de esclavos Filipinas-Acapulco en el periodo de la Colonia.
Juan Pablo prevé que la situación económica se puede complicar, él trabaja como prestador de servicios turísticos en playa Icacos; “ya le dije a mi mujer que aunque sea vamos a comer arroz y frijoles”. Acudió por sus 12 despensas y aún no recibe los enseres domésticos.
Juan Pablo calculó unos 15 minutos caminando desde su casa para llegar al Fortín Álvarez, almacén de pólvora construido a finales del siglo XVIII y escenario de la defensa de Acapulco en la segunda intervención francesa en 1863, por parte del general Diego Álvarez Benítez, hijo del general Juan Álvarez Hurtado.
El vecino del barrio de La Guinea afirmó que su hermano, ya difunto, tenía una de las tantas balas de cañón que aseguran tener vecinos de la zona, y señaló las piedras que pertenecen al camino original que conduce al Fortín, pero que en perspectiva sólo son una pequeña porción frente al cemento impuesto sobre el callejón.
Después de Otis, los callejones eran depósito de basura, láminas y árboles; en conjunto, autoridades y habitantes despejaron las vías peatonales en las primeras semanas, aunque todavía se ven apiladas las láminas y escombros de las casas afectadas.
Desde siempre, los vecinos de los barrios históricos queman su basura porque no hay recolección, Juan Pablo separa la que le prende fuego, principalmente papel, y lleva cerca del Ayuntamiento del Centro los botes de plástico que evita quemar.
Hubo poco movimiento de vecinos a mediodía de este miércoles, sólo unos cuantos adultos mayores se encontraban en su casa, resaltó una señora que veía la televisión sentada en un sillón y la puerta abierta; su vivienda es un rectángulo más largo que ancho, pero aún estrecho y con escasas pertenencias.
Cerca se encuentra la primaria donde acude una de las hijas de Juan Pablo, la escuela Felícitas V. Jiménez, en honor a la profesora tlixtleca fundadora de la escuela Ignacio Manuel Altamirano en 1906; alrededor hay unas de las tantas casas dañadas por el huracán Otis, una está totalmente derrumbada.

Juan Pablo Atrisco y su familia en su casa en la parte alta del barrio de La Guinea, la cual fue severamente dañada por el huracán Otis Foto: Carlos Carbajal

La Costera, escaparate que muestra a la vez la recuperación y los estragos de Otis

Imagen de la fachada de Galerías Diana, en la Costera Foto: Jesús Trigo

Ramón Gracida Gómez

A tres meses del paso del huracán Otis, algunos hoteles y restaurantes de la avenida Costera de Acapulco se recuperan de la devastación con una parcial reactivación de sus actividades, pero otros conocidos establecimientos siguen cerrados.
El Sur hizo un recorrido por la principal vía turística que puede ser la imagen de la recuperación del municipio y al mismo tiempo la proyección de los estragos que aún no han sido reparados, además, el tránsito vehicular es difícil en ciertas horas, porque los semáforos no sirven y los agentes de Tránsito son insuficientes para cubrir cada cruce de calles.
Un punto importante de la avenida Costera es el parque Papagayo, donde dos grupos de zumba bailaban en la mañana del miércoles en la escasa sombra que los pocos árboles pueden dar; a contra esquina se encuentra el hotel Kristal, uno de los más dañados y que por ello aún se encuentra en reparación sin que ofrezca algún cuarto disponible, a diferencia de otros hoteles de la avenida Costera como el Bali Hai.
Se avanzó rumbo a la base Naval y Galerías Acapulco, antes Gran Plaza, que está tapizada y busca reactivarse principalmente con las ventas de la tienda departamental Liverpool, y otros negocios más pequeños que se encuentran dentro de un pequeño espacio, donde venden sus productos que no fueron tomados durante el saqueo de los primeros días después del huracán Otis.
El bar La Norteña está clausurado y destaca el ruido en la noche del bar restaurante La Cita, pero el movimiento principal de esta parte de la avenida Costera lo otorgan los comensales de los restaurantes 100% Natural y el Sanborns Café; alrededor está la clausurada Universidad Americana de Acapulco y el edificio federal que albergaba distintas dependencias y que no ha sido reparado a tres meses del huracán que lo devastó.
En el centro comercial Costera 125 se mueve el comercio por algunos establecimientos abiertos, pero la tienda Señor Frog’s está cerrada; los negocios de enfrente de El Pueblito están abiertos, aunque algunos todavía se ven afectados por la fuerza del huracán categoría 5.
El hotel Hotsson sigue en reconstrucción y el colindante Playa Suites ya está abierto; las tiendas, que alguna vez fueron criticadas porque no correspondían al nivel económico que tendría que dar la avenida Costera, como son Coppel y Waldos, volvieron a abrir sus puertas, y ahora son los comercios que mueven la economía en esta parte de Acapulco.
Luego está el hotel Emporio, parcialmente abierto con una parte incendiada recientemente, y Texas Ribs con su gran manta para anunciar su reinaguración; enfrente se encuentra Galerías Diana, con una gran lona blanca para esconder su reconstrucción y una parte descubierta, abajo está una manta que anuncia los negocios abiertos: Sasha, Burger King, la Casa de los Abuelos, y Fisher’s, este último sólo con el servicio para llevar.
La sucursal de la cadena de la comida italiana Italianni’s está devastada; a un costado se encuentra Vips, de los primeros restaurantes que anunció su reinaguración y enfrente el condominio Las Palmas, cuya fachada sigue igual de dañada desde el golpe del huracán Otis que rompió los ventanales.
Después de la glorieta de La Diana, destacan los daños de la tienda de ropa señor Frog’s, una parte está tapizada de madera, a un lado se encuentra en el mismo estado la sucursal de Tommy Hilfiger, de las grandes marcas que aún se mantienen en Acapulco, también cerrada.
La zona de fiesta la Condesa se medio recupera, el restaurante Bambú ya ofrece sus servicios, pero Tacos & Beer está destruido; la terraza de Sunset ya está abierta para el público, pero la estructura del Bungy se sigue derrumbado y ensombrece la recuperación de otros establecimientos de la Condesa, como los históricos Barbarroja y Paradise, con sus foquitos que dan luz en la noche.
El restaurante La Mansión, frecuentado por la clase media de Acapulco, no da ninguna señal de una posible recuperación, a diferencia del cercano Jaguar, igualmente tradicional de un sector de Acapulco, que ya abrió y que hasta diciembre fue una de las sedes de la iniciativa World Central Kitchen que alimentó a miles de acapulqueños en las primeras semanas del desastre, las más cruentas.
En frente se encuentra un devastado Club de Golf, una de las reservas naturales más importantes de la zona urbana de Acapulco, cuyos grandes troncos derribados son observados a simple vista desde la avenida Costera.
No fue posible ingresar a un ya clausurado hotel Elcano, aún sigue una planta purificadora del Ejército que tapa el carril de entrada, y de fondo había varías camionetas de la Guardia Nacional con agentes vigilando la entrada.
Más adelante está una devastada sucursal del supermercado Soriana, y un casi olvidado restaurante Toks, donde no es notorio ningún intento de reconstrucción. En contraste, cientos de damnificados intentaban entregar documentos a funcionarios del gobierno federal y recibir los apoyos del censo, que también tiene bastante movimiento por la instalación del hospital móvil del ISSSTE y la construcción del nosocomio de especialidades.
La sucursal de la tienda La Europea, donde se venden ultramarinos finos y vinos y licores de alta gama anuncia con una gran manta, como otros negocios, que ya abrió sus puertas después del paso de Otis. El Suntory, de los restaurantes más reconocidos y exclusivos que se especializa en comida de Japón, tuvo cerradas sus puertas el miércoles y el jueves.
Luego se encuentra otra tienda Soriana, saturada por los damnificados que cobran la tarjeta que les da el gobierno federal para gastar en algunos productos que se pueden encontrar en la sucursal; efectivos de la Guardia Nacional fungen como agentes de tránsito.
En esa zona el Centro Cultural Acapulco –ya sin Guardia Nacional– está devastado ,y más adelante, el restaurante Sanborns de Oceanic 2000 ya está funcionando. En esa parte de la Costera ya se observa bastante tráfico vehicular, porque los semáforos no sirven y sólo en ciertas horas agentes de Tránsito auxilian en el cruce de de las calles que entran y salen de la colonia Costa Azul.
Al final de la avenida Costera, con ciertas aglomeraciones en las paradas de camiones, se encuentra el devastado hotel Dreams, el abierto Casino Life y otros negocios pequeños que ya iniciaron actividades después del huracán.

Aún cerrados varios negocios que fueron víctimas de la rapiña tras el impacto de Otis

Aurora Harrison

Montones de basura hay todavía en la avenida Rancho Acapulco, así como en algunas calles del centro de la ciudad y en el bulevar Vicente Guerrero, donde además todavía hay negocios cerrados, que fueron “rapiñados” tras el impacto del huracán Otis.
A las 11 de la mañana, en un recorrido por la calle, se contaron al menos cuatro montones de basura. El último estaba en la carretera México-Acapulco, también en el mercado de la 20 de Noviembre, donde había basura que no había sido levantada.
A casi tres meses del huracán, hay lugares que tienen estragos de los daños. En el bulevar Vicente Guerrero hay tiendas de conveniencia, tiendas de ropa y zapaterías que siguen cerradas.
Uno de los puentes peatonales, que se quedó sin barandal, no se ha rehabilitado. Ahí, la Coordinación de Protección Civil colocó cintas amarillas de precaución, pero las personas siguen cruzando por ese lugar con el riesgo de algún accidente.
En colonias como Ciudad Renacimiento y Emiliano Zapata, los vecinos se quejan de que el servicio de recolección de basura y del agua potable que es irregular.
También comentaron que hay algunas calles y andadores que no tienen luz en las lámparas del alumbrado público, que hay algunos cables y postes tirados.
Por otra parte, en el fraccionamiento Solidaridad Milenia, por plaza Patio, los vecinos denunciaron que el drenaje está colapsado y que las autoridades de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA) no atienden las quejas.
Una de las vecinas, que habló la Redacción de El Sur, dijo que ya han hecho escritos dirigidos a la presidenta Abelina López Rodríguez y a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, para que se atienda, pero ninguna ha atendido su llamado, por ello están pensando en hacer una manifestación y bloqueo en la carretera, para que manden a desazolvar.
Detalló que los vecinos han hecho algunas labores, porque desde el huracán la situación en ese lugar empeoró. La calle tiene muchos baches y hay escurrimiento de aguas negras, niños, adultos y todos los habitantes tienen que caminar por ese lugar, soportando el olor a drenaje.

 

Aún hay muestras de los estragos que dejó Otis, pero avanza la rehabilitación de servicios

Aurora Harrison

Han transcurrido 83 días desde el huracán Otis y en la avenida Ruiz Cortines los contenedores de basura ubicados en las colonias Francisco Villa, Los Periodistas y en La Laja, frente al mercado ayer estaban saturados de desechos, además había varios puntos donde las banquetas tenían cables de luz y de telefonía tirados.
En esa avenida hay lámparas que están sin funcionar frente a la Secundaria Técnica 1 y en donde la barda se colapsó, metros más adelante en el semáforo que está frente a la tienda de comida rápida y hace esquina con la avenida Baja California no funciona, de manera que los vehículos que circulan por esa vialidad lo hacen con precaución.
Sobre esa avenida hay escurrimientos de agua potable, pero hay colonias que el servicio es irregular como el caso de la Francisco Villa y la Infonavit Alta Progreso, donde los vecinos en ocasiones tienen que comprar pipas con agua ante la falta del suministro.
Hay algunas tiendas de conveniencia que fueron saqueadas y que todavía no dan servicio a la población, hay casas dañadas, escuelas que los patios están sin techo, como es el caso del Colegio de Bachilleres de Ruiz Cortines, la primaria Francisco Villa; la Preparatoria 27 de la Universidad Autónoma de Guerrero, en la Secundaria número 7 Ignacio Chávez.
En el caso de los hospitales que resultaron con afectaciones todavía están los daños, pero en aquellos negocios donde hubo rapiña, como las farmacias, algunas ya están abiertas y dando servicio a la población, aunque no con todos los productos, pero ya están en operación.
Hay calles que están en proceso de pavimentación, como es el caso de la Solidaridad, cerca de la clínica número 2 del IMSS, en la calle 6 de Enero de la colonia La Laja, pero los vecinos dicen que van lentos, que son pocos los trabajadores que se presentan, y que apenas se retomaron porque cuando ocurrió el huracán se suspendieron.
A diferencia de los primeros días del huracán que eran cerros de basura, láminas tiradas y árboles, la vialidad está más limpia, pero en las zonas donde están los contenedores éstos están desbordados y ayer no había vigilancia policial como en otras ocasiones.
Como se ha informado en estás paginas, los servicios no se han restablecido en su totalidad y aún hay muestras de los estragos que dejó el huracán, pero ya hay más movimiento en las calles, algunos comercios se están activando, otros todavía siguen cerrados o están en proceso de rehabilitación.

Padecen trabajadores que cambian el asfalto en la Garita los estragos del calor

Argenis Salmerón

“Es doble el calor en este trabajo”, “se siente gacho el calor”, “usamos
ropa ligera y que cubra la mayoría del cuerpo”, “tomamos agua constantemente
para evitar la deshidratación”, fueron las expresiones de los trabajadores que colocan la carpeta asfáltica, frente a la colonia
Garita.
La obra de reecarpetamiento abarca los dos sentidos de la avenida Cuauhtémoc, aproximadamente un kilómetro.
El trabajo de reecarpetamiento comprende de la Y griega hasta la colonia la Garita, antes de la pavimentación de concreto.
Los trabajadores pertenecen a una empresa constructora de la Ciudad de
México y fue contratada por el gobierno municipal.
Las edades de los empleados comprende de los 20 a 30 años y su antigüedad apenas es de uno a dos años laborando para la empresa constructora.
El trabajador Andrés, que no dio sus apellidos, manifestó que el calor
es insoportable, “más porque trabajamos con material muy caliente”.
“Nosotros más que venimos de la Ciudad de México, sentimos el calor más gacho, incluso ya me salieron ronchas de tanto sudor”, expresó.
Contó que usa una camisa de manga larga y una playera, pantalón de mezclilla, sombrero y botas especiales para evitar quemarse la piel.
Añadió que los empleados toman agua constantemente, “·tenemos un termo
Grande”, sin embargo dijo que apenas apacigua la deshidratación.
“Todo el día en el sol, de 9 de la mañana a 5 de la tarde, terminamos totalmente cansados, deshidratados y quemados de la piel”, acotó.
Otro trabajador de nombre Pablo, indicó que el calor del ambiente y del material de la carpeta asfáltica, “es doble, tener que soportar altas temperaturas, hace un trabajo difícil”.
Incluso, dijo que ya hubo un trabajador que se desmayó por el calor, “se metió de lleno a la chamba y se deshidrató; ahora todos tomamos agua constantemente”.
Afirmó que los trabajadores usan ropa ligera que cubra todo el cuerpo,
“yo me pongo las botas especiales, una camisa de manga larga, playera,
pantalón de mezclilla y mi sombrero o gorra”.
Informó que el proceso de reecarpetamiento tiene dos fases, el retiro del viejo material y la colocación del nuevo.