Discuten la pertinencia de la lucha armada en la presentación de un libro en Chilpancingo

En la presentación del libro La revolución imposible del periodista Julio César López el autor observa al ex comandante Antonio del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), Jacobo Silva, en el Palacio de la Cultura de Chilpancingo este martes Foto: Jessica Torres Barrera

Luis Daniel Nava

Chilpancingo

La presentación en Chilpancingo del libro La Revolución Imposible de Julio César López Arévalo, fue la ocasión para debatir acerca de la pertinencia de la lucha armada, en el contexto de un presidente de México “socialdemócrata”, del pragmatismo de Morena y del control de organizaciones criminales sobre la vida de la mayoría de las regiones de Guerrero.
“El hartazgo de la gente tiene límites, es muy posible”, replicó el ex guerrillero Jacobo Silva Nogales, quien en la clandestinidad era conocido como comandante Antonio, fundador del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Mencionó la lucha de José Luis Orbe Mesino, también conocido como Omar Guerrero Solís, o comandante Ramiro del ERPI, quien fue el precursor de la lucha de los pueblos contra las organizaciones criminales en la entidad, quien “logró que en su región no entrara el crimen organizado”.
El comandante Ramiro fue asesinado por paramilitares en 2009.
A las 12:15 horas de este martes en la sala principal del Palacio de la Cultura de Chilpancingo, se presentó el libro del periodista chiapaneco Julio César López Arévalo La Revolución Imposible (Grupo Azul, 2023).
“Es una novela de amor y guerra, así como el reconocimiento a los luchadores sociales que han arriesgado su vida para cambiar las condiciones de vida de una sociedad pobre y abandonada”, calificó el autor.
Al caluroso espacio llegaron alrededor de 100 estudiantes, periodistas, académicos, profesores, ex militantes de izquierda y de la guerrilla.
Por curiosidad hasta llegaron políticos de Morena, ahora funcionarios del gobierno del estado.
También estuvo el estudiante sobreviviente de Ayotzinapa, Luis Uriel Gómez, colaborador de otro normalista, el diputado plurinominal de Morena, Manuel Vázquez Arellano.
López Arévalo cubrió la primera conferencia de prensa que se dio en 1996, un año después de la masacre de 17 campesinos en el vado de Aguas Blancas el 28 de junio de 1995.
La obra fue comentada por Jacobo Silva Nogales, el moderador fue el fotoperiodista de El Sur, Lenin Ocampo. Al final el fotógrafo José Luis de la Cruz, también trabajador de esta casa editorial, regaló fotografías al escritor y al ex guerrillero.
Jacobo Silva de 66 años es oriundo de Miahuatlán, Oaxaca, e hijo del carpintero Florentino Silva.
Estudió en una preparatoria vocacional del Instituto Politécnico Nacional en la Ciudad de México y se incorporó a la guerrilla a los 18 años. Luego de tres meses de intentar sin éxito armar columnas armadas en otra entidad, junto a sobrevivientes de la lucha de Lucio Cabañas, se trasladó a Guerrero en 1979.
Permaneció y luchó en la clandestinidad 20 años como militante del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), integrante del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y fundador del ERPI.
El comandante Antonio fue detenido y torturado el 29 de octubre de 1999. Fue recluido durante 10 años en el penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez.
Del autor de La Revolución Imposible, Jacobo Silva dijo que es hermano de dos militantes de izquierda, uno de ellos también periodista, Fredy, asesinado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas en 2021, y otro hermano, José López Arévalo, personaje del libro y quien murió a causa de un cáncer.
Dijo que Julio César López se destaca porque en el periodismo se dedicó a escribir sobre el movimiento armado radical.
“Se enfoca a cubrir lo que el Estado llamó la guerrilla mala, por contraposición a la guerrilla negociadora del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)”.
Dijo que cuando surgió el EPR, el EZLN ya tenía dos años de haber aparecido.
“Con el EZLN se podía negociar, platicar, dialogar, y con el EPR no, así que se hizo tajante la división entre la guerrilla”.
La obra, dijo, revela datos interesantes e intrigas de la izquierda del movimiento armado, “es rico en información y sirve para futuras investigaciones académicas”.
“Es un libro con un abordaje periodístico, no académico. Interesante porque no se limita a dar voz a un solo protagonista, sino que presenta versiones encontradas de líderes acerca de lo que se vivía en la clandestinidad”.
Dijo que la narración también ofrece una lectura entre líneas que un lector con un poco de reflexión entenderá su significado.
El libro, añadió Jacobo Silva, se centra en el comandante Toño (Antonio) y en una musa llamada Helena, “es un entrecruzamiento de historias de lucha, conflicto interno y amor”, apuntó.
El autor del libro expresó que conoció al Comandante Toño con el rostro cubierto, “estoy nervioso por tanta felicidad”.
Dijo que siendo estudiante de sociología intentó sin éxito ingresar al PROCUP.
Lo rechazaron, dijo, porque su hermano José López Arévalo a quien en el libro describe como “gordito de espejuelos” recién había declinado a su militancia.
“Serví más como periodista, de militante no hubiera aguantado”, consideró.
El título del libro, reveló, es pretencioso y provocador a las diferencias internas de las organizaciones de izquierda en el país, o dicho en palabras chiapanecas, “así no se pinches puede”.
También dijo que se sorprendió al conocer que el país precursor de los vuelos de la muerte para exterminar a simpatizantes e integrantes de la guerrilla de los 60 y 70, fue México.

López Obrador no es de izquierda, sino un nacionalista revolucionario

La discusión se abrió cuando se dio participación al público. Sergio Morales Carmona, del Partido Popular Socialista preguntó acerca de una táctica ante la llegada de Claudia Sheinbaum al poder.
En ese momento el escritor del libro mostró su simpatía con la política del presidente Andrés Manuel López Obrador, que dijo no es de izquierda sino un nacionalista revolucionario.
Dijo que ahora el Ejército ya no reprime y que ve esperanzas en la elección del 2 de junio cuando por primera vez México tendrá a una mujer presidenta, que viene de una militancia de izquierda.
El maestro de la CETEG, Filemón Sánchez y el estudiante de sociología, Carlos Fonseca se refirieron al ex gobernador Rogelio Ortega Martínez, quien se asume como guerrillero de la década de los 70.
Lo calificaron como un oportunista que llegó a ser nombrado gobernador interino gracias a la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa de 2014.
El periodista Sergio Ocampo Arista preguntó al autor y al ex guerrillero, si es pertinente una lucha armada en la actualidad con un país militarizado, miles de desaparecidos, un presidente que no cumplió a los padres de Ayotzinapa y el acecho de las mineras y los grupos criminales en la mayor parte del territorio del estado.
“La revolución siempre es posible porque siempre es necesaria. Ahora mucho más que antes porque hoy es difícil identificar al enemigo”, contestó el comandante Antonio.
Añadió que hace 50 años había mil 500 desaparecidos y ahora existen más de 100 mil personas de las que se desconoce su paradero, además de cientos de miles de asesinados.
“La violencia se justifica y es necesaria. Es parte de la necesidad de defenderse, antes te reprimían, ahora te matan, te desaparecen, prostituyen y venden tus órganos. La necesidad de armarse ahí está, pero es más difícil, es más peligroso”.
“Si estuviera en mis buenos tiempos, estuviéramos ahí”, dijo Jacobo Silva.
También se abrió un espacio para que el ex guerrillero hablara de la vida y lucha del comandante Ramiro a quien conoció cuando tenía 14 años, junto al adolescente Miguel Ángel Mesino, en una reunión en la sierra en 1987.
Narró su trabajó en la Tierra Caliente haciendo conciencia y reclutando gente a su causa, además de la participación de las mujeres en la guerrilla.
“Sólo una región se defendió del narco, la del comandante Ramiro, que aunque sólo tenía estudios de primaria vio y entendió que era necesario defenderse de un nuevo enemigo”.

El crimen aprendió de la guerrilla

Jacobo también puntualizó la diferencia entre la Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) que ­–dijo– obedece a un pueblo y a una asamblea, y a las autodefensas que surgen de manera improvisada y son las que más infiltración tienen de criminales.
“El crimen aprendió de la guerrilla. Cumple las necesidades del pueblo, pero luego los somete y crea sus propios grupos de autodefensa”, dijo.
También habló de las 17 características del ideario del maestro normalista y comandante guerrillero Lucio Cabañas Barrientos, fundador del Parrtido de los Pobres (Pdlp) conocidas como El Cabañismo o El Pobrismo que llegó a reclutar hasta 150 comunidades.
Entre ellas destacan la formación de columnas armadas, la creación de asambleas y comisiones y el espíritu conciliador entre los pueblos, no así con el Estado.
En otra parte de las intervenciones Hugo Herrera, de la organización Hacia el Poder Popular, consideró al presidente Andrés Manuel López Obrador como un “socialdemócrata”, “que es la cara bonita del capitalismo y que ha retrasado la revolución porque mucha gente le cree”.
El escritor y ex militante del PRD, José Francisco García González, describió aspectos de la situación actual que se vive en los pueblos, y consideró que si esta situación no se detiene podría haber una guerra civil.
“El hartazgo de la gente tiene límites, es muy posible”, replicó el comandante Antonio.

La amnistía debe ser para los presos con motivo de la lucha social, dice el ex comandante Antonio del ERPI

Jacobo Silva Nogales en la presentacio?n de su libro en el Instituto Internacional Estudios Poli?ticos Avanzados de la UAG – Foto: Carlos Alberto Carbajal

Jacobo Silva Nogales, el comandante Antonio del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), señaló que la nueva ley de amnistía debe incluir al preso político de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), Gonzalo Molina, a los presos del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop) y toda aquella persona presa por la lucha social aunque forme parte de grupos armados.
En declaraciones posteriores a la presentación de su libro en el Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados (IIEPA) ayer, el ahora escritor dijo que el Estado mexicano debe de hacer justicia en la masacre de El Charco mediante el castigo a los asesinos.
Silva Nogales, el comandante Antonio que fue el principal dirigente del ERPI, desde su formación como una escisión del EPR en 1998 hasta que fue encarcelado en 1999 durante 10 años, presentó su libro Los Rasgos Esenciales del Estado, ayer en un aula del IIEPA de la UAG ante un auditorio conformado esencialmente de alumnos de la misma escuela, el director Marco Adame Meza, profesores y el ex presidente del Consejo Nacional del PRD, Camilo Valenzuela.
Después de la presentación se le preguntó qué debe hacer el nuevo gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador ante sucesos como la masacre de El Charco, municipio de Ayutla, en donde el Ejército asesinó a 10 campesinos y a un estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el 7 de junio de 1998. También hubo cinco heridos y 22 detenidos.
Contestó que ante este hecho y otros similares el nuevo gobierno federal “debe de hacer justicia y esto implica el castigo de los asesinos porque esta parte siempre se ha eludido en cualquier proceso similar. Se investiga pero el castigo está ausente.”
También se le pidió su opinión de la recién propuesta de ley de amnistía. Dijo que “en mi experiencia sobre las leyes de amnistía, sobre todo las que se han expedido aquí de Guerrero, son muy limitadas y no se aplican a las personas que cometieron delitos supuestamente graves. Lo que yo esperaría es que se les aplicara también a esas personas”.
Señaló que debe estar incluido el promotor de la Policía Comunitaria de Tixtla, Gonzalo Molina, los presos de la Cecop “y en general todo aquel preso que haya caído en la lucha social y no importa que haya caído desarrollando la lucha legal o la lucha armada porque también debe de aplicarse la ley de amnistía si es que en verdad se pretende hacer un cambio”.
Durante la presentación de su libro, Silva Nogales dijo que debido a que vivió “un estado súper represivo dentro de la cárcel” en los años que estuvo preso –1999 a 2009–decidió escribir este libro.
Con mucho tiempo para pensar y después de haber leído muchos libros, desde teóricos sobre el Estado hasta literatura universal, decidió teorizar sobre el Estado desde la práctica y no con una visión académica. Mencionó que no estudió en la universidad porque se siente responsable de haber sacado de la escuela a varias personas para invitarlas a la guerrilla.
Indicó que el Estado tiene 25 rasgos, según él, entre los que se encuentra el monopolio de la violencia que actualmente es disputado por otros grupos como el crimen organizado; instituciones legales e ilegales como los “ejércitos secretos” que sirven de asesinos del gobierno. Mencionó que un compañero de celda en la cárcel le confesó que era un “halcón” que participó en la matanza del 10 de junio de 1971 y lanzó la pregunta: ¿qué va a hacer Andrés Manuel López Obrador con ese ejército?
En la sesión de preguntas, la profesora Rosa María Gómez Saavedra le pidió que ampliara la semblanza que se había dicho previamente a su participación para que los estudiantes conocieran su participación política.
Dijo que no le gusta hablar de sí mismo, sobre todo porque “hay unas cosas no tan bonitas” que vivió, pero mencionó que a él le tocó ser joven en la década de los 70´s, cuando habían pasado las matanzas del 68 y el 71, existían las guerrillas de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez. También había triunfado la revolución en Cuba que había “impuesto una moda” de barbas largas y vestimenta militar verde olivo. Se escuchaba “música de izquierda” pero lo que verdaderamente lo impulsó a ser guerrillero fue la ayuda que le dio una señora de San Luis Acatlán a donde había ido para conocer la zona por donde estuvo Genaro Vázquez.
Posteriormente se incorporó al Ejército Popular Revolucionario (EPR) y luego al ERPI. Cayó preso el 19 de octubre de 1999 en la Ciudad de México a donde había ido a conocer a otro grupo armado. Fue torturado y posteriormente llevado al penal de máxima de seguridad Almoloya. La abogada Pilar Noriega fue quien lo defendió y luego él mismo lo hizo. Fue liberado en 2009 y a partir de entonces se dedica a escribir y a ser tallerista.

 

Pintar es una forma de continuar su lucha, dice el comandante Antonio del ERPI

 Condenado a 47 años de prisión por el ataque del EPR al Ejército en julio de 1996, presenta 40 cuadros en la exposición Jacobo, el guerrillero pintor

 Sentenciado a 47 años de prisión, culpado por el enfrentamiento del EPR a con tropas del Ejército en El Ahuejote, en la carretera Tlapa Chilpancingo, el 16 de julio de 1996, el comandante Antonio del ERPI, Jacobo Silva Nogales, declara que la pintura es una forma de continuar su lucha, informó su hermana, Elizabeth Silva Nogales.

Este lunes, en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la ciudad de México, se inauguró una exposición de 40 pinturas, que se llama Jacobo, el guerrillero pintor, que incluye también dos cuadros de Gloria Arenas Agís, la coronela Aurora del ERPI.

Elizabeth Silva Nogales informó que la exposición fue organizada por la Coordinadora por la Libertad de los Presos Políticos, a la que pertenece, y por el Movimiento de Lucha Popular.

Afirma que el comandante Antonio ha encontrado en la pintura una forma de expresión de sus vivencias y sentmietos, de su percepción del mundo, y de denuncia, y recuerda que la primera vez que expuso sus cardos, en octubre de 2003 en la Universidad Autónoma Chapingo, los conocedores opinaron que la obra del guerrillero encarcelado tiene calidad artística.

Jacobo Silva y Gloria Arenas fueron detenidos en operaciones del Ejército, la Policía Federal Preventiva y la PGR en octubre de 1999, en la ciudad de México y San Luis Polosí, y encarcelados (con Felícitas Padilla Nava y Fernando Gatica Chino, detenidos en Chilpancingo, que no pertenecen al ERPI) en la prisión de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya, estado de México.

Gloria Arenas y Jacobo Silva fueron sentenciados en 2003 por el juez primero de distrito con sede en Chilpancingo, inicialmente a 49 años 7 meses de prisión, por los delitos de homicidio calificado, tentativa de homicidio calificado, rebelión y daños en propiedad ajena.

Los acusan de la primera acción de fuego del EPR contra tropas del Ejército después de su aparición pública, el 28 de junio de 1996, en el vado de Aguas Blancas, un año y medio antes de la escisión de las fuerzas eperristas en Guerrero que conformaron el ERPI, encabezadas por el comandante Antonio.

Entre la comunidad de El Ahuejote y La Estacada, municipio de Tixtla, fue emboscado un convoy militar, y según la información oficial no hubo bajas del Ejército, pero en el fuego cruzado las balas alcanzaron un camión civil tipo Torton que en ese momento pasó por la carretera, y murió el menor Gonzalo Alejandro Morales Pineda.

Fueron condenados, por el homicidio del menor, por tentativa de homicidio contra los militares que recibieron el ataque, por daños causados por las balas en los vehículos militares y en el camión civil y por rebelión contra el gobierno, a pesar de que los guerrilleros que realizaron el ataque iban encapuchados y nadie los pudo identificar.

En la apelación de esa sentencia, en enero de 2004, les ratificaron los cargos pero les redujeron la condena a 47 años.

Aún les queda el recurso de demandar un amparo contra esa sentencia.

Elizabeth Silva informó que según el expediente, el juez federal de Chilpancingo que los sentenció actuó por consigna, porque en el proceso hubo muchas irregularidades.

Una de ellas, señala, es que no hay pruebas de que el enfrentamiento en El Ahuejote, el 16 de junio de 1996, hayan sido las balas de los guerrilleros las que causaron la muerte del civil, y hay sospechas de que ésta fue provocada por el fuego de los militares.

En el expediente aparece que los testigos no vieron de qué lado procedían los disparos, y sólo escuchaban las balas.

Además, dice que los guerrilleros no tenían intención de matar a nadie y menos a civiles, fue algo circunstancial.

Paralelamente, un juez federal de Toluca los condenó a 5 años 6 meses de prisión, en febrero de 2003, en un proceso abierto por delincuencia organizada, asociación delictuosa, posesión de armas y cartuchos y terrorismo. Finalmente sólo los sentenció como culpables de asociación delictuosa, y hace dos meses les ratificaron la condena.

Elizaberh Silva informó vía telefónica que entre los 40 cuadros que expone Jacobo Silva Nogales durante esta semana en San Lázaro se plasman temas relacionados con la tortura, la cárcel, luchadores sociales como Zapata, Villa, El Che, Lucio Cabañas y la naturaleza.

Gloria Arenas Agís, que está en el penal de Neza Bordo estado de México, a donde fue trasladada en 2001, presenta un cuadro sobre la mujer y otro titulado Desfuturo, sobre el mundo destruido que nos espera.

Informó que algunos cuadros expuestos están a la venta, y otros pertenecen a la colección particular de los autores y sus familias. “Queremos que la gente conozca su obra, que se vea que los guerrilleros no sólo luchan con el fusil, sino también con el arte; que la pintura es una trinchera más”, explicó. (De la Redacción)