Buscan a Vicente Suástegui en San Isidro y pegan fotos de desaparecidos en la Jardín

Ramón Gracida Gómez

La búsqueda del desaparecido integrante del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la presa La Parota (Cecop), Vicente Iván Suástegui Muñoz, continuó este martes en el poblado de San Isidro y también se pegaron fotografías de otros desaparecidos en las colonias Jardín Azteca y Jardín Mangos, de la zona poniente de Acapulco.
Su esposa, Samantha Valeria Colón Morales, celebró que a este segundo día de la jornada de búsqueda sí acudieron integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar) a resguardar el perímetro de búsqueda, a diferencia del día anterior y de las búsquedas de los meses pasados.
Sin embargo, la también integrante del colectivo Fe y Esperanza de Encontrarles Guerrero pidió vía telefónica a “las autoridades que sigan haciendo su trabajo, que no nos hagan el camino más tortuoso de lo que ya lo tenemos con tener a un familiar desaparecido”.
Asimismo, hizo un llamado a la sociedad en general a respetar las fichas de búsqueda que han colocado en varios puntos de la ciudad, “ya que es muy difícil para nosotros como familia dejar una fotografía de nuestros familiares y que no se respeten; que esto lo hacemos para encontrarles y hacerles volver a sus hogares”.
Como se informó ayer, el lunes inició una nueva jornada de búsqueda de Vicente Suástegui, el activista defensor del agua que fue desaparecido en la colonia Ciudad Renacimiento el 5 de agosto de 2021; esta semana representa la número 5 de actividades en lo que va del año, pues así se acordó en el calendario con la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), dijo en su momento Valeria Colón.
La jornada de actividades se extiende hacia el sábado e incluye la búsqueda en campo de otros puntos de Acapulco; ésta es la primera vez que se lleva a cabo en la zona poniente para abarcar más posibles lugares, el lunes llegó hasta los alrededores de las instalaciones de la Base Aérea de Pie de la Cuesta, y así dar a conocer el problema de los desaparecidos en el municipio.

 

No tienen luz desde el inicio del ciclo, denuncian en la secundaria federal 3

Maestros y padres de familia de la secundaria federal 3, ubicada en la colonia Jardín Mangos, denunciaron que la institución educativa no tienen energía eléctrica después del huracán Otis y que trabajan de manera parcial por la falta de luz.
La escuela secundaria Aztecalli tiene dos turnos. En la mañana tiene una matrícula de 300 estudiantes y la misma cantidad en la tarde.
En conferencia de prensa, el director de la secundaria, Filiberto Díaz Martínez, dijo que desde el paso del huracán Otis no tienen energía eléctrica en la escuela.
Añadió que desde el 8 de enero, cuando reanudaron las actividades académicas, no tienen servicio eléctrico en la escuela. Indicó que en el turno matutino hay clases de 8 de la mañana a 11:30, y en la tarde de 1:30 a 6 de la tarde.
Declaró que ya acudió ante la Secretaría de Educación Guerrero y a la Comisión Federal de Electricidad, sin tener respuesta desde enero pasado.
“Estamos trabajando sin luz, por eso trabajamos de forma parcial”. (Argenis Salmerón).

Esperan vecinos formados por cuatro horas las despensas en la colonia Jardín Mangos

Argenis Salmerón

Tardan hasta cuatro horas formados para recibir una despensa que entrega el Ejército, se quejaron vecinos de la colonia Jardín Mangos.
Los vecinos se quejaron que la despensa no contenía la tarjeta de regalo de las tiendas Aurrerá, Soriana ni Chedraui. Además de las cajas de cartón venían abiertas.
Los soldados no pidieron ningún cupón a cambio de la despensa, que contenía solamente galletas, verduras en lata y pasta.
Los vecinos reclamaron esperaron cuatro horas formados para recibir una despensa y se taparon del sol con sombrillas y pedazos de cartón.
Algunas personas al enterarse de que la despensa no contenía tarjeta de regalo se salieron de la fila.
Según, los vecinos se formaron antes de las 9 de la mañana y después del mediodía llegaron los soldados a repartir las despensas.
Después los soldados entregaron un vale para recoger la despensa, es decir, los vecinos hicieron dos filas para recibir los productos adentro de un cartón.
Efectivos de la Guardia Nacional resguardaron la zona durante la entrega de despensas, que llegaron en dos camiones del Ejército.
La fila de personas abarcó unos 500 metros lineales del mercado Mangos hasta la avenida del mismo nombre.
La vecina Alejadra García Pineda, se quejó que se tardaron cuatro horas para recibir una despensa, “aquí se nota quien necesita los producto”.
“Hubo personas que se salieron de la fila, porque no había la famosa tarjeta de regalo, entonces se ve el interés de las personas”, reclamó.
Incluso, dijo que vinieron personas de otras colonias para la despensa, pero “se picaron el ojo, porque no recibieron los cupones y era una despensa sin tarjeta”.
“La verdad la caja de cartón solamente tenía varias galletas, latas de verduras y pasta, dicen que se están acabando las despensas”, recalcó.
Sin embargo, dijo que todavía falta por cambiar de cuatro a tres cupones, “es lo que la mayoría tiene, lo sé porque estuve preguntando”.
“Tal vez ya no quieren dar más despensas, pero los cupones faltantes cómo le van a hacer, y faltan los E1 y E2”, concluyó.

Se queda vecino de la Jardín sin censar y sin empleo por atender a su madre enferma

El vecino de la colonia Jardín Mangos, Alberto Flores Gutiérrez, manifestó que no le censaron su casa porque una semana antes del huracán Otis, se llevó a su mamá a Tijuana para la operación de un quiste en el hígado.
La casa construida de paredes de tabicón y techo de madera y láminas galvanizada, se ubica en la calle Cocoteros, Lote 11 manzana 102.
En declaraciones a El Sur, el vecino dijo que su casa se le voló el techo por los fuertes vientos del huracán Otis y perdió todo lo material.
Declaró que tiene 50 años viviendo en su casa y por atender a su mamá de su enfermedad, “me quedé sin trabajo y sin el apoyo del gobierno federal para reconstrucción”.
“Prácticamente no tengo nada en estos momentos, y mamá está en reposo y requiere de mi atención”, sostuvo.
Comentó que los vecinos se solidarizan con él y “me regalan un poco de despensa, lo que no le gusta, pero es bienvenido, la verdad”.

 

Teme vecina de la Jardín Mangos que dos casas colapsen sobre la suya

Argenis Salmerón

La vecina de la colonia Jardín Mangos, Alfonsa Arguello Hernández, denunció que un muro de contención se colapsó durante el huracán Otis y cayó atrás de su casa y teme que las dos viviendas de arriba se deslaven por falta de protección.
La casa de material de dos niveles, se ubica entre las calles Prolongación Álamos y andador Oyamel.
En lugar había escombro de un muro de contención deslavado, debido al huracán Otis, atrás de la casa de la vecina afectada.
Ante esta situación, dejó intransitable el andador Oyamel por el escombro, tierra y piedras; una casa no tiene muro de contención y la otra vivienda por falta de protección está a punto de venirse abajo.
La distancia entre la casa de la vecina afectada y la casa de arriba es unos 10 metros de altura.
En declaraciones a reporteros, Arguello Hernández denunció que el muro de contención de una casa de arriba, se colapsó por el huracán Otis y teme por su vida.
Criticó que el muro de contención de la casa abandonada no tienen columnas y castillos de concreto, “lo peor es que la casa de a lado, también es propensa de caerse”.
“La casa de arriba está abandonada y se le cayó su muro y tapó el andador, no hay paso para las personas”, puntualizó.
Añadió que las dos casas de arriba están abandonadas desde hace 25 años, y que los propietarios son de la Ciudad de México.
Manifestó que el muro de contención se fue cayendo poco a poco desde las tormentas tropicales Ingrid y Manuel, en septiembre del 2013, y “fue hasta Otis que se cayó definitivamente”.
“Mi casa esta cargando todo el escombro que se vino abajo, si yo retiro todo, quedará más alto y hay piedras que se pueden caer”, reclamó.
Pidió a las autoridades de los tres órdenes de gobierno hacer el andador Oyamel y construir el muro de contención como parte de la obra y no haya peligro para los peatones.
Dijo que el andador Oyamel son 100 metros aproximadamente, pero “no le quieren meter mano, porque está valuado en 4 millones de pesos”.
Manifestó temor porque el otro muro se vaya a colapsar y destruir su patrimonio, “es mi única casa, si tuviera dos, en las aguas me voy a la otra y en la secas me vengo a esta y desgraciadamente es la única que tengo”.
“El día del huracán Otis, no se veía nada, todo estaba en tinieblas, se escuchaba tronidos de láminas, postes que caían y cuando se cayó el muro se escuchó horrible”, concluyó.

La llegada de Otis a la Jardín Mangos

Tramos de barda caída, láminas galvanizadas, árboles y un poste de luz derribados, así como butacas amontonadas en la primaria Ignacio Manuel Altamirano de la colonia Jardín Mangos, a 22 días del paso del huracán Otis Foto: Yee Trujillo

Yee Trujillo

Día 19 desde Otis. Al caer la noche y seguir a oscuras en la colonia Jardín Mangos la ansiedad ha vuelto. Me sorprendió de golpe, igual que el huracán, después de tantos días de limpieza, de cansancio, de filas para todo, de buscar hielo para la insulina de mi mamá, de ver las calles, casas y edificios de mi ciudad devastada; los montones de basura por doquier, con colchones, muebles y aparatos inservibles; las polvaredas y la rapiña que duró varios días, como si Acapulco fuera un pueblo sin ley.
La del martes 24 era una noche estrellada, sin viento, sin lluvia, nos quedamos sin electricidad a las 10, aunque no había señales del huracán, y prácticamente había sido una temporada sin tormentas, con problemas de sequía. “Se desvió”, pensé ingenuamente, aunque mi primo insistía en que el ojo del huracán pasaría por Pie de la Cuesta. Tomé mi clonazepam y me acosté.
A eso de la 1:30 de la madrugada me despertaron las ráfagas de aire que filtraban la lluvia con hojas y tierra por el techo de lámina galvanizada, en la que azotaban objetos de otras casas. Repetidas veces me cambié de ropa, hasta que acepté que me quedaría empapada. Las pesadas puertas de herrería corredizas se abrían solas, aunque el pasador estuviera puesto. Los perros temblaban de miedo y mi mamá se hacía la fuerte. Una lámina de otra casa se detuvo durante unos minutos, sostenida en el aire contra un ventanal de herrería del primer piso, frente a nosotras, y después el mismo viento la arrancó de golpe.
Hasta que pude entrar al resto de la casa vi que no quedó ni un librero en pie, las cortinas estaban desprendidas o desgarradas, había agua de lluvia hasta en la estufa, puertas de roperos de madera rotas por el mismo viento, que después las vecinas dirían que a ratos sonaba como “lamentos” y que describirían como “tornados” dentro de las casas.
Las escaleras quedaron obstruidas por libros, adornos, lámparas y ropa. La planta baja parecía una casa abandonada, con montones de recuerdos convertidos en basura, pedazos de esferas, vidrio y cerámica regados; hojas de árboles y tierra, que el aire y la lluvia pegaron en las paredes, muebles y aparatos.
Después de resguardar a los perros y ver que no había nada por hacer bajo la lluvia, con el viento ensordecedor, sin señal telefónica y en la oscuridad, me quedé sentada, mojada, temblando, mientras mi mamá se resignó a acostarse en la cama totalmente mojada, al igual que toda nuestra ropa y sábanas, hasta que amaneció y pudimos ver la devastación desde la terraza: Contados techos de lámina soportaron, algunos árboles y palmeras habían resistido el embate del huracán, pero sin ramas, los cerros sin vegetación, pero todos los vecinos estábamos completos.
Al no poder arrancarla de raíz, el viento partió el tronco de la palmera del patio y cayó en la barda de una vecina, sin causar daño, y fue entonces que razoné que, de haber caído en dirección contraria, no estaría usted leyendo esto. Como pudimos, tres adultos macheteamos durante horas la palmera para que dejara de estar recargada en el techo de la adulta mayor, que de por sí ya había perdido todo su techo. Las llamadas al 072 o a los bomberos ni siquiera daban tono.
Fue hasta el segundo día cuando supimos que todo Acapulco estaba igual, cuando la gente trató de cruzar hacia el centro caminando, para buscar a sus familiares o reportarse en sus trabajos.
No hubo señal de telefonía celular y hasta la fecha no se restablece totalmente. La gente aún tiene que subir a la parte alta de la calle Melocotones y avenida Palmas para hacer llamadas, pero eso no fue obstáculo para que circularan de boca en boca todos los saqueos, los robos en casas y que después había aparecido en una calle de la colonia el cuerpo de uno de los supuestos ladrones.
Fue hasta hace unos días que, de vez en cuando, se ve a alguna patrulla policiaca circulando por la avenida Mangos.
Entonces, cuando nos repusimos del impacto y limpiamos un poco, empezó la desesperación por buscar víveres, agua, hielo, gasolina, más insulina en el caso de mi mamá, que llevaba días inyectándose una dosis menor, sin decirlo para no preocuparme, y aunque los saqueos seguían, también apareció la solidaridad entre las familias, seres queridos que llegaron desde otras ciudades a ver a los suyos y llevarles alimento, vecinos que conseguían un bidón de gasolina para otros o que compraban en otra ciudad un generador de electricidad, para que los demás cargáramos los celulares y guardáramos algo en sus refrigeradores.
Los vecinos poco a poco arreglan sus casas, algunos con láminas “rescatables” que encontraron tiradas o las que trataron de enderezar, e incluso con lonas, porque la ayuda material no llega y temen que vuelva a llover.
Los cerros de la zona amanecen cubiertos por una nube de humo, ante la falta de recolección de toda la vegetación y basura.
Hay quienes apoyan a otros a levantar los escombros, a cortar árboles para abrir paso, preguntan a los demás si les falta comida, agua y hasta croquetas para nuestros fieles animales de compañía, y un grupo de jóvenes colocó en la calle una lámpara solar en un poste, para al menos devolvernos un poco de sensación de seguridad.
Esta vez en la colonia no se observó movimiento por el Día de Muertos, como cada año, no hubo platillos para altares, ni tamales nejos, ni flores, apenas conseguíamos velas para alumbrarnos, ni visitamos los panteones para llevar las coronas que ya teníamos listas para mi papá y mis abuelos, por temor a encontrar caminos intransitables como las calles de nuestra colonia, obstruidas por láminas, tinacos, postes y árboles. “Nos veremos en tu cumpleaños, pa. Espérame, por favor”, me repito desde el día 1.
Mañana será otro día y, poco a poco, con las fuerzas que los acapulqueños sacamos de no sé dónde, y la ayuda de quienes han llegado desde otros estados, volveremos a la normalidad en nuestra querida ciudad.

Denuncian el robo de material y medicinas de la unidad médica de la Jardín Mangos

 

El director de Salud municipal, Eger Gálvez Pineda, informó que la unidad de salud de la colonia Jardín Mangos fue saqueada ayer por la madrugada.
Consultado al finalizar el acto de inauguración de la segunda etapa de la campaña de reconstrucción mamaria en la Unidad Médico Quirúrgica de Hogar Moderno, Gálvez Pineda expuso que se pedirá seguridad a la Policía municipal y que se seguirá trabajando con empresas privadas.
En Acapulco, en Salud municipal hay una lista de espera de 100 mujeres para la reconstrucción mamaria. El costo de la operación en un hospital privado es de 600 mil pesos.
Gálvez Pineda explicó que las unidades médico quirúrgicas en la colonia Hogar Moderno y en la comunidad de Xaltianguis cuentan con dos guardias privados contratados por el Ayuntamiento en dos turnosm “esto es algo por cuestiones de control de los pacientes”. Agregó que en las dos unidades quirúrgicas hay un convenio con una empresa privada.
Expuso que se busca la vigilancia de policías municipales en los 25 módulos de salubridad.
Del robo en la unidad de la Jardín Mangos, dijo que no se habían registrado situaciones relacionadas a la inseguridad, pero ayer en la madrugada se reportó el robo de material de curación, medicamentos y de insumos.
Consideró el hecho como parte de “una etapa de inseguridad en el municipio, en el estado y en el país”. Y Aclaró que no se cerrará el módulo sino que se reforzarán las medidas de seguridad con la instalación de herrería y un vigilante en la noche.
Reconoció que en la colonia Jardín Mangos se han registrado hechos de inseguridad, pues en la primera Semana de Vacunación, en febrero, una enfermera que participaba en una brigada fue asaltada.
Ayer en la unidad de Hogar Moderno, en conferencia de prensa, el presidente de la Fundación Mexicana para la Reintegración Biopsicosocial de la Mujer con Cáncer Mamario, A.C. (REBICAM), Javier Solorio Almazán, quien fuera precandidato a presidente municipal y declinara por Evodio Velázquez Aguirre, dio a conocer que se operará a 14 mujeres.
Informó que han sido 22 mujeres a las que se les han practicado 22 cirugías reconstructivas.
Por su parte, el director de Salud municipal agregó que ayer se intervendrían ocho pacientes y el resto hoy.
El costo, incluyendo las tres etapas de reconstrucción mamaria, en un hospital privado es de 600 mil pesos por persona. Dijo que el gobierno municipal aportó 300 mil pesos para las 14 pacientes y con ese dinero se adquirirán materiales.
El proceso de la reconstrucción mamaria va de los seis a los ocho meses.
Gálvez Pineda informó que la lista de espera es de 100 mujeres, las cuales son analizadas por los médicos de la fundación, DIF municipal y la Dirección de Salud a través de estudios socioeconómicos.