Sigue el tiradero clandestino del mercado central de Chilpancingo que Leyva ofreció sanear

 

El tiradero que está dentro del estacionamiento del mercado Baltazar R. Leyva Mancilla no ha sido clausurado ni saneado, además no se han colocado los contenedores de basura que el alcalde de Chilpancingo, el priista Marco Antonio Leyva Mena se comprometió a instalar para que la basura no estuviera regada en el piso.
El tiradero clandestino se ubica dentro del estacionamiento, donde se hacen las cargas y descargas de alimentos.
El 26 de enero, el alcalde Leyva Mena hizo un recorrido en el mercado central, dos días después de que los comerciantes bloquearon la avenida Insurgentes para exigir la destitución del administrador de esta central de abastos, Daniel Bautista González, a quien rechazan y acusan de corrupción.
El día del recorrido, el presidente municipal dijo que, “estoy sorprendido (por el cúmulo de basura)”, se deberá de colocar contenedores de basura para que no esté tirada en el suelo, mientras se busca un lugar más cercano para tirar los desechos; sin embargo, la zona sigue igual.
En el estacionamiento hay lomas colgadas en las que se lee, “Entrada de carnes. No diablos. No botes de basura, ayúdanos a mantener limpio”, sin embargo se observó que los comerciantes depositan ahí los desechos.
Desde el 27 de enero, cuando el alcalde priista, Marco Antonio Leyva Mena cerró el relleno sanitario de la capital, se han habilitado diversos tiraderos en la capital, uno de ellos está ubicado en Tierras Prietas, y es un predio que renta el Ayuntamiento por 60 mil pesos mensuales.
Otros tiraderos clandestinos son el del río Huacapa, el del cerro de Las Antenas, el del mercado de la colonia del PRI, el de la Feria de Navidad y Año Nuevo y el que está en la carretera federal, Chilpancingo-Tixtla, de los que ninguno ha sido saneado.

Proliferan basureros clandestinos en la capital ante la deficiente recolección y la saturación del tiradero

 


En la capital del estado sólo hay 20 camiones recolectores de basura, cuando se necesitan al menos 50 para brindar atención a las 600 colonias de Chilpancingo, lo que ha provocado la proliferación de tiraderos clandestinos.
Ante la falta del servicio de recolección de basura, la población arroja sus desechos a la vía pública e incluso a los predios baldíos, lo que origina una proliferación de moscos y malos olores.
El artículo 92 del Bando de Policía y Buen Gobierno dice que, “Por servicio público se debe entender toda prestación concreta que tienda a satisfacer las necesidades públicas. Está a cargo del Ayuntamiento, quien lo prestará de manera directa o con la concurrencia de los particulares, de otro Municipio, del Estado o de la Federación; o mediante concesión a los particulares”.
Asimismo, el artículo 95 señala que, “En todos los casos, los servicios públicos deberán ser prestados en forma continua, regular, general y uniforme”.
En Chilpancingo, la recolección de basura, principalmente en la periferia, está en manos del sector privado, que según información del gobierno municipal debe recibir sólo una cooperación voluntaria, sin embargo los prestadores del servicio cobran una tarifa mínima de 10 pesos por llevarse los desechos, sin recibir sanciones, pese a que durante todo el año hubo quejas de los colonos por el cobro.
En la carretera federal Chilpancingo-Tixtla en el punto conocido como el Basurero que conduce a las antenas, en un recorrido se observó que a un lado de la vialidad hay un tiradero de basura clandestino de más de 50 metros de largo, donde el mal olor es insoportable, debido a los escombro, animales muertos y desechos, que se depositan ahí.
El actual basurero municipal, ubicado al sur de la capital, está saturado; en agosto se abrió una celda de “emergencia”, que sólo duraría un mes y medio. El encargado del sitio, Miguel Ángel López manifestó que en la celda de “emergencia” se hicieron trabajos de ampliación para tirar basura durante un mes y medio.
Sin embargo, cuenta, ante la falta de un predio para construir el relleno sanitario, el alcalde priista, Marco Antonio Leyva Mena instruyó para que se ampliara más la celda para que durara hasta diciembre.

Denunciarán al Estado mexicano ante la CIDH por el asesinato de dos normalistas en Chilpancingo, anuncian

Cada año, estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, normalistas y organizaciones sociales marchan para exigir justicia por la muerte de dos estudiantes en un desalojo en el entronque de la autopista del Sol, el 12 de diciembre de 2011 en Chilpancingo.
Hace cuatro años, Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino murieron por heridas de bala que policías federales, estatales y municipales dispararon contra alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa para desalojar la protesta de la carretera. También hubo decenas de heridos y detenidos sometidos a tratos crueles y a tortura.
Pronto se supo en Tixtla que El Cheve y El Güero fueron asesinados. Así llamaban a Gabriel, originario de Tixtla, y a Jorge Alexis, de La Y griega, de Atoyac de Álvarez, los estudiantes ejecutados cuando respondían con piedras a los balazos de los policías.
También se mencionaba que entre los fallecidos a El Comandante, otro normalista que resultó herido de bala, recordó el hermano de Gabriel, Francisco Echeverría, ahora normalista de cuarto grado de Ayotzinapa. Ingresó a la normal en 2012, después de la represión.
Explicó que dos días antes de la manifestación en la capital, donde murió Gabriel, le dijo que le echara ganas, que no se fuera a quedar sin estudiar, y coincidían en que Ayotzinapa era la alternativa de concluir una carretera, pese a los ruegos de su madre, que ahora temía por su vida.
Desde 2013, se sumaron a la demanda los padres de los 43 alumnos detenidos-desaparecidos en Iguala, en otra agresión policiaca, que este año convocaron a las organizaciones a marchar hasta El Parador de El Marqués, que tras el desalojo a balazos se volvió un sitio icónico de la lucha social.
Ayer, las familias de Jorge Alexis y Gabriel, así como Gerardo Torres Pérez, el normalista detenido ilegalmente y torturado después de la agresión, anunciaron que en el cuarto aniversario presentarán una denuncia contra el Estado mexicano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el apoyo del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), el Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, la Red Guerrerense de Organismos Civiles de Derechos Humanos (Red Groac) y el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan.

Testimonios

Ayer, Francisco Echeverría habló por vez primera de la experiencia de él y su familia aquel día, y de la exigencia de justicia que sigue vigente, porque no hay un detenido ni responsable de los hechos, no obstante los videos que muestran a los uniformados disparando, y a sus mandos, contra estudiantes desarmados; “qué es una bala contra una piedra, te descalabra a lo mucho, pero una bala te llega a matar”.
Gabriel, delegado de Ayotzinapa en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), llegó el viernes 10 de diciembre a su casa en Tixtla, venía de Zacatecas de una comisión política, conversó con su mamá y acompañó a su hermano, Francisco a comprar restos de pastel, que usan como alimento para los cerdos.
En el camino, a Gabriel se le antojó una rebanada de pastel y Francisco hurgó en su pantalón, encontró 15 pesos de propina que recibió por ayudar a una vendedora a recoger su puesto, y se los ofreció. A eso se dedicaba, a ayudar en los puestos del mercado antes de entrar a la Normal. La pastelera les regaló la segunda rebanada.
Los hermanos ya habían hablado de que Francisco entrara a la normal, y esa tarde le pidió que le echara ganas, que no se quedara sin estudiar. Más tarde, el dirigente estudiantil recibió una llamada de la Normal y volvió a la escuela.
El domingo 11, habló de nuevo con su mamá y, de alguna manera se despidió cuando su mamá le dijo que se cuidara para no le pasara nada, y el dijo que no se preocupara, pero que si ocurría, se iban a ver después, “allá arriba”. Solo consiguió que lo reprendiera.
El lunes 12 de diciembre, recordó que estaba trabajando en la parcela de su familia cuando recibió una llamada de su papá, para decirle que llamara a su hermano, insistieron los dos y el teléfono los enviaba a buzón. Corrió a Tixtla a tomar la combi a la normal, donde ya había estudiantes inquietos, y escuchó decir que había tres muertos, entre ellos El Cheve, su hermano.
Cuando se dieron cuenta de quién era rectificaron, decían que eran rumores, que no estaba confirmado, mientras en Tixtla se envió un carro a informar, mediante voceo, de la represión. Familiares y activistas comenzaron a llegar a la escuela, y luego de unas horas bloquearon la carretera federal Chilpancingo-Tixtla, cerca de la Normal.
Ahí, otra llamada de su papá, para confirmarle la noticia. Con gran pesar fue a su casa, a preparar el lugar para recibir el cuerpo y ver a su mamá, que se enteró por los vecinos de la noticia. No daba crédito a la noticia, a pesar de que ya escombraban la casa.
Llegó a sus manos un diario vespertino, ese mismo día, ahí vieron en fotografías a los dos jóvenes tendidos en el arroyo de la carretera. La señora María de Jesús no lo reconocía, pero Francisco, ya más hecho a la idea, le dijo, “sí es, mamá; mira, son sus tenis, yo se los llevé a coser (al zapatero), son los que le mandó mi hermano de Estados Unidos, y esa bolsa tú se la cosiste”.
Desde entonces, señaló que no ha terminado el acoso, llegan muchas personas como reporteros, incluso policías a tomarles fotos a todos los integrantes de la familia, preguntan cómo están y qué hacen.
“Una ocasión que los normalistas marcharon de la escuela a su casa, una mujer policía le preguntó qué hacían ahí los muchachos, mi mamá me contestó fuerte, ellos están aquí por mi hijo, que mataron el 12 de diciembre, no están haciendo nada malo”, contó.