Carmen González Benicio
Tlapa
Las mujeres de la región de la Montaña siguen siendo víctimas de violencia familiar, física, vicaria, institucional, sometidas a matrimonios forzados, desaparecidas y asesinadas señaló el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, en el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena que se conmemora el 5 de septiembre.
En un boletín la organización detalla que las mujeres indígenas no celebran esa fecha porque persisten las asimetrías e intersección de discriminaciones en su contra.
Precisa que eso se refleja en los 635 casos que documentó de enero a la fecha: 200 por violencia familiar; 200 de violencia económica; 150 de violencia psicológica; 30 de violencia institucional; 15 de violencia vicaria; además de 15 por matrimonio forzado, 12 por desapariciones y 13 de feminicidios.
Siendo los principales agresores los esposos, padrastros, concubinos, padres, tíos, hermanos, vecinos del pueblo, autoridades comunitarias, municipales y estatales.
Tlachinollan menciona que la violencia institucional se observa en las muertes maternas por la mala atención y discriminación que sufren en los hospitales de parte del personal que las trata con prepotencia, racismo y las mira como personas de segunda que no tienen derecho a nada.
Y que los casos de matrimonios forzados en la región de la Montaña muestran el abandono, la marginación y vulnerabilidad de las niñas indígenas por la falta de apoyo de las autoridades.
Lamenta que el gobierno del estado sólo volteó a mirar la Montaña cuando los casos de Angélica y Nayeli adquirieron visibilidad mediática al ser víctimas de matrimonios forzados.
Y desde el escritorio diseñó una estrategia burocrática para revertir esta mala práctica sin que tenga resultados positivos porque las niñas siguen siendo objeto de matrimonios forzados, sufriendo en silencio sin el acompañamiento ni apoyo de las autoridades.
Cita el caso de la niña Nayeli, indígena na savi de Joya Real, municipio de Cochoapa el Grande a quien sus padres vendieron por 200 mil pesos y al oponerse la encarcelaron en la comisaría y luego liberada con la intervención de Tlachinollan y otras autoridades.
En seguimiento, las autoridades estatales la llevaron a un albergue del DIF estatal donde permaneció un año y cinco meses en condiciones de semi encarcelamiento y cuando regresó a su comunidad no tenía con quien llegar, hasta que la recibió un tío.
Detalla que recientemente personal de Tlachinollan fue a la comunidad por la niña porque les manifestó que deseaba estudiar, pero su tío se opuso ejerciendo violencia contra los que fueron por Nayeli.
Y menciona que su familiar, tiene la intención de venderla de nueva cuenta por lo que han hablado con la síndica de Cochoapa el Grande a fin de que acudan a la comunidad para rescatar a la menor y evitar que sea vendida, sin embargo las autoridades municipales dicen no tener tiempo para hacerlo.
Tlachinollan hace referencia al caso de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú las indígenas Me’pháá violadas por elementos del Ejército Mexicano quienes obtuvieron una sentencia de la Corte Interamericana que no se ha cumplido cabalmente.
Aunque, si bien se creó un centro comunitario y albergue para niñas indígenas, éstos carecen de un presupuesto fijo y sin que estén adscritos a alguna institución por lo que no tienen certidumbre jurídica y laboral quienes ahí colaboran.
Por lo que como Tlachinollan pidieron un cese la violencia contras las mujeres y niñas indígenas, se tracen políticas públicas que acorten las brechas de pobreza y desigualdad social, se proscriban los matrimonios forzados contra niñas indígenas y haya justicia para Inés y Valentina.