Visita a la sierra de Atoyac

 

(Tercera y última parte)

Río Santiago, el pueblo que visitamos, es uno de los más grandes de la sierra de Atoyac junto con El Porvenir. Tiene menos de mil habitantes y se localiza al Este de la cabecera, más allá de los 600 metros de altura sobre el nivel del mar.
El pueblo se fundó con beneficiarios del reparto agrario cardenista, y por la influencia de revolucionarios como el general Pablo Cabañas, tío abuelo del guerrillero Lucio Cabañas, hecho que algunos historiadores utilizan para mostrar que la guerrilla de las década de los setentas era una continuidad de la Revolución Mexicana.
Sobre este tema quiero detenerme para platicar una experiencia reciente que me ha parecido deslumbrante: Hace algunos años conocí a un señor que mientras tejía una atarraya prestaba atención a una plática mía sobre el medio ambiente y sin dejar su labor me hizo un comentario a partir del cual nos hicimos amigos.
No era una persona cualquiera y tenía una plática interminable, difícil de interrumpir porque para todo tenía un comentario que te obligaba a responder y a escuchar. No sólo parecía tener necesidad de un interlocutor sino que guardaba historias personales que despertaban interés referidas a las diferentes ocupaciones que había desarrollado en su vida, pero no de cualquier ocupación.
Este hombre que para fines de la historia le llamaré Luis, anda ya cercano a los setenta años y vive con su segunda familia. En una de sus pláticas me había contado que desde muy joven había entrado a la milicia y que estuvo un tiempo en un batallón que llegó a mi pueblo, y le creí por las señas que me dio.
Como soldado me platicó que estuvo a punto de morir en una emboscada, quedó paralítico y el Ejército lo desechó como lo hizo su mujer cuando perdió la movilidad, pero al paso del tiempo Luis se logró recuperar y rehízo su vida. Se fue a los Estados Unidos y lo contrataron como instructor en la policía por su pericia en los disparos a larga distancia.
Como el tema más frecuente de nuestra plática se relacionaba con la milicia y las armas que conocía, me confesó que estuvo en el combate a la guerrilla del PDLP en la sierra de Atoyac y fue nada menos que uno de los dos sobrevivientes de la primera emboscada que Lucio tendió al Ejército en junio de 1972.
Pero su historia es todavía más alucinante porque además de que me repitió lo que he leído sobre los accidentes del terreno donde se produjo la emboscada que la formaban, “puros muchachos universitarios”. Cuenta que la guerrilla en la zona existía desde antes del levantamiento de Lucio, y que su padre estaba comprometido y ayudaba a un grupo que actuaba en la sierra de Coyuca y que él, junto con otros tres jóvenes identificados con apodos eran los encargados de llevarles bastimento, carne seca, comida de latería y tortillas, a determinados puntos ya establecidos en la sierra a los que llegaban caminando durante las noches.
En esa historia larga y con detalles me platicó que en realidad él entró al Ejército como agente infiltrado de la guerrilla porque a dos de sus compañeros los detuvo el Ejército y los tenía desaparecidos, y que una de las acciones abortadas era hacer explotar la bodega de material militar que el Ejército tenían en Atoyac, pero fueron descubiertos y asesinado el guerrillero responsable de la acción en el momento en que se dirigía a efectuar el operativo.
Me platicó muchos otros detalles de la guerrilla con nombre y apellido de los militares con grado que la combatieron. Así mismo de los vuelos de la muerte sobre lo que parece estar muy enterado, y conste que no se trata de una persona asidua a leer los periódicos.
Con más detalles de esta historia escribiré un artículo que puede abundar con información para enriquecer el reporte de la Comisión de la Verdad.
Pero prosigamos en la historia de la visita a Río Santiago invitados por Israel quien nos platica que sus abuelos, José Zeferino Yánez y Ana García fueron de origen costeño y que estaban recién casado cuando decidieron subirse a la sierra enterados de que se estaba repartiendo la tierra.
Caminaron varias jornadas con sus escasas pertenencias hasta llegar a Río Santiago donde fueron beneficiarios de varias hectáreas de tierra y se hicieron cafeticultores con los apoyos oficiales y el trabajo incansable de la familia.
En pocos años y con mucho trabajo los Zeferino levantaron una finca de tres huertas con varios miles de matas de café, cultivadas bajo sombra en la que invirtieron el trabajo de decenas de peones contratados cada año para la siembra, limpia y cosecha del cafetal.
En la década de los años setentas del siglo pasado Israel recuerda que era su papá, Domingo Zeferino quien tenía a su cargo la tarea de conseguir y contratar los peones viajando a los pueblos de Aguacatepec y Santa Cruz en el municipio de Quechultenango donde mi amigo nació.
Entre 20 y 30 peones que traían y llevaban contratados por temporadas de dos meses, los Zeferino construyeron la primera casa de material industrializado en 1956, y trajeron el primer molino de nixtamal y también una máquina despulpadora que cambió la vida de los vecinos.
Los peones contratados eran todos adultos y sólo en raras ocasiones llegaban familias enteras que eran contratadas para trabajar de manera permanente en el cuidado del cultivo. En los contratos sancionados por la autoridad municipal se establecían las condiciones del empleo que incluían el traslado, la alimentación, el precio por lata de grano cosechado y algunas otras prestaciones.
En la finca se habilitaban barracas como dormitorio, desde donde todas las mañanas salían los peones a trabajar después de almorzar, casi de madrugada, para aprovechar lo fresco del día y regresaban al atardecer para cenar y descansar.
Cuenta Israel que su abuela contrataba en Atoyac a dos cocineras que se hacían cargo de preparar el nixtamal y la masa con la que hacía las tortillas.
La misma historia de la importancia de las cocineras me la platicaron en Yucatán con los chicleros quienes en grupo partían a la selva llevando contratadas a las cocineras que vivían en los jatos o campamentos, a las cuales se tenía en alta estima, cuidado y respeto porque de ellas dependía su supervivencia.
Aquí a cada peón la abuela recomendaba cargar una rama de leña seca todos los días para el fogón que todo el tiempo estaba encendido y que la cocinera agradecía.
Los abuelos de Israel que eran muy considerados con sus peones porque sabían que el trato eran la base para una larga relación de trabajo, dice que a tiempo compraban y engordaban sus cerdos que sacrificaban para las comilonas los días domingo.
En la sierra era una fiesta la temporada de cosecha. “cuando bajaba la avioneta para pagar hasta los perros traían dinero en el pueblo” dice Israel que contaba su abuelita, porque los grandes comerciantes del grano que vivían en el puerto de Acapulco mandaban en avioneta a sus pagadores cada semana.
Cuando cayó el precio del grano dejó de bajar la avioneta y llegaron las plagas que fueron el remate de las plantaciones. Los cafetales quedaron abandonados hasta que llegó el programa Sembrando Vida que parece un nuevo aliento para el campo y en ese nuevo ambiente la familia Zeferino está haciendo el propósito de rehabilitar sus plantaciones y diversificar los cultivos.
Quizá en eso pueda estar el futuro que sueña don Chon para quien la fuerza de la voz que tienen los escritores atoyaquenses debería ser suficiente para que unida diera lugar a un plan de desarrollo como lo merecen los hijos del histórico y revolucionario pueblo de Atoyac.

Un viaje a la sierra e Atoyac

 

(Segunda parte)

Con el compromiso renovado de continuar por el camino de las transformaciones sociales que demanda la mayoría de los mexicanos, cruzamos la ciudad de Atoyac rumbo a la sierra, ya con el calor del medio. Voy pensando en la plática con Arturo García en la idea de que es forzoso defender nuestro estómago, lo que consumimos, como el único territorio libre acosado por esa avalancha de publicidad de todos los días y por todos los medios desplegada por las empresas trasnacionales dirigida a los niños que son los futuros adictos a la comida chatarra que los enferma para engrosar luego la clientela de los laboratorios farmacéuticos y de la medicina que hace negocio con ellos.
Pensando en ese tema que ha cambiado el sentido del gusto tradicional de nuestras familias voy recordando que cuando mis hijos eran pequeños, con el afán de nutrirlos con alimentos frescos y sanos conseguí que nos entregaran en la casa la leche bronca recién ordeñada, pero me enfrenté a la reacción de mis niños a quienes les parecía demasiado fuerte el olor a vaca porque ellos estaban ya acostumbrados a tomar la leche envasada a la que se le denomina “de cartón” porque su empaque ha sustituido al origen vacuno de la leche.
Con esos temas ocupando mis pensamientos no me di cuenta del momento en el que nos perdimos en las calles de Atoyac hasta que el carro se detuvo para preguntar al joven motociclista cómo salir del atolladero en el que nos metió una obra pública que tenía cerrado el paso conocido.
Por fortuna, ante nuestro aturdimiento, dimos con un joven atento y servicial que se ofreció de guía para conducirnos por la vía alterna y siguiéndolo fuimos a parar a la calle del panteón municipal donde Israel tuvo ya la referencia para llegar al vado de la salida y luego a la carretera que lleva a la sierra.
Fue ya en la salida cuando Palmira y yo reparamos en la ausencia del perfumado olor a café que inundaba la calle principal cuando en los años ochenta de paso a la Ciudad de México era obligado para nosotros pasar a surtirnos del grano cuyo olor nos mantenía despiertos todo lo largo del camino.
Ahora Atoyac ya no es el pueblo descrito por José Joaquín Blanco en sus crónicas de 1982 cuando acompañaba al finado Arnoldo Martínez Verdugo en su gira electoral. Ahora es una ciudad que se extiende en nuevas colonias y crece para arriba, con muchos edificios modernos y la presencia de grandes tiendas comerciales.
Abundan las casas de crédito, de esas que ofrecen todo en abonos pequeños con infinidad de clientes deudores y las que prestan sin aval y a muy alto interés sin más requisitos que una copia de tu INE y número de celular.
Aquí se repite lo que ya hace muchos años Vaclav Havel, el primer presidente de la República Checa, había observado en el mundo que el fenómeno de la globalización no solo uniformaba con la moda, sino también con los gustos en la comida y hasta en el diseño y mobiliario de los negocios, todo para fomentar el ánimo de comprar.
En Atoyac las motocicletas abundan y los motociclistas también se han convertido en una plaga aquí y en un riesgo constante para quienes manejan porque la mayoría no usa casco ni conoce las reglas básicas del conductor.
Aquí también se observa una crecida adicción a los teléfonos celulares y la misma mala costumbre de no dejarlos mientras conducen. Y ni modo, porque el mal crecerá cuando la señal cubra todo el territorio nacional, por eso pienso mejor en buscarle lo positivo a la globalización y a los avances tecnológicos y digitales.
Los programas del gobierno federal de apoyo a jóvenes estudiantes, aprendices, sembradores de vida y el de la Pensión Universal han creado un efecto notorio en la vida de las comunidades por su crecido poder de compra. El dinero ha reactivado el comercio aunque nada es comparable con el negocio de las bebidas alcohólicas que han incrementado el índice de borrachos como un mal que todo mundo se siente obligado a soportar porque su consumo es de todos los días.
De por sí en los pueblos dominaba la costumbre de viajar los domingos a la cabecera, ahora con los apoyos federales eso se ha generalizado. Los pueblos quedan sin gente y en las casas solo se escuchan los ladridos de los perros que se quedan encerrados a su cuidado.
Unos van a la misa, otros al mercado o a los centros comerciales, la mayoría a pasear gracias a la autonomía ganada con la compra de sus propios medios de transporte y la solvencia para pagar la gasolina.
De todo esto vamos comentando en el camino curveado donde solo los anuncios en la carretera nos indican el nombre de los pueblos que vamos pasando, pues por la misma orografía del terreno y el trazo de la carretera no alcanzan a verse.
Primero es Rincón de las Parotas, San Andrés de la Cruz, Santiago de la Unión, El Cucu-yachi son los nombres de los pueblos donde por cierto no vemos anuncios de que se vende café, quizá porque todo mundo sabe que es el cultivo fundamental de la sierra como la sal en la costa, pero andan las mesas con frutas, pencas del plátano que llaman repúblico, más grande que el común, de cáscara gruesa. Hay también guanábanas gigantes y jugosas a precio casi regalado, miel de abeja envasada y ya se anuncia la temporada de mangos con las floración de los árboles.
En poco más de media hora de camino ya entramos al poblado de Río Santiago, nuestro destino. Nos separamos de la carretera por una pequeña desviación que era el antiguo camino camino a la orilla del río. Allí, a pocos pasos y a mano izquierda, en una ladera de la loma retajada a pico y pala está la casa de los Zeferino, amplia y de concreto con alto techo de teja y corredor que es como un balcón mirando al río cuya corriente resbala sobre grandes lajas.
La familia en pleno nos recibe como si nuestra visita fuera un gran acontecimiento. Don Chon está en primer lugar con su bastón en la mano y su mujer a un lado, Omar que es su hijo mayor nos saluda atento y es quien nos presenta a toda la familia. Luego, sin tiempo para estirar las piernas y quitarnos lo mareado nos invitan a sentarnos mientras sirven el café que es nuestra tercera taza en el día, la cual acompañamos con el rico pan de pueblo que un joven pasa vendiendo por la calle.
En seguida, como si supieran que tenemos el tiempo medido para la visita nos invitan a conocer y recorrer el patio de la casa y el primer molino de nixtamal que tanto ayudó en el quehacer doméstico a las mujeres de la comunidad encargadas de la tarea de alimentar a los miembros de la familia, y durante la cosecha las responsables de hacer las tortillas para dar de comer a todos los peones contratados para limpiar y cosechar las huertas, en total, dos meses de intenso trabajo en los que se ahorraban el trabajo de moler el nixtamal gracias a la visión empresarial del abuelo de Israel quien fue dueño también de la piladora de motor.

 

El oficio de escribir

 

Krisna, mi entrevistadora en el programa del Ecotianguis me pregunta ante el público reunido en la explanada de la escuela primaria Vicente Guerrero de Zihuatanejo sobre el oficio de escribir, que si un escritor nace o se hace, y quiere que platique mi propia experiencia en esta presentación que hago de mi obra en el espacio que se dedica a la promoción de la lectura y el reconocimiento de los valores literarios locales.
Le digo que esas preguntas son nuevas para mí, porque realmente nunca he pensado en ellas, pero ahora, ante el público ni me puedo excusar de una respuesta y tampoco recurrir a frases hechas para salir del paso, por eso le respondo que potencialmente todos los que sabemos leer y escribir podríamos desarrollarnos como escritores, siempre y cuando fuera de nuestro interés dominar ese oficio sabiendo de antemano que se requiere una inversión de tiempo y trabajo arduo y en solitario, con una disciplina propia de los ascetas y por el solo gusto de hacerlo porque no conozco casos en los que un escritor tenga todos los medios a su alcance para dedicarse a escribir sin la presión que implica ganarse el sustento, si no se tiene la fortuna de contar con un empleo relacionado con la escritura.
Bueno, creo que sí hay casos como el de Carlos Fuentes, un escritor de familia pudiente quien tuvo a la mano todos los medios necesarios para convertirse en un erudito, lo mismo que Octavio Paz, funcionario en Relaciones Exteriores hasta que ya se había dado a conocer como escritor. Pero en la mayoría de los casos los escritores tienen que trabajar dobles jornadas sin que tampoco su dedicación al oficio sea garantía de éxito en términos de poder vivir de la escritura.
Pero hay personajes que han nacido con esa rara habilidad y destreza para entrelazar palabras que expresan ideas o cuentan historias con una facilidad asombrosa como Julio Cortázar, pero jamás destacan porque simplemente carecen del deseo, el compromiso y la disciplina que implica el dominio del oficio.
En mi caso, que no me considero ni soy un escritor exitoso, porque no vivo del oficio, he obtenido sin embargo no pocas satisfacciones en esta formación en la que influyó mucho mi padre, ahora lo sé, porque habiendo crecido en un mundo de párvulos mi padre era encantador de palabras porque contaba historias que embelesaban a sus oyentes donde aparecían magos, sultanes, alfombras voladoras, marinos audaces, todo extraído del libro Las mil y una noches y de la amenazada princesa Scherezada, pero también los picantes y desternillantes cuentos italianos de Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno. “Entre el clavel y la rosa usted es-coja” le decía a la reina para ganar la apuesta el personaje audaz que se burlaba del defecto que tenía su majestad sin ofenderla.
Mi padre podía memorizar los libros y dominaba el arte de contar historias, cualidades que le hacían tener amigos y gran facilidad para entretener a hijos y sobrinos.
Con ese antecedente mi deseo de ser escritor lo descubrí a muy corta edad en mi centro de trabajo donde ingresé a los 16 años.
Tenía la necesidad de que mis compañeros hicieran conciencia de la situación de desventaja en la que trabajábamos, donde no había seguridad en el empleo y nuestras prestaciones eran burladas, sufríamos un trato despótico y la importancia de la organización para reclamar nuestros derechos como trabajadores y la circunstancias exigían hacerlo con la mayor discreción para evitar represalias, de tal manera que los volantes eran el medio más eficaz para lograrlo, con textos breves donde no sobraran palabras.
Después mi entrevistadora me pide que hable de mis seis libros publicados de los 10 que llevo escritos. Comienzo con el que me publicó Conaculta en 2013, un ensayo sobre el campo costeño en la década de los ochenta con el cual gané un concurso de la UAG. Pero la publicación que era parte del premio quedó pendiente y solo logré que viera la luz con otro concurso, esta vez de Conaculta en el 2013.
Las opiniones del jurado que recomendó la publicación fueron un aliciente para mi ego como escritor en ciernes porque reconocía calidad y pulcritud en el lenguaje, dominio y conocimiento del tema.
Con ese texto bajo el brazo el gobierno municipal de mi pueblo natal, me encomendó escribir la historia de Quechultenango, tradiciones y fiestas, tarea que realicé con deleite profundizando en temas que viví y reviví.
Pero el tercer libro que escribí acumulando material a lo largo de veinte años fue el más ambicioso porque se trata de un anecdotario tratando de definir el carácter y modo de ser del costeño, se trata de Re-cuentos de la vida costeña, que me publicó la Preparatoria 13 de la UAG.
Después y cuando mis escritos en las páginas de El Sur encontraron lectores en otras regiones del estado, por ese medio entré en contacto con un personaje que formó parte fundamental en los cambios que vivió mi pueblo natal en su calidad de médico pasante, quien habiendo llegado a principios de los años sesenta del siglo pasado para realizar su pasantía, terminó quedándose por seis años involucrado de tal manera en la problemática local que volcó todas sus energías y conocimiento acumulado como líder estudiantil del IPN en combatir el poder caciquil que tenía sometido a todo un pueblo.
El médico Epifanio Martínez Barrera que cuenta ahora con más de 80 años y vive en la ciudad de Iguala consideró como un elogio mi visión sobre su desempeño para ayudar a resolver los problemas sociales de mi pueblo y gustoso pagó la edición de El Pasante, libro que se ha distribuido más allá del estado involucrando a las autoridades politécnicas.
El penúltimo de mis libros que tuvo a bien prologarme mi amigo José Woldenberg se refiere a mi experiencia como militante partidista en la política de izquierda, contada a partir de las anécdotas que vivimos como oposición política al partido de Estado y de gobierno que bauticé como Militancia festiva.
El último libro, el que con más empeño escribí y reescribí durante la pandemia fue la experiencia exitosa, quizá la primera y más relevante en la historia del estado referida a un problema medio ambiental que logramos revertir con la organización más amplia de cuantas se conocen la tendencia de la grave contaminación de la bahía de Zihuatanejo cuyos indicadores llegaron a hacerla prohibitiva para su uso recreativo, a pesar de lo cual los inversionistas privados, aliados con funcionarios federales de los gobiernos panistas, pretendían privatizar para acaparar el negocio del turismo de cruceros, modificando de manera arbitraria e ilegal las corrientes marinas que naturalmente limpiaban o diluían las contaminadas aguas residuales de la ciudad vertidas al cuerpo de agua marino, una lucha que involucró como ninguna otra a todos los sectores sociales de Zihuatanejo que durante ocho años, desde el gobierno de Vicente Fox y hasta el término de Felipe Calderón no cejaron en su propósito hasta que en el año 2008 decidió cancelarlo a sabiendas de la rebelión que generaría su imposición.
Así di cuenta de mi obra publicada agradeciendo a mi amigo el periodista Kent Patterson de Nuevo México haber leído el borrador de este libro para el que escribió su opinión que aparece en la contraportada, y cumplí con la invitación del Ecotianguis.

 

La democracia como punto de partida

No es un tema menor la afirmación de que la democracia es un punto de partida para realizar las grandes transformaciones sociales, y no un punto de llegada como sostiene la derecha, indicando que todo está resuelto, incluso el problema de la desigualdad que desde su punto de vista es solo un asunto de actitud porque sostiene que todas las condiciones están dadas para que quien se disponga a progresar pueda hacerlo, ya que para su modo de pensar en el mundo seguirá habiendo pobres por su propia indolencia, y que por eso hemos llegado al fin de la historia.
Son varios los teóricos y líderes de izquierda que insisten en que la conquista de la democracia es el punto de partida para iniciar los grandes cambios que requiere la sociedad, mientras que desde la derecha la democracia capitalista es la culminación de todos los cambios.
Para la izquierda la construcción de ese andamiaje superestructural del Estado es para legalizar la desigualdad que se justifica con argumentos falsos de que quienes nacieron pobres morirán igual porque se niegan a progresar.
La izquierda por su parte sostiene que los pobres y marginados a la que todo mundo trata de ocultar y que sirve para que los ricos sientan curadas sus culpas entregándoles limosnas, es la que bajo este régimen capitalista seguirá incrementándose y nunca podrá encontrar empleador ni mucho menos emplearse por su cuenta para poder salir de la pobreza por su cuenta porque así funciona la lógica del capital, por eso se debe pensar en un modelo nuevo, debatido por la sociedad como ya lo hacen en Colombia donde el Estado entrega en propiedad de las organizaciones sociales las empresas en las que trabajan como son los cooperativas de pescadores y de productores agropecuarios. La izquierda piensa en una sociedad donde no haya más pobres y que todos gocen de lo básico para emprender en igualdad de condiciones la aventura de vivir en el mundo haciendo cada quien lo que le gusta como aportación a sus semejantes.
El tema ha tomado sentido ahora que se insiste en el llamado Estado de Bienestar cuyos fundamentos se encuentran en el lema de Primero los pobres, traducido en los programas de Bienestar y en el enorme volumen de recursos públicos que se han dispersado entre millones de familias pobres como una medida de justicia histórica para los invisibilizados de siempre y que define a la izquierda que se propone darle continuidad al proyecto que encabeza Andrés Manuel López Obrador para profundizar las transformaciones que nos pondrán a la cabeza del desarrollo y será ejemplo ante el mundo del Humanismo mexicano.
La democracia como conquista social reciente constituye un punto de partida para emprender las grandes transformaciones que se traducirán en un mejor nivel de vida para todos gracias a la recuperación de las riquezas estratégicas del país que, sin demagogia, harán la felicidad del pueblo.
Para los mexicanos de mi generación que nos tocó luchar bajo el régimen del partido de Estado conocido como PRI, un partido creado y mantenido desde el poder, era como pelear contra Sansón a las patadas, sin preguntarnos si en esas circunstancias podríamos ganar y si nuestra lucha no era una causa perdida, pero nos mantenía la idea firme de que, al final, la historia nos daría la razón.
Es cierto que muchos compañeros murieron sin saber que el triunfo de la izquierda estaba a la vuelta de la esquina y a ellos debemos recordar por su entrega y generosidad que hizo posible respirar los aires de la transformación profunda que busca la justicia y equidad.
Gracias a que nunca transigimos con nuestro deseo de cambio, llegó el momento en que nuestras ideas y propuestas fueron banderas enarboladas por la mayoría que se hizo gobierno, la misma que ahora tiene la tarea de formular un mañana que sea favorable para todos.
Después de la matanza del 2 de octubre de 1968 perpetrada por el gobierno de Díaz Ordaz bajo el argumento de que la protesta estudiantil era promovida por fuerzas extranjeras que querían desestabilizar al gobierno en esa época de la Guerra Fría encabezada por Estados Unidos como representante mundial del sistema capitalista y el de la Unión Soviética como líder del sistema socialista, se veía desde el gobierno mexicano como una osadía que ese poder tan distante influyera en los jóvenes al grado de movilizar a miles que marchaban por las calles demandando democracia.
Cuando el ingeniero Heberto Castillo Martínez quien había liderado la coalición de maestros que dio respaldo al Consejo Nacional de Huelga llamó a la creación del partido Mexicano de los Trabajadores junto con el líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, el primer obstáculo que encontró fue dentro de sus propios compañeros quienes lo calificaron de “aperturo” porque quiso hacer valer la palabra de Luis Echeverría que fue quien planteó la “apertura democrática” como vía para pacificar el país que ardía en la sierra atoyaquense.
El otro día en su programa televisivo de Largo Aliento la escritora Sabina Bergman entrevistando a Paco Ignacio Taibo II repetía el dato de cómo se reparte la ganancia producida en los diversos países del mundo y resulta que en Estados Unidos la mitad de la riqueza que se produce es para los patrones y la mitad para los trabajadores, mientras que en Europa la relación es de 70 y 30 por ciento, pero México es ejemplo de donde peor les va a los trabajadores porque el dato más reciente dice que dos terceras partes de la riqueza está en manos del 10 por ciento más rico del país y el uno por ciento de los más ricos acapara más de un tercio.
Para tener mejor idea de esa desigualdad entre el número de ricos y del que no lo son tomaremos el dato que ha publicado Oxfam el año pasado (valorada en 42 billones de dólares), calculó que el uno por ciento más rico del mundo acaparó casi dos terceras partes de la riqueza generada desde el 2020 a nivel global, lo que nos da una idea de la gran desigualdad contra la que se debe luchar.
En lo único que estamos todos de acuerdo es que la democracia es una conquista reciente en el país que se asentó plenamente con el triunfo de la izquierda en las elecciones federales del 2018, pues en todas las demás se ha descubierto la presencia de un Estado faccioso que favoreció a la derecha mediante el uso de los recursos públicos y la imposición de su voluntad en cada uno de los poderes.
Algo que faltaba en el caso mexicano para dar paso al debate de las ideas en esta moderna realidad democrática por la vía de la confrontación pública entre la conferencia mañanera de López Obrador y la anunciada por Xóchitl Gálvez, que parece haberse cancelado antes de iniciar en el mes de febrero, era un acontecimiento esperado que ayudaría mucho a la politización para que la derecha vociferante pudiera armarse de intelecto para argumentar la razón de sus posturas como la de estar a favor del gobernante argentino Javier Milei y en contra de la afirmaciones del papa Francisco sobre su definición del comunismo.
Hubiera sido todo un acontecimiento que frente a los mexicanos Xóchitl Gálvez explicara la razón de estar en contra de la pensión universal, del aprovechamiento del petróleo y del rescate de la CFE y conocer su opinión sobre la política salarial de la 4T y la reivindicación de los pueblos originarios.

 

El pacto del dedazo

La política como un arte de noble finalidad, muy propia de los seres humanos, ha dejado de ser una ocupación edificante desde que los medios masivos de comunicación la convirtieron en el principal de sus negocios como bastión de noticias y espectáculos.
Eso ha sido uno de los resultado de las reformas institucionales producidas durante el proceso para la democratización del país que dieron origen a la creación de partidos políticos para canalizar la energía del descontento social que se expresaba de manera violenta en diversas regiones del país.
La creación de los partidos políticos incluyó la dotación de recursos públicos para sus actividades de educación cívica y política que para el presente año suman 6 mil 609 millones más 3 mil 304 millones para sus gastos ordinarios de acuerdo con la información del INE.
Desde 1977, año de la reforma electoral ideada por Jesús Reyes Heroles, surgieron partidos como el PST, el PDM y el PCM más los tradicionales, PRI, PAN, PARM.
Desde entonces la política se profesionalizó dando paso a la especialización de propagandistas, estrategas electorales, empresas encuestadoras pero sobre todo de un mercado para la publicidad que se convirtió en la mina para los medios de comunicación contratados con recursos públicos para difundir sus programas y plataformas, para posicionar a sus candidatos en el ánimo de los votantes.
Esa es la razón de que la política propiamente dicha sea sustituida por las campañas electorales convertidas en serie de telenovelas que son el pan y circo que distrae y ocupa a la población obligada a ver y escuchar en la radio, prensa y televisión, y ahora en las redes sociales, la misma secuencia de chismes.
Lejos de profundizar en las diferentes posturas ideológicas que representan los partidos y sus implicaciones sociales, los medios han hecho de las campañas electorales series en las que se explota el morbo de las audiencias con la debida dosificación de escándalo para exaltar lo más grotesco en la conducta de partidos y candidatos, contrastando lo que dicen con lo que hacen, alejados de los principios políticos e ideológicos y propuestas programáticas.
Uno de los hechos más repudiables en esta narrativa que ocupó semanas en los medios, es el protagonizado por el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés contra el gobernador de Coahuila a quien acusa de incumplir acuerdos tomados con su jefe político mejor conocido como Alito.
El PAN, un partido clerical que ha querido siempre ser ejemplo de buenas costumbres y de conducta intachable pero que en los hechos es de una monumental hipocresía o doble moral, porque dice una cosa y hace otra.
Por boca del mismo dirigente panista se conoció un convenio firmado entre los dirigentes de los partidos blanquiazul y tricolor mediante el cual se supo que todo el juego mediático de la oposición para elegir a su candidata para la Presidencia de la República se negoció en la cúpula de ambos partidos, de tal manera que nunca hubo la intención de realizar en el interior de la alianza opositora un proceso democrático para elegir su candidato o candidata, sino que todo fue una farsa para engatusar a la sociedad y a sus propios partidarios, pues en el convenio dado a conocer a los medios de comunicación como reacción y enojo del panista contra el incumplimiento del PRI, se dejó al descubierto que ambos partidos habían decidido que la senadora Xóchitl Gálvez fuera la candidata presidencial como prerrogativa del PAN mientras el PRI resolvería sobre la candidatura de la oposición para el Estado de México.
A Marko Cortés le pareció intrascendente quedar al desnudo frente a la sociedad como viles hampones de la peor calaña en su intención de exhibir la falta de palabra del priísta para cumplir con el convenio referido, y sin proponérselo exhibió la desfachatez del dirigente priísta al bajar de la contienda a su compañera Beatriz Paredes cuando ésta casi remontaba a la hidalguense.
Perdido entre la ingenuidad y la tontería, Marko Cortés ni siquiera quiso disculparse de su sandez repudiada por todos, y siguió empeñado en reclamar las migajas del botín sin reparar que estaba exhibiéndose como el bucanero, ensimismado en creer que con su acción era el mejor ejemplo de transparencia, no de trapacería, de parte de la alianza opositora contra el propio electorado al que quieren conquistar, engañándolo con una supuesta vocación democrática que están lejos de practicar.
El convenio en cuestión no es malo en sí mismo, porque la ley incluso permite que bajo un documento parecido se formalicen alianzas y coaliciones, pero con un alcance que se justifica porque mediante acuerdos los partidos pueden decidir el porcentaje de votos a repartirse en el caso de una coalición, incluso para la integración de las planillas en los ayuntamientos y en las listas de aspirantes a diputados y senadores, pero el caso que nos ocupa va mucho más allá porque incluye el engaño a la sociedad sobre un supuesto método democrático para elegir a su candidata cuando en realidad se trata de un auténtico dedazo que no tendrá explicación frente a sus partidarios que ya marcharon en defensa del INE como muestra de que no quieren imposiciones.
El convenio de la simulación firmado entre los dirigentes del PRI y del PAN metió en la negociación cargos públicos y nombramientos en organismos que tienen ellos mismos una autonomía o reglamentación para otorgarlos, como es el caso de las notarías y cargos directivos en escuelas y universidades.
Como verdaderos hampones los dirigentes de ambos partidos se dieron vuelo repartiéndose posiciones que en su incumplimiento por parte del PRI dieron lugar al destape de la cloaca que está para costarle el puesto a Marko Cortés, al que está lejos de renunciar porque no tiene vergüenza ni el más mínimo escrúpulo frente a las negociaciones que están en curso para la integración de las candidaturas para las cámaras de senadores, diputados, gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos.
Marko Cortés, al fin panista, borró de su conducta personal y como dirigente de un partido confesional las dimensiones del pecado cometido contra la sociedad a la que supuestamente se debe el PAN. Miró como algo natural la denuncia para exhibir a su aliado en ambiciones como si en el deslinde él quedara exonerado de culpa.
Quienes han querido defender la postura del dirigente panista calificando su acto como ejemplo de transparencia y rectitud exhiben su absoluta ignorancia y falta de cultura política.

 

La electricidad

Esa forma de energía que ha cambiado tanto la vida, es de invento reciente, apenas poco más de 200 años. Pero nos hemos acostumbrado tanto a ella que a muchos les cuesta imaginar cómo era la vida sin la energía eléctrica.
La historia dice que después de que el químico y físico inglés Michael Faraday la descubrió a mediados de 1800, fue el norteamericano Thomás Alva Edison quien inventó la bombilla eléctrica que permitió alargar las noches hasta desaparecer la oscuridad porque las casas pudieron tener luz todo el tiempo y la industria funcionar ignorando la noche y el día.
Pero a pesar de los beneficios de este invento que se popularizó utilizando combustibles fósiles y la energía de las corrientes de agua y del sol y del viento, recursos que en México abundan, sus beneficios son recientes y hay pueblos que todavía siguen careciendo de este servicio a pesar de que han pasado más de 66 años desde que la industria eléctrica se nacionalizó para iluminar todo México.
En mi lugar de nacimiento, la cabecera municipal que ahora tiene 15 mil habitantes, a pesar de que la hidroeléctrica en la que mi padre trabajó está a menos de 5 kilómetros de distancia, el servicio eléctrico llegó a nuestra casa cuando yo tenía la edad de 15 años, de manera que viví y crecí con la costumbre de alumbrarnos con el mechero de petróleo y con la luz de la veladora, o de plano utilizando una raja de leño de ocote cuando no había modo de conseguir el petróleo.
El trabajo en el campo y la vida de todos se regía por la luz del sol y todos estábamos más cerca de la idea mítica y ancestral de que era el canto de los gallos en la madrugada lo que hacía salir el sol para alumbrar el día. Solo los campesinos acomodados (los que habían pasado al Norte) recuerdo que usaban reflectores de pilas para alumbrarse.
Como el servicio de la red eléctrica era un negocio privado concesionado a empresas extranjeras, estas definían su mercado a partir de las poblaciones de mayores ingresos porque su elevado precio era prohibitivo para la mayoría, pero fue durante el gobierno cardenista cuando se determinó que dicho servicio se llevara a todo el territorio nacional aún subsidiándolo.
La responsabilidad de la CFE para electrificar el país se estableció en el año 2009 y actualmente cuenta con casi 94 mil trabajadores reconocidos por el inconfundible color café con su casco amarillo como uniforme, que atienden a 46 millones de clientes cuyo número se incrementa a razón de un millón por año.
El tamaño del mercado y las materias primas abundantes para la generación de electricidad fueron siempre apetecibles para las empresas dedicadas a la generación de la energía eléctrica que fueron las primeras en establecerse en el país hasta que el presidente Adolfo López Mateos consideró la importancia de que fuera el Estado mexicano el que pudiera tener el control energético con la Comisión Federal de Electricidad y su lema “Electricidad para el Progreso de México” siempre a la cabeza.
Pero con la llegada de los panistas al poder se crearon las condiciones para la entrega de esta empresa emblemática de los mexicanos a las empresas extranjeras, pensando quizá que eso sería benéfico para el país, o más precisamente para sus bolsillos con el argumento de que nuestro método de producción era obsoleto y dañino al planeta por lo contaminante que resulta el uso del combustóleo y el gas en la generación de electricidad.
Por eso bajo la simulación de que al gobierno mexicano le interesaba ingresar a la era de la producción de las llamadas energías limpias, mucho más baratas y sostenibles, le abrió las puertas a la española Iberdrola con las más amplias facilidades para instalarse en el país con sus grandes aldeas de ventiladores gigantes para aprovechar la fuerza del viento y un mercado creciente, con clientes privilegiados que recibían el servicio a bajo costo, pero no como parte de las ventajas en su producción, sino porque se le permitía utilizar “gratuitamente” las instalaciones de la red eléctrica de la CFE.
La historia de este fraude se conoció y popularizó porque fue uno de los temas al que se dedicó mucho tiempo en las conferencias mañaneras ilustrándolo con el caso de las tarifas que pagaban las tiendas Oxxo, con impuestos menores a los que paga cualquier consumidor de una casa popular.
A esa situación hizo referencia Manuel Bartlet, el director de la CFE en su informe del 11 de enero pasado cuando en la conferencia mañanera expuso que al principio del actual gobierno se tenía una proyección “fatalista” sobre el futuro de la CFE porque del 62 por ciento de la energía que se producía, siguiendo la tendencia observada, se calculaba que al término de este sexenio la participación de la CFE en la generación eléctrica llegaría a un “intrascendente” 16 por ciento. Eso fue lo que llevó a López Obrador a tomar la decisión de rescatar la empresa encomendando semejante tarea a un viejo y rudo lobo de mar criticado por la derecha y la izquierda, ya por acusársele de su inmensa riqueza inmobiliaria acumulada desde el poder y como operador del fraude electoral que se cometió contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 con la llamada “caída del sistema”.
Pero a pesar de esos antecedentes el hombre cumplió con la encomienda entregando resultados positivos y palpables de su gestión que se pueden observar a simple vista en las tarifas eléctricas que no crecieron más allá de la inflación, y en tareas descomunales como su participación en Acapulco para reparar lo que el huracán Otis destruyó, desplegando a miles de trabajadores que lograron el restablecimiento del servicio eléctrico en su totalidad en diez días, una hazaña que no tiene parangón a nivel mundial, lo que nos lleva a pensar que estará también a la altura para llevar el servicio telefónico y del internet a todo el territorio nacional en este año como ha sido la orden presidencial.
Cumplido el objetivo de rescatar a la CFE mediante la inyección de recursos “sin precedentes” en mantenimiento y construcción de centrales y redes eléctricas, se revirtió la tendencia para desaparecerla y a finales del presente sexenio alcanzará la meta de producción del 54 por ciento de la energía, dejando para la participación privada el 46 por ciento, de modo que se mantenga la rectoría del Estado en esa materia.
Dentro del marco normativo que pretendía la desaparición de CFE pero “con el apoyo de los trabajadores y el respaldo social del presidente” dice el director que hoy esta empresa está en posibilidad de llevar la energía a todo el país con el menor costo posible gracias al mantenimiento y construcción de centrales y redes eléctricas con 22 proyectos que producirán mil 500 mega wats en Puerto Peñasco más 8 mil mega watts que producen las 13 plantas de Iberdrola adquiridas por el gobierno de México.
Con las llamadas alianzas estratégicas la CFE contará con siete termoeléctricas, que generarán 3 mil mega watts, dos centrales en la península de Yucatán que producirán 331 mega watts en una zona tradicionalmente abandonada.
En síntesis, se revirtió la tendencia privatizadora, se fortaleció la empresa con ingresos que crecieron en 40 por ciento disminuyendo en 19 por ciento el monto de la deuda. Creció la producción de energía limpia y mejoró la calidad del servicio, se mantuvieron estables las tarifas y se garantiza el abasto de la demanda de todos sus clientes además de estar presente sirviendo a los proyectos emblemáticos como el Tren Maya, las sucursales del Banco de Bienestar y los parques industriales del tren interoceánico.

 

Un regalo de reyes

MMuy a propósito con la temporada del fin de año y el principio del nuevo, fue muy importante conocer la evaluación de la dirección de Petróleos Mexicanos sobre la situación de la empresa paraestatal más importante del país, nacionalizada hace 85 años para apoyar el desarrollo nacional por el camino de la independencia y autosuficiencia energética como lo previó el general revolucionario Lázaro Cárdenas.
En su exposición del jueves pasado, en la conferencia de prensa mañanera, el director de Pemex, ingeniero Octavio Romero Oropeza, presentó el “corte de caja” que confirmó que la política petrolera del actual régimen es la correcta para alcanzar los propósitos de desarrollo del país con independencia y autosuficiencia energética, a punto de caer en manos de la iniciativa privada, que hizo todo para que el régimen neoliberal la declarara en quiebra para justificar su venta.
Apenas a tiempo para rescatar Pemex poniendo como director a uno de sus hombres de mayor confianza, el presidente Andrés Manuel López Obrador enfrentó con éxito no solo la corrupción que se extendía en todo el organismo de la empresa, sino la campaña mediática que la denostaba por todos los medios argumentando que era tan grave su situación financiera que no había otro camino más que venderla, sin importar traicionar el pensamiento del general expropiador ni el sentido común de que no hay negocio más rentable que vender petróleo tratándose de un país petrolero.
Nadie olvida que toda la reforma energética de Enrique Peña Nieto aprobada en el congreso por la mayoría de los partidos, previa compra de sus diputados, dijo en su propaganda que para seguir con el negocio de vender petróleo había que realizar grandes inversiones que solo era posible hacerlas asociando a Pemex con inversionistas extranjeros pues el tesoro, como lo decía la propaganda oficial, se encontraba en aguas muy profundas. Con esa historia fue que se puso a remate todo el territorio del Golfo de México que se fraccionó sin que las famosas inversiones del extranjero llegaran.
Pero López Obrador descubrió que solo se trató de comprar lotes para especular sin realizar la mayor inversión, por eso su gobierno se dedicó a buscar y encontrar nuevos yacimientos en aguas someras del sureste que ya habían sido abandonados.
Los resultados que presentó el director sobre el manejo de la empresa confirman la eficacia que tiene la política de cero corrupción.
El ingeniero Octavio Romero Oropeza dijo en resumen respecto a la tarea gigantesca de recuperar Pemex que además del combate a la corrupción, con una inversión menor de la que esa empresa recibió durante los dos sexenios anteriores, duplicó la producción de combustible y redujo la deuda histórica acumulada, dos objetivos prioritarios en esa que es la industria estratégica más importante de las que tiene el país.
De acuerdo con la exposición, a finales del presente mes la refinación del petróleo en el país se triplicará con la producción de la planta Dos Bocas en Tabasco, programada para ese evento el 31 de enero del 2024 con 243 mil barriles diarios que impactarán positivamente el precio de los combustibles con los que mueve la vida nacional, destacando que en el período de Felipe Calderón invirtió en la empresa casi 700 mil millones de pesos sin que esa inversión se tradujera en mayor volumen de petróleo extraído y su producción diaria de petróleo cayó a 528 mil barriles, y las reservas a 1 mil 646 millones diarios que se vendieron a un precio promedio de 112 pesos. En ese sexenio ascendieron a mil 300 millones de dólares.
En el gobierno de Enrique Peña Nieto la inversión en la empresa fue de 670 mil millones de pesos para alcanzar una producción de 689 mil barriles diarios que se vendieron a un precio promedio de 79 dólares por barril, mientras las reservas se redujeron a 6 mil 858 millones barriles de petróleo, pero Pemex se endeudó en ese período con 48 mil 400 millones de dólares.
Comparados estos datos con los actuales, un año antes de que termine el sexenio de López Obrador, la inversión en Pemex ha sido de 574 mil millones de pesos y la producción se ha elevado a casi 2 millones (1.87 millones) de barriles diarios vendidos a un precio promedio de 69 dólares mientras las reservas aumentaron a 7.4 mil millones de barriles.Lo anterior significa que con López Obrador a pesar de que disminuyó la inversión aumentaron la producción y las reservas petroleras y gracias a esa política del actual gobierno los mexicanos dejamos de sufrir los gazolinazos y de haber seguido las mismas políticas diseñadas por la reforma energética de EPN, el gobierno actual calcula que estaríamos pagando a 35 pesos el litro de gasolina, mismo que repercutiría en un descontrol de precios siempre perjudicial para los consumidores.
Por eso no deja de ser un regalo para quienes votamos contra el neoliberalismo conocer esos resultados que parecen mágicos aunque no creamos en los Santos Reyes, pues se logró revertir el déficit en producción de gasolina obligados a importar al precio que fuere porque el combustible es básico para mover al país.
Para el segundo semestre del presente año las cifras encaminadas a la autosuficiencia energéticas serán como siguen: de los 900 mil barriles de combustible que se importaban para el consumo diario se estima que se reducirán a 62 mil porque la producción total aumentará a 1 millón 294 mil.
A todo eso hay que sumar el incremento que ha tenido en sus activos que comprenden, la refinería Olmeca de Tabasco, la Deer Park en Texas, dos coquisadoras que son plantas que enfrían el gas para poderlo exportar, una en Tula Hidalgo y otra en Salina Cruz, Oaxaca.
A esta infraestructura hay que agregas la adquisición de 2 mil 400 nuevas pipas para distribuir combustibles, y 10 nuevos equipos de perforación.
Actualmente en el mercado petrolero nacional Pemex controla el 84 por ciento del petróleo que se distribuye en el país donde ya hay otras marcas extranjeras con las que compite en el precio y al parecer algunas de ellas le compran a Pemex el combustible que venden.
El reporte que se conocer sobre las ventas de gasolina en las 77 terminales de Pemex en todo el país en el mes de diciembre pasado indica que se vendieron 1 millón 58 mil barriles diarios de gasolina, diesel y turbosina. Ese es el nivel de ventas que alcanza la producción de Pemex que da una idea también de su producción encaminada a satisfacer la demanda interna.
Como se ve, la venta de combustible refinado y del petróleo crudo seguirá siendo un negocio rentable que nos satisface y llena de orgullo porque el reporte hace poco énfasis en su eficiencia que se traduce en la reducción de sus costos, bajando de 12 dólares a 10 el costo por la extracción de cada barril de petróleo, es decir,34 pesos menos, lo que representa un incremento en las ganancias que medido en pesos, por cada millón de barriles vendidos la ganacia ha aumentado 34 millones diarios, que multiplicados por 365 días del año nada más con ese ahorro se gana 1.2 billones de pesos o las de 30 millones de dólares, un regalo de reyes para el pueblo de México.

 

Las tortillas

 

 

Las tortillas de masa de maíz que son el alimento básico de los mexicanos y parte principalísima de nuestra cultura culinaria han demeritado en su calidad a medida que su producción ingresó al nivel industrial.
Los molineros y dueños de esa cadena alimenticia que se desarrolló industrialmente en la década de los años sesenta del siglo pasado con el invento de las máquinas tortilladoras, en su afán de lucro la mayoría de esos negocios las fabrican y venden arteramente crudas para ganar en su peso y ahorrar en el consumo de gas y en el tiempo de cocimiento.
Como no hay una inspección de la autoridad sobre su calidad y contenido, y ninguna exigencia de los consumidores que cada vez se han malacostumbrado a esa pobre calidad del producto, todo parece indicar que esa industria evolucionará para mal en perjuicio de la propia alimentación y salud que ahora es un derecho constitucional, por eso mi intención y deseo de Año Nuevo es llamar la atención para que en lo posible volvamos al principio cuando en cada casa las familias elaboraban sus propias tortillas cuyo origen mesoamericano y prehispánico se ha extendido por el mundo como un aporte indiscutible de la cultura que traemos en nuestro ADN.
Desde luego que son muchas las dificultades para mejorar la calidad de ese alimento que nos identifica y alimenta por su contenido altamente nutritivo de vitaminas y minerales que nos dan salud y fortaleza, porque los molineros organizados nacionalmente actúan como un grupo de presión que opera esa industria estratégica con un poder que llega a rebasar al gobierno buscando siempre el beneficio de sus agremiados y no del mejoramiento de la calidad de su producto.
Atenidos a que controlan el producto de un bien de consumo básico cuya falta por un día pondría en la calle a miles de consumidores protestando, a menudo demandan y obtienen no solo subsidios para la importación del grano para vender las tortillas al precio controlado, sino que llegan a alterar y variar la materia prima con tal de bajar los costos aunque eso repercuta en demérito de la calidad de las tortillas, como es la práctica de mezclar la masa nixtamalizada con la harina de maíz cuya marca domina el mercado mundial y ha hecho multimillonario a Roberto González Barrera, El Maseco.
Con esa fuerza de presión los industriales de la masa y la tortilla imponen el precio del producto y se desentienden de la política que pudiera impulsar la producción de los más de 50 maíces criollos y del desarrollo del campo porque les conviene más la importación del maíz extranjero para aumentar su ganancia y no les importa que en los países de su procedencia se use como forrajero para engordar a los animales, como es el caso del grano amarillo cuyo olor y color son tan peculiares y se han vuelto el sello característico de las tortillas que consumen los habitantes de la Ciudad de México.
Mi constante protesta contra la mala calidad de las tortillas que se expenden en casi todas las tortillerías siempre le ha llamado la atención a mi mujer porque ella no ve las diferencias que yo señalo y las degusta calientitas, despachadas recién salidas de la máquina como a la mayorías de los chilangos, de manera que mi queja por su mal cocimiento ella la ve como una excentricidad de mi parte.
Pero mi exigencia por la calidad de las tortillas seguramente que tendrá el respaldo de miles de personas de mi generación que nacieron en el medio rural en los años cuando no se conocían las máquinas tortilladoras y en cada familia las mujeres se especializaban como la mano de obra exclusiva para su elaboración.
En aquellos años las tortillas para nuestro consumo se elaboraban con la masa de nuestro propio maíz cosechado con nuestras propias manos y cocidas con leña en los ya en desuso comales de barro.
Mi madre que enseñó a todas sus hijas la técnica depurada para la fabricación de una buena tortilla, las elaboraba con esmero como parte de la educación de mis hermanas que cuando alcanzaban la mayoría de edad era porque dominaban completamente el arte de la elaboración de una buena tortilla. La fabricación de las tortillas que nunca faltaban en la mesa de los campesinos recién salidas del comal era trabajo exclusivo de las mujeres del cual afortunadamente la mayoría se ha liberado no hace mucho tiempo, lo cual no obsta para que haya sido en demérito en la calidad de nuestro sagrado alimento.
Mi madre que acaba de cumplir la friolera de 98 años me platicaba para escribir este artículo los secretos para hacer una buena tortilla que comenzaba con la selección de las mazorcas, sobre todo en esta época cuando recién cosechadas los montones aún estaban en el patio esperando a ser seleccionada para guardarla en la troje.
El maíz blanco, criollo, era el que se destinaba para la masa de las tortillas por su sabor especial, aunque también consumíamos el maíz de color, amarillo, azul y colorado, pero como esos colores de maíz no abundaban en las siembras porque fácilmente pintaba los cultivos vecinos, la mayoría prefería el maíz blanco que era más dulce y carnoso. El maíz híbrido que ya desde entonces se sembraba, se destinaba a pagar las deudas porque su grano pesado.
Después de seleccionar la mazorca para poner el nixconcli, el maíz desgranado se cocía en una olla de barro cuyas dimensiones dependían de la cantidad de miembros de la familia a alimentar. Cuando hervía el agua le ponían la cal y luego el maíz.
Con el calor del agua de la olla mezclada con cal, el maíz alcanzaba un grado tal de cocimiento que facilitaba el desprendimiento de la cutícula o pellejo que cubre el grano.
La olla con el maíz calentándose en el agua de cal se alejaba de la lumbre y se dejaba en reposo toda la noche para que al otro día, muy temprano, casi amaneciendo se procediera a lavar el grano para quitarle la cal y el pellejo en un recipiente de barro con agujeros que lo facilita llamado tlalchiquihuite.
Lo siguiente, con el nixtamal limpio en la cantidad necesaria para la elaboración de las tortillas de ese día las mujeres lo llevaban en sus bandejas o cubetas hasta el molino donde formadas esperaban su turno.
Cuando mi madre venía del molino la mayor de mis hermanas ya había limpiado el brasero retirando la ceniza del día anterior y puesto la lumbre para calentar el comal que se limpiaba con agua de cal.
Amasaba la masa en el metate, previamente lavado, y cuando el molino no hacía bien el trabajo de remolerla, la repasaba mi mamá con el metlapil hasta dejarla manejable para proceder a aplaudirla en la mano o en la tortillera, hasta hacerla como círculo perfecto, más grande que su mano, para luego extenderla sobre el comal caliente y después, con unas dos volteadas, se esponjaban desde el centro hacia las orillas como señal de que estaban perfectamente cocidas.
Ese era el ritual de las comidas de todos los días, con la cachiquihuite en la mesa rebosante de tortillas calientes y bien cocidas, tan sabrosas que se antojaba comerlas solas o con unos granos de sal. Que el año nuevo sea amable con todxs.

La inauguración del Tren Maya

“Detengan su reloj y anoten esta fecha”, dijo emocionada en la inauguración del Tren Maya Maité Ramos Gómez directora general de Alstom, la empresa francesa responsable de la fabricación de los 34 carros para destacar como el portento de la llegada del hombre a la luna lo ocurrido en el sur-sureste con la obra emblemática de la 4T realizada en tan solo cinco años, para beneficio de los habitantes de la región y del resto del país.
La representante de la empresa que fabrica en Ciudad Sahagún los carros del metro de la Cdmx desde 1968, resaltó la importancia del proyecto porque fue un reto para todas las empresas cumplir con lo programado para que el 15 de diciembre se inauguraran las operaciones del llamado “jaguar rodante”, que en obras construidas es “lo mejor de México” y que será ejemplo para el resto del país y del mundo, dijo la funcionaria quien aseguró que las nuevas generaciones leerán en los libros de texto la importancia del proyecto y los retos que significó, porque en él se muestra lo avanzado del trabajo de los más de 4 mil mexicanos que laboran para esa empresa, que invirtieron más de 500 millones de horas en el portento de tren.
La primera etapa de la obra que completa tiene una longitud comparable con la distancia que hay de Lisboa a París, comprende 14 estaciones y 473 kilómetros que van de Campeche a Cancún en un tiempo de seis horas, 45 minutos menos que el autobús, ahora que por motivo del estreno su recorrido es lento, lo que poco a poco se reducirá a la mitad cuando alcance a desarrollar la velocidad de 160 kilómetros por hora.
La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, una de las mujeres más sobresalientes en la defensa de la 4T dijo un discurso emotivo de agradecimiento al presidente de la República por haber concebido esa obra que cambiará para bien el futuro de la región. “Hagamos que suceda” dijo, y sucedió para que como en un acto de magia en cinco años llegara el tren, la obra más importante que se ha hecho en la historia del sur-sureste dijo Layda, por eso aseguró que “la fiesta es de nosotros, de todos los mexicanos que subimos contigo la montaña”, dirigiéndose a López Obrador, “y descubrimos que otro mundo es posible”, que más allá de la infamia había otro mundo, repitió frente al presidente.
“Campeche no esperó el tren con tantas ansias para verlo pasar, ¡nos vamos a subir! Explicando que si no lo hacen el proyecto se convertirá en un elefante blanco, por eso anunció que con el beneficio que tendrán con el nuevo y moderno medio de transporte, su estado volverá a ser el granero que en otro tiempo lo distinguió con la siembra de arroz, soya y maíz.
La gobernadora le agradeció al presidente su interés personal por la ejecución de esa obra y hasta recreó el momento en el que según ella le nació a López Obrador la idea del proyecto. “Lo tengo presente”, le dijo, “El 3 de diciembre del 2013 vino el infarto y a los 2 meses, el 28 de febrero estaba nuestro presidente en lo más alto de la pirámide de Calakmul (en la reserva de la biósfera) en una osadía que todavía me estremece” contó. “Allí te enamoraste de Calakmul y estoy segura que allí nació el sueño del tren”, comentó para el auditorio en la conferencia mañanera.
El “caballo de fuego” o “jaguar rodante” considerado desde su concepción como una obra estratégica para sacar del subdesarrollo a la región ampliando la derrama económica de los millones de turistas que hoy visitan Cancún a toda la península gracias al tren.
Los habitantes de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo beneficiados con el proyecto comenzarán a recibir los beneficios que les corresponden por su aporte al resto del país de sus recursos naturales, principalmente petroleros. Los millones de barriles de petróleo extraído de sus yacimientos más la parte del valor que tienen sus recursos naturales mega diversos junto a la riqueza arqueológica de la nación maya, una de las principales culturas mesoamericanas, famosa por sus sistemas de escritura, el uso numérico y del calendario, su arte y arquitectura sobresalientes.
La alegría del presidente Andrés Manuel López Obrador no era para menos al festejar el compromiso cumplido de las empresas constructoras responsables de esta primera etapa del tren que ha puesto como ejemplo ante el mundo el profesionalismo y la calidad constructiva al terminar en tiempo récord el proyecto planeado.
Los directivos de las empresas que cumplieron con su compromiso para la inauguración de la primera etapa exaltaron la entrega y profesionalismo de los casi cien mil trabajadores llegados de diferentes partes del país, pero también de la mano de obra local con la contratación de casi cien jóvenes egresados de escuelas técnicas profesionales del IPN, Conalep y distintas universidades, lo cual ha dado pie a nuevas carreras técnicas en ingeniería ferroviaria y técnicos en transporte ferroviario, jóvenes de entre 21 y 30 años que se harán cargo de las operaciones del tren cuya administración dependiente de la Secretaría de la Defensa Nacional estará a cargo del general Oscar Lozano Águila un hombre compenetrado del proyecto que también reconoció la valía de la mano de obra no calificada y calificada que participa del proyecto.
El Tren Maya es una obra que explica por sí misma la definición del humanismo mexicano que en lo económico establece la intervención del Estado para orientar a la economía en beneficio de la mayoría. Esa postura es la que contrasta con lo que sucede actualmente en Argentina donde el nuevo gobierno deja que las fuerzas del mercado, la oferta y la demanda, resuelvan el problema de la inflación frente a un proletariado inerme porque le han quitado de golpe todos los subsidios en el transporte, el agua la luz, etc.
En México el uso del poder y conocimiento de los militares para participar de la obra pública abatiendo sus costos y sirviendo al engrandecimiento del país a pocos se les habría ocurrido y forma parte ya de la doctrina mexicana para competir con los mejores constructores del mundo.
Pero si bien es cierto que el “jaguar rodante”, la construcción de la refinería Olmeca, el aeropuerto Felipe Ángeles, el tren transístmico de Salina Cruz Oaxaca y Coatazacoalco, son proyectos destinados a generar inversión y empleo, cabe la pregunta si no habrá otro modelo en la economía más avanzado que cree las condiciones para que cada persona tenga opción de ocuparse en el trabajo que le agrade y le cauce satisfacción para alcanzar la felicidad, garantizándole a cada quien un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades básicas y disponiendo del mayor tiempo para la convivencia familiar, lo que implica ir en contra del pensamiento estrecho que se satisface en la idea de que dotando de un puesto de trabajo a quien carece de empleo fuera el destino manifiesto. Como si la felicidad se redujera a tener un patrón, un horario que atender y un salario que gastar.

Leonsilvestre@ Hotmail.com

 

La demonización del mal

Se llama Esequiba como el nombre del río que le sirve de límite, y se trata de un territorio de 160 mil kilómetros cuadrados, al norte de América del Sur, casi dos veces y media la superficie del estado de Guerrero, rico en bosque tropical pero sobre todo en petróleo que actualmente explota la estadunidense y trasnacional Exxon Mobil.
El territorio de Esequibo pertenece a Venezuela, con el antecedente de que en los tribunales internacionales se habla de una serie de maniobras fraudulentas que comenzaron con la compra de dicho territorio por los ingleses a los Países Bajos a pesar de que estos nunca fueron dueños, pero mediante maniobras legales pudieron hacer válida la compra.
La impostura de Londres y Amsterdam quedó resuelta en 1966 con la aceptación de que dicho territorio estaba en litigio sujeto a negociación con Guyana, país que en ese mismo año se independizó de Inglaterra siguiendo la doctrina Monroe que se acuñó en 1895 bajo el postulado de que América era para los americanos y por tanto los europeos no tenían nada qué hacer en el continente.
Guyana, cuya capital es Georgetown, tiene casi un millón de habitantes con el problema de que la mayor parte de su territorio comprende Esequiba reputado como propio por Venezuela que la tiene ocupada militarmente, por eso apunta a un grave conflicto porque la Exxon Mobil que se siente protegida militarmente por el gobierno norteamericano ha pagado para que Guyana defienda Esequiba como suyo, aunque la renta petrolera que recibe de la trasnacional no se ha traducido en una mejoría en la calidad de vida de la población que de acuerdo con la información del Banco Mundial en el año 2017 el 31 por ciento de los guyanense vivía bajo el umbral de la pobreza.
El petróleo que tiene en el subsuelo el territorio de Esequiba es para los norteamericanos lo mismo que significó la enfermedad del oro para los españoles, por eso está provocando una escalada militar que comenzó el jueves pasado con operaciones de vuelo ordenadas por el Comando Sur de su ejército dentro de Guyana, lo que provocó la reacción del presidente de Venezuela Nicolás Maduro que la calificó como “infeliz provocación” porque no renunciará a la soberanía de ese territorio.
La petrolera trasnacional aunque paga una mísera renta a Guyana por la extracción del petróleo busca la protección militar de su país de origen porque teme perder dicha riqueza, prefiriendo un conflicto militar, antes que dejarse despojar de los veneros que son estratégicos para los norteamericanos cuyo gobierno no ha dejado de aspirar a quedarse con el mar de petróleo que explota Venezuela desde que su protegido, opositor del chavismo Juan Guaidó, perdió poder frente a Nicolás Maduro. Con el posible conflicto de Esequiba Joe Baiden está viendo la oportunidad de acceder a esa riqueza sin ningún escrúpulo.
Esequibo es el territorio que se localiza en el norte de América del Sur, entre Guyana, Venezuela y Brasil que pronto dará de qué hablar porque en ese lugar el diablo escrituró a los venezolanos los veneros de petróleo como lo dice Ramón López Velarde en su poema Suave Patria sobre la riqueza petrolera de nuestro país.
Así, antes de que termine el año 2023, si la política vuelve a perder, habrá en el mundo tres puntos de conflicto militar, Ucrania en el este de Europa, la franja de Gaza en el Cercano Oriente y la Guyana en el norte de América del Sur. Por eso resulta compatible la preocupación del presidente brasileño Inacio Lula da Silva quien se ha pronunciado a favor de una negociación para resolver el diferendo porque lo menos que se quiere es una guerra en esta región del mundo que se esmera en mejorar su entorno.
Sin embargo, está en contra del deseo brasileño el problema de la enorme deuda externa que tiene Estados Unidos que ya alcanza la cifra de 235 billones que para su sostenibilidad o manejo como le llaman los teóricos, la guerra es la vía más deseable para los duros de Washington que han visto en la venta de armas el medio para estabilizar su economía.
En este tema de hacer la guerra como mecanismo para la estabilidad, en Estados Unidos hay plena coincidencia entre republicanos y demócratas, por eso en los hechos el presidente Joe Biden comete la impudicia de seguir al trumpismo en su política exterior favoreciendo la guerra, aunque sin el ruidoso y rudo lenguaje del republicano.
Nadie se ha dedicado a medir el grado de dolor que las guerras han provocado en el mundo, ni tampoco si tantas muertes provocadas justifican los resultados que se buscan, pero lo cierto es que aún sin contestar esas preguntas, la mayoría sabe que hay un mecanismo de defensa para que quienes meten las manos en cada conflicto bélico puedan seguir su vida sin sentir remordimiento ni culpa por ello.
Y es que en las guerras no se da siempre el caso del actual conflicto de los judíos que sacrifican la vida de tantos palestinos después de hacerlos sufrir lo indecible quitándoles la comida, el agua, destruyéndoles sus casas, vejándolos, sometiéndolos al dolor y el miedo antes de masacrarlos a manos de sus soldados como castigo, en una acción de venganza inusitada y ajena a cualquier justificación moral, sino en cualquier guerra donde los autores intelectuales de las mismas nunca dan la cara para justificar sus acciones porque tienen la malicia de utilizar en el producto de la muerte el mismo sistema de producción de una fábrica donde el fin se logra mediante un proceso de cooperación entre los obreros de manera que nadie se reconoce como el autor final del producto como sucedía en las economías precapitalistas como el agricultor que levanta su cosecha o el herrero que fabrica un machete o una espada, un escudo o una lanza sintiéndose dueño y autor de lo producido.
En el capitalismo, en la industria militar ninguno de los obreros se siente el creador de la ametralladora o el tanque, ni se reconoce en un misil o un dron (para hablar con más propiedad tomando en cuenta las nuevas armas que el crimen organizado utiliza en la sierra), porque cada uno realiza una ínfima parte del arma que es el instrumento de la guerra.
Ese hecho que parece trivial pudo haber influido en el pensamiento de la filósofa y politóloga alemana Hanna Arendt sobre la “banalidad del mal”, definición con la que sostiene que cualquier persona normal puede realizar el “mal mayor”, desmontando así el criterio de la demonización del mal que sostiene que quienes cometen los grandes delitos y crímenes de la humanidad son gente extraordinaria, malvada y enferma a la que por ello se trata con cierta condescendencia, y no la común y corriente como lo señaló en el juicio contra el criminal nazi en Jerusalén Adolfo Eichmann, del que nacería poco después su libro Los orígenes del totalitarismo.
Esa es la inconsciencia de la guerra que no hay quien conozca y juzgue a sus autores intelectuales y solo se cuente a los muertos y se evaluen los daños materiales, pues quien mata en la guerra está justificado porque lo hace a cambio de su propia vida. Todo un contrasentido que nos debe llamar la atención para que ante cualquier conflicto capaz de generar una confrontación armada sea detenido como un mal perjudicial para toda la humanidad.